Esta es una historia de cruces y paradojas. Los protagonistas son, a la vez, hacedores y personajes de una trama de enredos varios. Julio Cortázar, Ernesto Guevara y Jack London se saludan en un diálogo literario y político donde la imaginación impone sus reglas. Las ilustraciones que acompañan estos textos pertenecen al cuento cortazariano "Reunión", en la versión ilustrada a cargo de Enrique Breccia, publicada recientemente en España por el sello Zorro Rojo. Por Hugo Montero
Aburridos de tanta página inerte, los cronopios agarran la historia y se ponen a jugar. Cruzan lecturas, alteran tiempos, mezclan las cartas de un mazo inasible, para dar cuenta de una historia que está llena de flechas, aunque no haya pieles rojas de por medio. Resulta que Ernesto Guevara leyó a Jack London, que Julio Cortázar leyó a Guevara y también a London y que el Che leyó, a su vez, a Cortázar. ¿Cómo es esta ensalada de cronopios? ¿Dónde empieza este juego que no tiene reglas ni formularios, que es puro relieve y pura lectura? Citemos, al menos como formal mecánica, un punto de partida. En cualquier tiempo, en su juventud, si los famas insisten en exigir algún tipo de precisión a este relato, un pibe de nombre Ernesto lee un cuento de Jack London llamado "Encender una hoguera", cuyo escenario es el gélido Yukón. Mucho tiempo después, el mismo joven recuerda ese cuento y no en cualquier momento, lo hace en un instante preciso: a poco de naufragar en tierras cubanas con el yate Granma, acompañado por un puñado de revolucionarios que se empecinan en combatir a un ejército entero. Durante la balacera, Guevara es herido. Mientras intenta adivinar la gravedad de su estado, se arrastra hasta dar con un mínimo reparo. Caprichosamente, London se cruza por su memoria: Recordé un viejo cuento de Jack London, donde el protagonista, apoyado en un tronco de árbol, se dispone a acabar con dignidad su vida. Eso escribe Ernesto en La sierra y el llano, en 1961.
Lejos de allí, en París (ubicación geográfica requerida por los famas, alterados ante la ausencia de orden alguno), otro argentino lee La sierra y el llano y sus ojos se topan con la cita de London, y el tipo sonríe y subraya esas líneas y su imaginación se dispara. Para 1964, Julio Cortázar termina un relato llamado "Reunión" que tiene como protagonista a ese otro lector de London de apellido Guevara. Inicia el relato, de hecho, con el recuerdo cruzado del guerrillero argentino, herido durante el enfrentamiento. Mucho hemos leído ya sobre "Reunión"; quizá lo importante ahora sea mencionar que quien narra ese cuento es el Guevara parido por la imaginación de Cortázar con su estilo libre y lúdico. Guevara se mete, sin saberlo, en la máquina de escribir de Cortázar para mezclarlo todo. Tiempo después, dicen algunos, el Che lee el cuento de Cortázar. Al parecer, no le ha gustado. En una carta dirigida a Roberto Fernández Retamar en julio de 1965, el escritor señala: "Me divirtió mucho la historia de tu conversación con el Che en el avión... Es natural que al Che mi cuento le resulte poco interesante (no lo dices tú, pero yo había recibido otras noticias que me lo hacen suponer). Una sola cosa cuenta, y es que en ese relato no hay nada 'personal'. ¿Qué puedo saber yo del Che, y de lo que sentía o pensaba mientras se abría paso hacia la Sierra Maestra? La verdad es que en ese cuento él es un poco (mutatis mutandis, naturalmente) lo que fue Charlie Parker en 'El perseguidor'. Catalizadores, símbolos de grandes fuerzas, de maravillosos momentos del hombre. El poeta, el cuentista, los elige sin pedirles permiso; ellos son ya de todos, porque por un momento han superado la mera condición del individuo".
¿Leyó Guevara el cuento "Reunión"? No lo sabemos a ciencia cierta, apenas conocemos comentarios de segunda mano sobre una supuesta lectura que resultó "poco interesante". Tan sólo eso. Repasemos hasta ahora (lo exigen, casi de rodillas, unos famas que se han enredado con la madeja del relato y se caen ahora, boca abajo por la pendiente de estas líneas vagas): Guevara lee a London, Cortázar lee a Guevara, Guevara lee a Cortázar. Avancemos.
Para Cortázar, "Reunión" es algo más que un cuento con un personaje reconocido mundialmente. Para el autor de Rayuela, fue también una bisagra en su creciente interés político: "'Reunión' es un cuento que yo jamás habría escrito si me hubiera quedado en Buenos Aires ni en mis primeros años de París, porque no me hubiera parecido un tema, no hubiera tenido ningún interés para mí. En cambio, en ese momento, el tema de ese relato me resulta absolutamente apasionante, porque yo traté de meter ahí, en esas veinte páginas, toda la esencia, todo el motor, todo el impulso revolucionario que llevó a los barbudos al triunfo". Bien, entonces el Guevara-protagonista del cuento del Cortázar-lector termina transformando al propio autor (¡el personaje ficcional engendra a su autor real!, se sorprenden los famas), empujándolo al dilema de la militancia, al desafío de expresar sus opciones ideológicas, a dar ese paso necesario para intentar aportar, desde su talento y capacidad, algo (mucho, poco, eso no importa ahora, salvo a los famas, que insisten) al mismo universo ideológico de Guevara.
Saltemos con el relato a otra parte, obviemos los calendarios, ignoremos por un momento el rostro desencajado de los famas ante semejante afrenta contra las efemérides, y viajemos hasta marzo de 1974. Abramos la revista Crisis en el artículo titulado "Estamos como queremos o los monstruos en acción", firmado por nuestro conocido Julio Cortázar. Allí, el escritor elige a dos personajes de 62 Modelo para armar para que lo entrevisten. "Me acuerdo ahora de que en ese cuento mío que se llama 'Reunión', el Che sentía que un determinado cuarteto de Mozart contenía el dibujo de sus ideales y sus esperanzas. Y a propósito, supongo que saben que la Junta chilena me quemó un librito de bolsillo que incluía a 'Reunión' entre otros relatos y que se iba a vender en los quioscos por unos centavos, como parte del formidable trabajo que estaba cumpliendo el gobierno en el plano de la cultura popular. Cuando leí que también los libros de Jack London habían caído en la hoguera me quedé estupefacto, pero después me acordé que mi cuento tiene un epígrafe de La sierra y el llano en el que el Che piensa en un personaje de London, y deduje que entre él y yo lo arrastramos a las llamas al pobre Jack, vos fijate las atrocidades de que es capaz la pérfida literatura marxista...", comenta con ironía.
(La nota completa en la edición gráfica del especial #2)
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