En cientos de retratos, el Che se asoma al presente argentino con los gestos de un pasado que lo tuvo como protagonista excluyente. Esos instantes son patrimonio de un grupo de fotógrafos cubanos que expuso en Buenos Aires su colección de retratos de un revolucionario sin tiempo. Por Martín Latorraca
"Si estuvieras aquí, todo sería muy distinto", se lee, en desprolijo manuscrito, en uno de los cuadernos que los organizadores de la muestra dejaron para que cada uno de los asistentes expresen sus sensaciones. Y las sensaciones que generan las fotos del Che en la exposición, instalada en el Centro Nacional de la Música, más de medio centenar de imágenes escogidas por once fotógrafos sobre Guevara en Cuba antes de su partida al Congo, dejaron en los miles de visitantes, en su mayoría jóvenes, una parte del pasado del Che alejado del ícono. Sudestada conversó con Liborio Noval, quien fotografío al Che como ministro, pero también en el trabajo voluntario y con su familia; y con José Alberto Figueroa, asistente de Alberto Díaz Gutiérrez, más conocido como Korda.
¿Qué le llamó más la atención en esta muestra en Buenos Aires?
Para mí fue una sorpresa. Desde el mes abril nos dijeron que querían la exposición que se había hecho en París y que había recorrido tres ciudad de Francia en mayo de 2003, y que cerró en La Habana; y pensamos que la exposición ya había cumplido el cometido por el que se hizo: el 75 aniversario del nacimiento de Che. Pero nos llegó la idea de traerla a Argentina, aunque también la habían pedido de Finlandia. Digo una sorpresa porque era la primera vez que el Che, argentino, estaba en Argentina en fotografías. Sin entrar en cuestiones políticas, hubo una época en Argentina que no iban a dejar colgar una efigie del Che, por problemas que todo el mundo conoce. Eso cambió y ahora hay una oportunidad de poner una efigie del Che para que los argentinos conozcan al otro argentino. Y ver la cantidad de gente joven que ha venido a ver esto es gratificante.
Yo siempre he dicho que nunca pensé en hacer historia, y a veces te ponen un cartelito de que tú eres histórico, pero tú no lo sabías. Uno se da cuenta con el tiempo que estuvo haciendo la historia de nuestra revolución y de nuestro país. El Che se convirtió en un ícono con la famosa foto, pero cuando las personas ven las demás fotos, descubren al ser humano. Este Che es el ser humano que lo vimos cotidianamente hacer un montón de cosas, trabajando, en un discurso, en una fábrica, con sus hijos, en una concentración. Ese es el Che que nosotros conocimos y que retratamos sin pensar en absoluto que estábamos haciendo otro cosa más que tirar fotografías para un periódico dentro de una revolución.
En la muestra ustedes señalan que al Che no le gustaba ser fotografiado...
Mira, el Che es una especie de incongruencia. El Che hizo muchas fotos en México para poder vivir, iba con una camarita pequeña por la calle y le tiraba fotos a una pareja, a unos niños y luego les pedía la dirección y les llevaba las fotografías a la casa. O le decían que no y perdía la foto. Hubo unos juegos centroamericanos en los que él estuvo trabajando en una agencia de deportes y hay fotos que el Che tiró en esas jornadas. Después vino a la sierra como médico, y tuvo que escoger entre una bolsa de medicina o una de balas. Lo estaban atacando, y cogió la bolsa de balas. Luego subieron muchas cosas a la sierra y entre ellas una cámara porque hay algunas fotos tiradas por el Che, más otras que le tiraron a él. Siempre trataba de tener una camarita. Como en los viajes no llevaba prensa o fotógrafos, se hizo en Cuba a través de la familia, una exposición de 200 fotografías que se expusieron primero en la Casa de las Américas, después en la antigua Fortaleza de La Cabaña y luego de recorrer varios países, se hizo un libro con fotos tiradas por Che, un aficionado al que le gustaba la fotografía. Pero no le gustaba que lo retrataran. Él veía que tu le estabas tirando tres ó cuatro fotos en una actividad y tranquilamente te decía "ya me tiraste cinco fotografías, no gastes más películas". Y en aquella época en el periódico, tú tenías que ir a una actividad y tenías que tirar a Fidel, al Che, a un ministro, al visitante que estaba ahí; tenías que hacer un reportaje con todos. Si yo estaba en una provincia y el Che tenía una actividad, iba otro fotógrafo, que en aquella época éramos más de veinte. Fidel no tiene un fotógrafo, hay muchos. Yo estuve 44 años tirándole fotos a Fidel, pero había otros. Estaba Corrales, Korda, Ernesto Fernández, Osvaldo y Roberto Salas. Cada uno tuvo su visión y sus cosas, como puede verse en la exposición.
¿Usted ve alguna división entre el ser humano que era el Che y el joven que decide cambiar el bolso de medicinas por un saco de balas?
El Che siempre dijo que los revolucionarios tenían que tenerle amor al ser humano, está escrito. Para liberar al país de la dictadura que nosotros teníamos, tenías que hacer algo. Ese algo era hacer una revolución, una revolución que se convirtió en lucha armada. La única forma de hacerlo en aquel momento era a través de las armas, puede haber otras vías, ha habido otras vías. Les repito que no me gusta meterme en política, qué hizo Allende en Chile y qué le pasó, y fue por otra vía. Después las cosas cambiaron en el mundo, pero en ese momento había que hacer la revolución, que se hizo siempre con un enorme amor hacia la gente, para darle a la gente más escuelas, más educación, muchas más cosas que antes no tenían. La revolución tiene virtudes y errores, no piensen que Cuba es la sociedad perfecta que quiere todo el mundo porque eso no existe. Estamos tratando de hacerla lo mejor posible dentro de nuestra idiosincrasia cubana.
¿Qué impresión les genera a ustedes cuando son entrevistados por periodistas argentinos que se ponen a opinar sobre la realidad cubana, dejando de lado el aspecto fotográfico?
Seguro me preguntas por la entrevista en Canal 7 (en el programa El refugio de la cultura, de Osvaldo Quiroga). El periodista primero se puso a decir que era un admirador de la revolución, que había estado en Cuba, que era muy buena y que tiene educación, salud, que no hay ningún niño que se acueste sin comer; pero que aquello era una dictadura. Bueno, yo le dije que esa es la dictadura que nosotros queremos, la que nos da salud, educación y la que permite que los niños no se acuestan sin comer. Esa es la dictadura que yo quiero. Nosotros fuimos a hablar de fotografía y del Che...
(La nota completa en la edición gráfica)
El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.
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