En esta entrevista vía correo electrónico, la poeta y escritora nicaragüense Gioconda Belli nos cuenta su experiencia en el Frente Sandinista y lo que significó el auge y el ocaso de la revolución; el poder de las ideas, su mirada de las mujeres que gobiernan y responde sobre algunas de sus novelas, protagonizadas por mujeres que se le parecen (o a las que le gustaría parecerse).
Si no es azaroso el lugar en el que llegamos al mundo, o mejor, si el lugar en el que nacemos nos va marcando el espíritu y lo que vamos siendo; Gioconda Belli nació en el lugar adecuado. La escritora nicaragüense se crío en ese país -y en esa ciudad, Managua- efervescente de volcanes y de revoluciones.
Y ese espíritu indómito, tan parecido a las tempestades de su lugar de origen, la acompaña desde siempre.
En El país bajo mi piel, su autobiografía, cuenta más o menos así sobre las circunstancias de su nacimiento: "Dos cosas que yo no decidí decidieron mi vida: el país donde nací y el sexo con que vine al mundo. Quizás porque mi madre sintió mi urgencia de nacer cuando estaba en el Estadio Somoza en Managua viendo un juego de béisbol, el calor de las multitudes fue mi destino. Quizás a eso se debió mi temor a la soledad, mi amor por los hombres, mi deseo de trascender limitaciones biológicas o domésticas y ocupar tanto espacio como ellos en el mundo".
A pesar de que sus primeros años siguieron su curso dentro de lo que de ella esperaban la sociedad y la clase a la que pertenecía, pronto -y ya con un marido y una hija a cuestas- patearía las fichas del tablero para conseguirse un trabajo en una agencia de publicidad, en el que quería llegar a ser importante y respetada.
Mientras, unos poemas eróticos que escribía en soledad, le traerían el primer reconocimiento: el prestigioso premio de poesía "Mariano Fiallos Gil" en 1972 y varias acusaciones de provocadora, pornográfica y demás adjetivos desde los sectores conservadores que se veían sorprendidos y movilizados ante una mujer que festejaba su cuerpo y su ser femenino.
"Sumérgete ahógate distiéndete/ No te niegues el olor la sal el azúcar/ Los vientos profundos cúmulos nimbus de los pulmones/ Niebla en el cerebro/ Temblor de las piernas/ Maremoto adormecido de los besos", decía desde sus "Pequeñas lecciones de erotismo".
En la trinchera
De familia antisomocista por tradición, Gioconda empieza a pensar en el cambio de las cosas desde otros lugares: el de su vida ya estaba en marcha; era cuestión de acercarse a otras gentes de acción para correr al tirano Anastacio Somoza, para contrarrestar el hambre y la miseria de tantos que no nacieron en vida de privilegio. Como cuenta ella misma: "Sentí que si yo no lo hacía, mi hija lo iba a tener que hacer y yo le reclamaba de alguna manera en mi corazón a la generación de mis padres que no lo habían hecho. Pensaba: ‘¿cuándo va a parar esto? Si yo no lo hago, lo va tener que hacer mi hija. ¿Por qué no lo paramos aquí? ¿Por qué no asumimos nosotros la responsabilidad?'". El terremoto que se produjo en Managua a fines de 1972 aceleró las decisiones y así fue que, de la mano de un amigo, ingresó al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). En principio, como colaboradora clandestina; luego, como activista de la Resistencia contra el dictador: entre otras acciones fue correo secreto, formó parte de los equipos que prepararon una acción comando y se enamoró, también, del guerrillero que la lideró. Tormentoso, clandestino; es la exacta mixtura que abarca ese momento de su vida: amor y revolución. Desde el poema "Reglas del juego para los hombres que quieren amar a mujeres", contaba: "Por sobre todas las cosas,/ el hombre que me ame/ deberá amar al pueblo/ no como una abstracta palabra/ sacada de la manga,/ sino como algo real, concreto,/ ante quien rendir homenaje con acciones/ y dar la vida si es necesario".
En 1975 se ve obligada a exiliarse en México, a partir de una orden del mismo Carlos Fonseca, el fundador del FSLN, porque la estaba persiguiendo la Oficina de Seguridad de la Dictadura. Lejos de su Patria y de sus hijas, sigue a Costa Rica y viaja a Cuba, donde se encuentra con Fidel Castro. Tras el triunfo de la Revolución Sandinista, el 19 de julio de 1979, Gioconda regresa a Nicaragua y ocupa, a partir de allí, importantes cargos políticos directamente subordinada a la Dirección Nacional del FSLN, hasta la derrota electoral de 1990.
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 104 - noviembre 2011)
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