Polémico y cuestionador, Pablo Ferreyra, el hermano de Mariano, se transformó en una figura política nacional clave en la compleja relación entre la izquierda y el kirchnerismo. Ex militante del Partido Obrero (PO), fue el modelo político y cultural principal para la militancia que luego encaró Mariano. Desde su lugar en la batalla por condenar a los asesinos de su hermano, Pablo analiza la realidad con su óptica, desde parámetros críticos de la gestión pero también procurando mantener una mirada amplia que vale la pena conocer.
-¿Qué cambió después del asesinato de Mariano?
-La verdad es que no cambiaron tantas cosas, y eso es sorprendente por la repercusión social que tuvo, en cómo ese crimen fue de alguna manera capitalizado por la izquierda, especialmente por el PO. Con respecto a la tercerización, creo que se visibilizó un poco la cuestión, pero no hay cambios en profundidad con respecto al trabajo precario. Ha servido para motorizar y discutir algunas cuestiones, como por ejemplo la reforma judicial o la condena al sindicalismo empresario; pero eso no es algo que haya cambiado. Y ha sumado a la discusión sobre la violencia de las instituciones policiales, que tampoco es algo novedoso. Se empalma con un clima de época, de cuestionamiento tanto a la violencia institucional como a la burocracia sindical, como la discusión del trabajo precario versus el trabajo digno. Todo suma, pero no creo que el país haya recogido eso como una deuda. Poniéndolo en palabras del juez Díaz: no es el caso Carrasco ni el caso Bru, ni el de Kosteki-Santillán, que acabaron con formas de violencia institucional o de gobierno indirectamente. Por ahora, el caso Ferreyra no terminó con la tercerización; hay que ver si es porque nosotros no pudimos darle esa potencialidad revolucionaria de cambiar algo, hay que ver si la militancia de la izquierda más ortodoxa no se pudo orientar hacia ese cambio... Los responsables podemos ser muchos, la discusión está verde y el período histórico es el ideal para discutir estas cosas.
- En algún momento planteaste como algo histórico que Pedraza fuera condenado y hoy esté preso; en ese aspecto, algo tiene que haber cambiado...
-Absolutamente, eso me cuesta analizarlo porque la muerte de Mariano es un tipo de asesinato que genera un involucramiento desde el poder político o del Ejecutivo, donde hay una intención de buscar llegar a una resolución positiva. Hay varios factores para que se dé eso, uno de ellos es que desde 2003 se revaloriza la militancia de la juventud como un factor positivo, la apropiación de los jóvenes de la herramienta política para conquistar derechos. Todos los gobiernos tienen claro que siempre una muerte en manifestación social genera una crisis política muy grande; este gobierno también y creo que la muerte de Mariano alcanza algunos de los límites que tienen algunas de sus políticas. Creo que el gobierno es muy consciente de eso, pero también eso hizo que haya una reacción veloz -más allá de que hubo cuestiones confusas y que uno puede criticar- para no caer en esta lógica que a veces vemos por ejemplo con la cuestión Qom, de dilatar una situación porque hay detrás algún interés o algo que entra en contradicción con el propio gobierno. Acá me parece que hubo una cuestión de aislar a Pedraza, de mostrarlo como responsable, y dio la sensación de que hubo un direccionamiento hacia darle aire a la justicia para que actúe rápidamente. Sería necio negarlo.
No hay que tener la lectura romántica del kirchnerismo, eso de "la bala que rozó el corazón de Néstor", pero tampoco la lectura más conspirativa de la izquierda. Sabiendo que es una crisis política lo que genera un asesinato así, complejo, porque es un asesinato que golpea sobre la base de la política de la no represión, que tiene relación con el caso Kosteki-Santillan que se llevó puesto a un gobierno; es lógico que el kirchnerismo reaccione rápido. Evidentemente, es mucho más inteligente de lo que fueron otros, por herencia política. Una de las causas puede venir por el lado de la juventud y de la militancia: es un golpe muy duro para un gobierno que asume cerrando deudas históricas con la militancia de los setenta que suceda un asesinato de esta manera por parte de un sector relativamente aliado del gobierno, que es el sindicalismo.
- Esa alianza se refleja en las escuchas de Pedraza con funcionarios del Ministerio de Trabajo...
-Yo fui muy crítico con eso. La escucha de Noemí Rial [viceministra de Trabajo] me parece peor aún, porque hablan incluso de armas, y posiblemente charlen siempre en esos términos. Con respecto a la de Carlos Tomada [ministro de Trabajo], hay un dato que aporta a la discusión: el ministro atiende después de cuarenta veces que lo llama Pedraza. Yo hablé con él de esto y lo asume como un error. Pero la manera en que se dirige a Pedraza demuestra una relación antigua, no sólo con él sino con otros dirigentes de la burocracia sindical... habla de una manera de hacer política sindical. Pero me parece forzada la relación de Tomada como responsable de la muerte de Mariano...
(La nota completa en Sudestada nº 121, agosto de 2013)
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