¿Hay otro tango en el siglo XXI? ¿Es el mismo de otro modo o es otro? ¿Es posible componer una música nueva después de Astor Piazzolla? ¿Hay algo más que hacer en la poesía o en el baile? Las condiciones políticas y sociales actuales son otras. No está aquel suelo de los años treinta y cuarenta, un suelo helénico, de grandes poetas, enormes músicos, bailarines brillantes, voces magníficas. En la misma tierra, en el mismo instante, estaban Aníbal Troilo, Homero Manzi, Hugo del Carril...
¿Hay otro tango en el siglo XXI? ¿Es el mismo de otro modo o es otro? ¿Es posible componer una música nueva después de Astor Piazzolla? ¿Hay algo más que hacer en la poesía o en el baile? Las condiciones políticas y sociales actuales son otras. No está aquel suelo de los años treinta y cuarenta, un suelo helénico, de grandes poetas, enormes músicos, bailarines brillantes, voces magníficas. En la misma tierra, en el mismo instante, estaban Aníbal Troilo, Homero Manzi, Hugo del Carril, Azucena Maizani, Mauricio Pacheco, Francisco Fiorentino, Sófici, Charlo, Niní Marshall, Amadori, Discépolo, el Cachafaz, Ada Falcón, Nelly Omar, Ignacio Corsini, Miguel Caló, Pepe Arias. Imposible escribirlos a todos.
Inventaron la cultura popular de la Argentina moderna. Se inventaron junto con el pueblo, también moderno, de genealogía variada, uno y otro. Todo junto y a la vez, como en la Grecia del siglo v antes de Cristo; el pueblo y su propio arte y sus propios artistas.
El yerro sobre la piel es profundo. Piazzolla tuvo que remar y remar con sus brazos potentes de italiano testarudo, y así y todo, con el reconocimiento del mundo entero y de los músicos de ese mundo entero, y así y todo, aún hay quienes lo ven lejos del tango, culpable de su decadencia. Responsable por querer otra cosa. Pero entró en la lista, como uno más de aquellos que escribieron La Ilíada y La Odisea, uno más por su prepotencia, por su querer adentro del tango y adentro del bandoneón. Aunque algunos todavía lo vean lejos, Piazzolla está todo entero adentro de la Argentina del tango. Todos aquellos que estaban más Piazzolla.
Entonces, ante tanto cielo, ¿cómo seguir?
Las décadas de 1970 y 1980 fueron las peores. La dictadura militar agregó mucha oscuridad donde ya la había. Una verdadera Edad Media: suplicio, azotes, persecución y muerte. Mucha muerte. Levantar las manos ante cada pedido, no andar de a tres, no decir lo que pudiera ser inconveniente a los oídos de esas bestias de uniforme.
Y el tango, sin saber bien qué hacer después de la vanguardia y con oídos muy acostumbrados a lo ajeno, a obedecer en otro idioma. Los pies en el aire que inventa el rock, y el abrazo olvidado y el tango padeciendo en las cantinas con voces exageradas y ruido a milanesas y a flan con dulce...
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)
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