Durante años vivió una crisis de identidad musical. No sabía si era un pianista de jazz con inclinaciones por el tango o exactamente al revés. En ningún género encontraba del todo su lugar. ¿Qué mejor entonces que inventarlo?
Ese piano que empuja como un viento desde las introducciones, ese piano que sostiene como una ola al saxo o la trompeta, ese piano nunca excesivo en sus propias intervenciones solistas, siempre con algo para contar. Cómo no prestarle atención cuando se escucha al Quinteto Urbano, una de las bandas argentinas de jazz fundamentales, tanto por sus creaciones como por la proyección posterior de sus miembros. Y ese otro piano que desafía a la cantante, superando el rol del acompañamiento, para convertirse en un par que también canta; ese piano que sin abjurar de Lucio Demare o Tarantino acerca el tango a la canción de cámara de Schubert, de Schumann, de Mahler, en el disco Tal vez será su voz, de Lidia Borda. En ambos casos quien toca es la misma persona: Diego Schissi, porteño nacido en 1969 que de chico se inició estudiando guitarra. Y para complicar más las cosas, antes que como pianista, de jazz o de tango, él prefiere definirse compositor. Tiene con qué: lo prueban sus discos Tren (2008) y Tongos (2010). El primero, con la inusual formación que comprende a un cuarteto de cuerdas -dos violines, viola y chelo- y otro cuarteto de piano, guitarra, contrabajo y percusión. El segundo, un típico quinteto de tango -bandoneón, violín, piano, guitarra, contrabajo- que toca una música atípica. "No me atrevería a decir que hago tango -suele plantear Schissi-. Es una palabra demasiado cargada de historia. Por eso digo que hago tongos".
Jardín de gente
Diego Schissi vive en el corazón de Buenos Aires. Exactamente en la esquina de Julián Plaza y Emilio Balcarce. Un cruce de calles que en ningún mapa figura. Pero como nos sopla Herman Melville desde Moby Dick, no hay que buscar en los mapas los lugares verdaderos. Antes de tocar el timbre, se abre la puerta. Justo sale la cantante Roxana Amed, se despide y adentro saluda la cantante Ariadna Prime, esposa del entrevistado.
Diego Schissi oficia la ceremonia del mate. Viene de presentarse con su quinteto en San Pablo y Montevideo. Allí, nada de ablandar al público mediante piezas del repertorio tanguero que algunos pudieran conocer. Se la jugaron tocando nada más que músicas propias. Y aunque el grupo lleva apenas dos años, según celebra su capitán, tiene una mística de equipo de fútbol que guapea en tierras lejanas.
Suena y suena el teléfono. El interpelado atiende y luego comparte información: lo llamaban para arreglar algunos detalles de la Orquesta de Tango Juan de Dios Filiberto, que está por tocar arreglos de sus composiciones "Tongo 6" y "Canción 4". Hace un tiempo, la Orquesta de Tango de Buenos Aires le estrenó una versión de "Milonguita", un movimiento de la primera pieza que creó cuando estudiaba en Estados Unidos. Además ha compuesto para cine, teatro y televisión. "Me gusta mucho de la música y muy variado. Me costó años aceptar que no estoy del todo en ningún equipo -argumenta Schissi-. Atravesé una zona de inseguridad con los proyectos propios y estoy pasando a una etapa de mayor placer. Me costó. Aprendo a disfrutarlo respaldado por el grupo. Aprendo a compartir, a crecer juntos. Haber encontrado a los socios es fundamental.
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 105 - diciembre 2011)
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