"Debemos ver lo hecho hasta ahora como punto de partida", definió Fidel Castro. Después de medio siglo de resistencia, la Revolución cubana se enfrenta al desafío de sobrevivir a la muerte de su máximo referente. Y también plantea a los revolucionarios del mundo el dilema de la construcción del socialismo como una tarea cotidiana, contradictoria y acechada por los enemigos de siempre y los nuevos también. Cuba hoy debate su futuro, y el mundo escucha con atención la voz de ese pueblo ejemplar. (Publicado en Sudestada Nº 49 - Junio 2006) por Martín Latorraca y Hugo Montero
1. "Esta será seguramente la última oportunidad en que me dirija a ustedes... Ante los hechos, solo me cabe decir a los trabajadores: yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo...". La voz llegaba sucia de interferencias y frituras. Por momentos, la voz se perdía, se hacía inaudible, se hacía zumbido infernal, envuelta en una lluvia de rumores agudos. No había forma de mejorar la sintonía de Radio Magallanes. No había manera, entonces, de mejorar la recepción de ese mensaje, el último, de esa voz. Las otras radios ya estaban en silencio hacía rato, o una música marcial uniformaba sus transmisiones. Quedaba Magallanes, esa voz, y un puñado de palabras que exigían un esfuerzo inusual de parte de los oyentes, del otro lado del parlante.
"Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no puede ser segada definitivamente... No se detienen los procesos históricos ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos..." La voz se iba apagando. Las palabras de despedida del presidente Salvador Allende perdían fuerza ya, y se dejaban ganar por los ruidos y frituras que intentaban obstruir la emisión. "En cualquier momento nos pueden interrumpir, pero seguiremos aquí hasta el final...", acotó el locutor de Magallanes, una vez finalizado el mensaje de Allende.
Sentados frente a la radio, Víctor y Joan se miraron un instante eterno, en silencio. Él renegaba todavía con el dial de Magallanes. Ella miraba la mañana gris que dibujaba el contorno de la ventana. El ruido del teléfono los desgarró de la escena y los hizo volver a la trágica realidad.
"Tengo que ir", le susurró él, de regreso de atender el llamado. Ella buscó las palabras justas, las más prudentes, las más oportunas, para persuadirlo de su decisión. Pero no las encontró, o Víctor no dejó que las encontrara. La miró, apenas, con sus ojos que hablan, y ella supo que él tenía que ir.
Para el mediodía de ese nublado lunes 11 de septiembre de 1973, Víctor Jara tenía previsto asistir y cantar en la inauguración del festival "Por la vida. Contra el fascismo", en la Universidad Técnica de Santiago. El afiche de difusión del evento, donde el presidente Allende anunciaría la realización de un plebiscito como último intento para frenar la embestida militar, mostraba a una joven amamantado a su bebé, y su sombra era un charco de sangre. El fascismo no era una amenaza en Chile en esos días. El fascismo era pura presencia, estaba en la calle, se olfateaba en cada esquina.
Víctor saludó sin ceremonias a Joan, como quien está seguro de un pronto regreso, y salió con su auto. Tuvo que hacer un amplio rodeo para llegar hasta el campus de la Universidad: el centro de Santiago ya estaba en manos de los chacales. Tanques y tropas en movimiento, disparos, miedo, iban preparando el terreno para asestar el golpe de gracia contra el gobierno de la Unidad Popular.
Pese a todo, Víctor llegó a la Universidad casi al mismo tiempo que una bandada de sombras siniestras surcaron el cielo gris. Iban en busca de su presa. Los chacales ya sobrevolaban la Moneda.
Víctor bajó del auto en el estacionamiento. Un momento antes, se había resignado a perder para siempre la sintonía de Magallanes. La radio, en su última exhalación de vida, había suspirado la voz grave y agitada de los Quilapayún, cantando: "Y ahora el pueblo/ que se alza en la lucha/ con voz de gigante/ gritando: ¡Adelante!/ ¡El pueblo unido/ jamás será vencido!...".
(La nota completa en la edición gráfica)
El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.
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