Qué mejor manera de ingresar al mundo de los santos populares que hacerlo de la mano de los devotos. Por eso, además de un repaso por la leyenda de algunos de los santos paganos que más fieles convocan en el país, escuchamos las historias de sus creyentes y promesantes a modo de guía por el milagro cotidiano. Opinan Orlando Van Bredam, Raly Barrionuevo y Hugo Chumbita.
Hay que entrar despacio al universo de los santos populares. Esos seres mortales que se van canonizando en forma espontánea desde el corazón de los sectores humildes, que van sumando devotos y adherencias a partir del boca a boca y del cumplimiento de pedidos y milagros, no pueden ser mirados desde la distancia.
Los santos populares, y dentro de ellos los paganos, aquellos que se gestaron por fuera del culto católico, son numerosos en nuestro país y en el resto de Latinoamérica.
Tal vez algunas características en común los hagan parte de un mismo núcleo: perdieron la vida en forma temprana y con ella, los sueños por realizar; víctimas de muertes violentas o repentinas, transcurrieron existencias de profunda identificación con los sufrientes, con los despojados tempranamente de futuro y, en casos, a ello se suma la sensación de injustica que despierta la pérdida repentina de la vida (y, muchas veces, arrebatada).
"Los que no tienen nada tienen que creer en algo", nos dijo Felipe, quien iba al santuario de la Difunta Correa más por un sentido de pertenencia a la comunidad que por convicción propia. "Porque los pobres no tienen/ adonde volver la vista,/ la vuelven hacia los cielos/ con la esperanza infinita/ de encontrar lo que a su hermano en este mundo le quitan", decía Violeta Parra, tan distante de la iglesia católica y tan cercana a las fiestas populares que vivió en su infancia y que luego recopilara como artista.
Pero no es solo reducir a las carencias el significado que adquieren estos santos; también podría pensarse que si la religión oficial se expresa en términos de hegemonía, la popular viene a romper con la imposición para rescatar sus vivencias y sus creeencias propias.
A pesar de las corrientes que auguraban un inevitable "avance" hacia la racionalización y con ella, hacia el fin de las religiones, en la actualidad no solo no han desaparecido, sino que cada vez adquieren formas más diversas y menos estáticas, donde priman las elecciones surgidas en la comunidad por sobre la imposición institucional y que terminan por ser más humanizadas.
Contra la distancia y frialdad de curas y médicos, los pastores, santitos y curanderos son opciones más amigables y cercanas para el tránsito del día a día, en un universo donde el milagro no resulta algo extraordinario, sino que se encuentra latente en lo cotidiano.
Se trata, entonces, de entrar al universo de los santos populares despacio, abrir la mirada para no ser simples expectadores, para conocer sus vidas y sus muertes, sí, pero para dejarnos atravesar por las historias de aquellos que creen, que les agradecen, para escuchar a los que los santos les cumplen y a los que acompañan los ritos como parte de una comunidad. Se trata de entrar, y de prenderles una vela roja.
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 105 - diciembre 2011)
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