El hallazgo de un viejo cuaderno con renglones es la punta del ovillo de esta historia. Sobreviviente del saqueo militar, el cuaderno ocultaba un tesoro: una treintena de poemas de puño y letra de Carlos Aiub, militante del Movimiento Revolucionario 17 de Octubre (MR-17), poeta, desaparecido. Ese cuaderno es diálogo, encuentro y pliegue en el tiempo con el autor de esta nota, Juan Aiub Ronco, hijo del poeta. (Publicado en Sudestada Nº 67 - Abril 2008) por Juan Aiub Ronco
Con el paso del tiempo, la historia parece albergar en sus entrañas apenas un puñado de nombres perdurables. Nombres que aparecen, irremediablemente, en cuanta semblanza o biografía americana pueda escribirse; en cuanta narración o poema pueda parir algún artista de nuestro continente, en cada imagen o fotografía que nuestra memoria repita, una y otra vez, como un estigma. La figura del Che Guevara, su vida, su pensamiento, sus actos constituyen la materia prima más consistente para cualquier poeta desesperado, necesitado de ejemplos a seguir, urgido de modelos de hombre y de militante. La historia del Che parece escrita con la misma inasible tinta utilizada por los más grandes escritores de nuestro tiempo para sus mejores clásicos, y su textura permite comprender el relieve de una época en cada una de sus páginas, desde su bellísimo desarrollo hasta su triste epílogo. Una historia cautivante, de esas que el mismo Ernesto leía en su juventud, aquellas novelas de aventuras que fueron moldeando la personalidad de un joven revolucionario cuya existencia hoy no puede ser soslayada ni siquiera por sus más acérrimos enemigos.
El 14 de junio de 2003 en La Habana, en el marco del 75º aniversario de su nacimiento, el poeta Roberto Fernández Retamar anunció la publicación de un conjunto de textos inéditos, compilación bautizada como Ernesto Che Guevara, sobre literatura y arte. Los trabajos agrupados allí reflejan uno de los aspectos menos conocidos de la obra del Che: se trata de versos, narraciones, ensayos y notas críticas relacionadas con las letras y la cultura. Este material, desconocido en su mayoría hasta ahora, no hace más que confirmar el notable interés que despertaba en un joven Che (muchos de los textos pertenecen a la etapa de su viaje por México, antes de su arribo a Cuba) la literatura primero, elemento que se hizo evidente en muchos de sus discursos y escritos políticos; y la cultura después, como universo de ideas decisivo en su tarea por la construcción de un hombre nuevo.
La compilación organizada por el Centro de Estudios Che Guevara reúne un sinnúmero de trabajos ligados de alguna manera con la pasión del guerrillero argentino por las letras: desde un ensayo analítico del Canto General de Pablo Neruda (al que define como "un repaso a todo lo nuestro desde los gigantes geográficos hasta las pobres bestezuelas del señor monopolio"); hasta los apuntes de un diccionario de filosofía que comenzó a delinear a los 17 años (con semblanzas de Lenin, Engels, Schopenhauer, Freud y José Ingenieros, por ejemplo). De sus apuntes de lectura sobre las obras de Goethe, Cervantes, Sarmiento y José Hernández; hasta los borradores de 1956 de su inconcluso libro La función social del médico en América Latina, cuya escritura motivó su trabajo en un leprosario en el norte peruano.
De la totalidad del material inédito, sobresalen sus opiniones sobre dos clásicos como Facundo y el Martín Fierro. "Efectivamente, Sarmiento era un hombre genial. El Facundo lo atestigua", afirma un joven Ernesto en su tránsito por tierras aztecas en 1954, opinando sobre un texto fundante de la literatura argentina además de plantear la inevitable contradicción que surgía, en el caso de Sarmiento y en el de muchos otros también, entre su obra y su desempeño político: "De su obra histórica habrá que recordar su amor por la educación popular; de su obra política, la entrega de Argentina a la voracidad imperialista de los ferrocarriles; de su obra literaria, la que hará que su nombre sobreviva aun cuando todo lo demás quede olvidado, el Facundo". La lectura del Martín Fierro también llevó al Che a destacar la parábola de aquel gaucho matrero, protagonista de "un grito de angustiosa rebelión" en su primera parte; pero también envejecido y vencido por la vida en la segunda: "A pesar de que los consejos son el reflejo de su claudicación de lucha, todo el Martín Fierro constituye el instrumento artístico de protesta, por el que una clase derrotada hace su intencionada defensa".
(La nota completa en la edición gráfica)
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