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Sin frontera. Pequeños Grandes Mundos

"Nos encantaría dibujar como los chicos"

Su bitácora de viaje es un montón de fotos y dibujos de niños y niñas de una treintena de países en cuatro continentes. También recorrieron todas las provincias argentinas con la misma propuesta: acercar a los más pibes la idea de aprovechar la ilustración como modo de expresión, como forma de reconocerse y como vehículo de libertad. Desde hace años, Iván Kerner y Mey Clerici viajan por el mundo coleccionando sonrisas y pequeñas historias regionales. En este diálogo con Sudestada, te cuentan un poco de su vida trashumante y te proponen sumarte a su próxima aventura.

Iván Kerner y Mey Clerici son jóvenes ilustradores, maestros y creadores de la Asociación Civil Pequeños Grandes Mundos, que propone un espacio de conocimiento y encuentro con niños de distintos lugares respetando sus culturas, intereses, percepciones, sueños y modos de comunicar. Desde 2014 recorren el mundo brindando talleres gratuitos de expresión artística a chicos y chicas de primaria en escuelas, bibliotecas, hospitales, centros de refugiados y otros espacios de comunidades rurales y urbanas. En dos años viajaron por una treintena de países de Asia, África, Europa y América y durante 2017 se abocaron a trabajar con escuelas rurales de nuestro país.
"Somos privilegiados", afirman a la vez, con la misma ternura con la que hablan, recuerdan el nombre de decenas de niños de memoria y acarician la gata de una casa que no es suya en la Ciudad de Buenos Aires. Su memoria es un tejido de voces y caminos recorridos de a dos al que aluden siempre en primera persona del plural. Tal vez porque no conciben otra manera de vivir y luchar en un mundo injusto y desigual que no sea colectiva, generando puentes entre ellos y con los otros.
Después de haberse enamorado y recorrido cuatro continentes, tienen pensado irse a vivir a un pueblo en Traslasierra, Córdoba, sin cronogramas ni relojes. Probablemente sigan haciendo lo que más les gusta en la vida, pero no lo saben; los pibes y pibas les enseñaron a no quedarse quietos nunca y a no planificar demasiado: el amor es su único norte.
Entre mates, recuerdos y dibujos sonríen con complicidad y relatan sus experiencias de arte y juego con los niños en esa búsqueda constante de espacios creativos para transformar su realidad. Un intento de construir infancias libres y soñadoras que Mey lleva tatuado en los brazos con los que gesticula, dibuja y se vincula con los demás: el contorno de un lápiz y la frase en cursiva "siempre jugar".
–¿Cómo surgió Pequeños Grandes Mundos?
–M: Iván tuvo la idea. Él era docente en la Facultad de Diseño de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y daba talleres para niños y niñas en ferias de libros y diversos festivales. Yo estudié el profesorado de Bellas Artes y llevaba un tiempo largo trabajando en colegios. Nos conocimos en 2013, en un proyecto de Paka Paka que se proponía brindar talleres de arte en las escuelas públicas de la Ciudad y el conurbano bonaerense. Ahí fue cuando a él se le ocurrió empezar a compartir esas experiencias artísticas en el resto del país y el continente, y para arrancar me contactó a mí y a otros ilustradores con experiencia en educación e infancia. Pero los primeros meses recorrió América Latina solo y chateábamos a distancia.
–I: A la altura de México, después de conversar durante meses por WhatsApp todas las noches, nos enamoramos. Mey dejó todo acá y se sumó a lo que, desde ese momento, sería un proyecto de los dos: viajamos por 32 países durante dos años.
–¿En qué consiste la propuesta que les hacen a los chicos y chicas apenas llegan a cada sitio?
–M: Estamos alrededor de una semana en cada lugar. El primer encuentro siempre es de juego y relajación para que los niños y niñas se suelten. Nosotros hacemos un ejercicio teatral en el que dibujamos personajes, discutimos cómo deberían ser sus caras y ellos nos indican cómo quieren que sea la nariz, la boca, las orejas, el pelo, etc. Lo importante es que se sientan libres de dibujar. Una vez creado el clima los invitamos a realizar un mapa de vida, a contar quiénes son a través de un dibujo: cómo es su escuela, cómo es su barrio, cómo se compone su familia, qué les gusta comer. El segundo día les proponemos hacer un retrato de ellos mismos como a cada uno le guste: enojados, sorprendidos, tristes, o contentos, con su cara y su nombre, que es eso que vino con nosotros, que un poco queda para siempre, otro poco va cambiando y es con lo que andamos por la vida.
Al principio lo hacíamos sobre papel y después se nos ocurrió pintarlo en remeras y que los niños y niñas se las queden. Pedimos financiamiento a través de nuestras redes sociales y lo logramos: los chicos y las chicas se fueron súper contentos.

–I: En la tercera jornada realizamos un cuento colectivo, ilustrado a partir de la narración de un saber local. Les proponemos a los niños y niñas que cuenten alguna leyenda popular o que describan lo que nosotros llamamos un "guardián cultural", que puede ser algún héroe o heroína de la comunidad. A partir de ahí armamos esculturas con piedras, ramas y distintos recursos para describir a los personajes. Por ejemplo: en Corrientes propusieron al Gauchito Gil, en Jujuy al Diablo de Carnaval y en Tucumán a la Pachamama...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada... ¿Por qué publicamos apenas un fragmento de cada artículo? Porque la subsistencia de Sudestada depende en un 100 por ciento de la venta y de la confianza con sus lectores, no recibimos subsidios ni pauta alguna, de modo que la venta directa garantiza que nuestra publicación siga en las calles. Gracias por comprender)

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Autor

Solana Camaño