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Diez Preguntas

Leonardo Padura: "Siempre estoy entre dos fuegos"

Referente de la literatura latinoamericana y reciente ganador del Premio Princesa de Asturias, el cubano Leonardo Padura aporta una mirada original sobre el pasado y el presente de su país. Tironeado por los debates que abre la revolución, Padura dibuja una obra con identidad propia y ofrece, en esta entrevista exclusiva, algunas opiniones sobre el futuro y su trabajo como observador de la realidad cubana.

1. En muchas de tus novelas se impone un clima que parece mixturar la melancolía con el desencanto… ¿Es posible contar a Cuba por fuera de esos climas o sensaciones?

-Por supuesto que sí. Depende de cómo el autor ve y refleja una realidad, cómo la vive, cómo es capaz de asimilarla. Mis personajes son dramáticos, tienen conflictos con su época, su sociedad, y expresan algunas de sus reacciones a través del desencanto, la nostalgia, la melancolía, el sentido de derrota, la incertidumbre de futuro, la lucha cotidiana por la supervivencia. Pero esa no es la única realidad cubana, aunque, con toda sinceridad, es una que veo y constato entre la gente, desde las personas más normales de mi barrio hasta muchos intelectuales con los que me relaciono. El problema es que para un sector de los que manejan la opinión soy demasiado tibio, y para otros demasiado caliente, y siempre estoy entre dos fuegos que vienen de los extremos del diapasón político cubano interno y externo, pero no puedo traicionar mi visión de mi realidad por complacer a unos u otros, y asumo como resultados lógicos algunos de esos ataques que, incluso, llegan a lo personal. En fin: la "realidad" de mis libros no es toda la realidad, pero también es la realidad.


2. ¿Te animás a mencionar hoy cuál es la característica en común de todas tus novelas, la línea sensible que te identifica como autor?

-Quizás la mirada a la sociedad cubana actual y a los procesos que nos han llevado a esta situación. Siempre tratando de verlo en una perspectiva lo menos política posible, más bien social, y lo menos local posible, más bien universal. Creo que escribo desde una experiencia personal y una experiencia colectiva y, de muchas maneras, reflejo un estado de ánimo y pensamiento bastante extendido, aunque, repito, esa mirada no complazca a los que quieren que piense como ellos y no sea la única posible sobre Cuba. Nadie tiene toda la verdad y ninguna novela es sobre toda la verdad.


3. Con la lectura de El hombre que amaba los perros se impone, indefectiblemente, la mirada sobre ese momento en que una revolución se desvía y se degenera… ¿Qué certezas políticas te dejó el proceso de investigación de esa novela y qué nuevas preguntas te generó?

-El resultado de todo el largo viaje de investigación, escritura y confrontación pública de la novela me ha dejado huellas muy profundas. He podido conocer mucho sobre lo que fue el socialismo en Europa del este, las esencias y métodos del estalisnismo, algo de lo que no se hablaba y aún casi no se habla en Cuba. He podido aprender que la gran utopía del siglo xx se pervirtió porque no se puede construir una sociedad mejor sobre la represión y falta de libertad que Stalin introdujo en el modelo. He aprendido también que es necesario refundar una utopía, pues el hombre no puede vivir en medio de una total sensación de derrota y exige encontrar un espacio político y social en el cual pueda tener el derecho a soñar, a buscar, a equivocarse, pero con libertad. He aprendido que muchos, muchos cubanos han aprendido junto conmigo esas lecciones y al leer la novela me lo han expresado más o menos así: "Te agradecemos que la hayas escrito pues hemos aprendido de nuestra vida y nuestra historia cosas que no conocíamos o no nos permitieron conocer"...


(La mota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Hugo Montero