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Entrevista con Manuel García, cantautor chileno

Canciones de fuego lento

Hijo del norte grande chileno, integrante de Mecánica Popular, banda que a fines de los 90 fusionó el rock de tintes británicos con la trova latinoamericana; Manuel García se pasea entre la canción a pura guitarra y el rock de autor. En su música parecen habitar los fantasmas de Víctor Jara, Violeta Parra y Silvio Rodríguez, así como tintes de Bob Dylan, Paul MacCartney y Nick Drake. Canciones que hablan de la vida, en las que se mezcla lo íntimo y lo social, y donde los recuerdos y el inconsciente tienen tanto valor como la anécdota diurna. Sudestada se lo cruzó en Santiago de Chile, a inicios de septiembre. Fue la oportunidad para reflexionar sobre su música pero, además, para que el músico enjuiciara el actual momento social trasandino, tan singular.

Uno. Al cantar, un timbre alto. Aspecto exterior que recuerda al Dylan de 1966. Una sempiterna guitarra en la mano. Con o sin bigotes. Al cantar, letras que te llevan por un laberinto de imágenes y emociones. Nada es sencillo. Las canciones de García parecen operar por efecto. Por ecos más que por indicaciones precisas. Pasa con "Témpera". Una canción emplazada sobre el rasgueo de una guitarra acústica, de palo, solitaria pero enérgica, que puede ser un álbum fotográfico amatorio o el comentario de la acción política no institucional (esa témpera sobre los muros...). Y ese coro, que repite "Gigante, gigante". El público queda electrizado y sigue el coro como en una manifestación.

Dos. Manuel García formaría parte de una generación de cantautores chilenos que han tenido su mayor exposición en los últimos cinco años. Decimos formaría porque el músico es una década mayor que ese grupo donde se apunta gente tan diversa como Chinoy, Camila Moreno, Kaskivano, Evelyn García, Nano Stern, Fernando Milagros, Leo Quinteros, Diego Peralta, Javier Barría e incluso casos más pop como los de Javiera Mena y Gepe. Una generación que, al decir de este último, no tiene pudores en tomar influjos desde el rock, la electrónica, el pop y el folclor. Pero García tiene una historia previa y quizás nos equivoquemos en encontrar nexos entre gente cuya única similitud es que son solistas. Desde mediados de los 90, García integró Mecánica Popular, banda que con cuatro discos intentó una mezcla entre un rock que bebía de los Beatles y el rock británico y entretanto le hacía guiños a la nueva canción chilena; sobre todo, en sus letras y arreglos de voces. Pero hay más. Al igual que sus compañeros de banda, García proviene de Arica. Del norte grande chileno, en la frontera con Perú. El desierto y una zona que posee una historia social clave que lo estimuló desde adolescente, cuando a los 14, como él dice, decidió hacerse músico. "Para mí, el desierto es como un lienzo en blanco. En el norte no tienes más que mar, cielo y arena; entonces, el valor de las cosas está influido por ese contexto. Por ejemplo, una silla en el desierto pasa a ser otra cosa, muy potente; te toma muy emocionalmente. El espacio muy abierto, entonces, también te lleva a lugares íntimos", señala. Pero además, Manuel García estudió pedagogía en historia en la Universidad de Tarapacá, carrera que no terminó. Su tesis de grado versaba sobre los cementerios en el desierto y su trabajo fue recorrer parajes perdidos en la arena, en busca de vestigios que reconstruyeran la vida social de inicios del siglo XX: los albores del movimiento obrero chileno. "Un afán, sobre todo en la época de Mecánica Popular, era hacer crónica histórica en una canción. Como lo hace Silvio Rodríguez en ‘Playa Girón' y la Violeta Parra. No me imaginaba ser un cantor ignorante de las cosas que pertenecen a su sitio de origen", comenta hoy.

Tres. En 2005, el músico nortino debuta como solista a través de Pánico, un trabajo que privilegia una sonoridad cercana a la trova. Acústico y sutil pero también, por momentos, épico. "Las canciones que terminaron en ese disco tenían una historia muy enraizada con la música que yo escuchaba de estudiante, en los 70 y 80; canciones que tenían cierta búsqueda intelectual y metafórica. Sin embargo, es un trabajo donde me aseguré de que hubiera canciones que tuvieran una semilla, como ‘La pena vuela', aunque muy imperceptible, que pudiera emparentarlas con algo más rock", señala. Una idea que atraviesa Pánico es el romance entre la ausencia y la persistencia. Por ejemplo, en "Bufón": "Hay un bufón que golpea mi puerta y se esconde/ Sé que es así porque la última vez/ vi la punta graciosa de un pie/y en el dintel remolinos verdes de papel". O en "El reino del tiempo", cuya letra está dedicada a los familiares de los detenidos desaparecidos:

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 103 - octubre 2011)

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Autor

Felipe Montalva