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A fondo

Horacio Verbitsky: "Me llevo bien con las contradicciones de este gobierno"

Referente del periodismo de investigación, Horacio Verbitsky se impone como lectura obligatoria para comprender el presente político. En una entrevista sin desperdicio (realizada días antes de la renuncia de Randazzo a su candidatura presidencial), opina sobre el futuro de Cristina y el kirchnerismo, el caso Luciano Arruga y la política de seguridad del gobierno, el tema Milani, la controversia con Bergoglio, la denuncia de Levinas en su contra, las similitudes y diferencias entre Scioli, Massa y Macri, el recuerdo de los compañeros y anticipa su voto en las próximas elecciones presidenciales.

En la penumbra de una oficina sin ventanas, sobresalen dos imágenes. En una, un joven periodista de polera y pelo largo escolta a un veterano Juan Perón. Ninguno sonríe para la cámara, por el contrario, los dos parecen replicar el mismo gesto serio y distante. En la otra, el mismo periodista –ya pleno de canas y de años– tiene su rostro entre las manos de Néstor Kirchner, en un gesto casi paternal. Los dos son pura sonrisa y guiño cómplice. Cuatro décadas separan una foto de la otra, pero el único sobreviviente es el periodista. En ese tiempo, la influencia de Horacio Verbitsky como investigador se potenció hasta transformarse en una de las voces claves para comprender el presente político. De hecho, no hay forma de seguir las alternativas de la gestión kirchnerista sin leer con atención sus artículos en Página/12. Desde ese espacio, defiende el proyecto de gobierno pero no se priva de cuestionar la política de seguridad en la provincia de Buenos Aires, la designación del general César Milani como jefe del Ejército o la entronización de Jorge Bergoglio como nueva estampita oficialista.

En esta extensa entrevista con Sudestada, Verbitsky se ocupa también de la denuncia de su próximo biógrafo, Gabriel Levinas, y opina sobre las contradicciones de un modelo que se acerca al desafío electoral con algunas dudas y otras tantas certezas a cuestas...


–¿Observás alguna diferencia sustancial en los proyectos referidos al tema seguridad entre el discurso de Scioli, Macri y Massa?

–[Larga pausa] En primer lugar, el hecho de que unos estén en el gobierno y otros no hace muy difícil la comparación; son realidades distintas. Ahora, en el discurso claramente hay un desequilibrio a favor de Massa en el sentido de plantear permanentemente políticas más autoritarias, más represivas y menos respetuosas de la Constitución. Es el único candidato que propone la pena de muerte y sin juicio previo; esto es una novedad en la política argentina. Esa es una diferencia apreciable. El tipo de ataque a los jueces que realiza también lo singulariza del resto de los candidatos. Yo soy muy crítico de la política de seguridad de Scioli, más aún con ese Ministro disfrazado de sheriff [Alejandro Granados]… No quiero decir nada que le moleste al Inadi, pero con ver una foto todo el mundo se va a dar cuenta de lo que quiero decir. Pero me parece que, de todos modos, aún así, si Scioli es Guatemala, Massa es Guatepeor…

–¿No te parece significativo que los tres principales candidatos a la presidencia hoy pertenezcan a una misma matriz política?

–Pero me parece que son contextos distintos. Sería un error equipararlos y un reduccionismo decir que los tres son lo mismo, no es así. Me parece que los candidatos del Frente para la Victoria (FPV), los dos que quedan, no son iguales a Massa y a Macri. Macri, por intereses de clase, por compromisos, por ideología, y Massa por demagogia, por deseo de abrirse paso con un discurso populista extremo, plantean las cosas en términos muy distintos a lo que plantean los dos candidatos del FPV. Y además, en el caso de Macri se puede ver su práctica porque las cosas que ha hecho con las clases más desprotegidas han sido muy duras: el uso de una policía que tiene carta blanca para reprimir cualquier movilización social –como en el Parque Indoamericano y en el desalojo del Borda o del Teatro San Martín–, el jefe que tuvo [Fino Palacios], la selección de personal que incluye militares y personal con sumarios y cargos graves en otras fuerzas de seguridad por su desempeño anterior, muestran una voluntad de policía brava. Ya hay una experiencia, y la concepción del espacio público es limpiarlo de "presencias indeseables". Había una película de Lucas Demare llamada Detrás de un largo muro, de los años cincuenta. Cuando fue derrocado Perón no hubo una política de mejoramiento de la situación de las villas, sino de ocultamiento: se construían paredones para que no se vieran. Por el lado de Macri hay mucho de eso, si bien ha tenido que retroceder en algunas cosas porque ha habido resistencia, la idea de desalojar la villa de Retiro para entregar esas tierras a la corporación inmobiliaria, como era el plan, fracasó por la resistencia de la gente. Porque llegan estos próceres del neoliberalismo con sus planes de escritorio y después los tienen que aplicar en la realidad. Y en la realidad hay gente, y no pueden. Ahora, en el camino, hacen desastres.

Me parece que en el FPV hay mayor comprensión del fenómeno social. Por supuesto, son discernimientos necesarios para no cometer errores políticos graves, pero que tienen un componente ético complicado porque se corre el riesgo de que alguien piense que se están idealizando las políticas del FPV, y en el caso del CELS no hay nada de eso. En absoluto. Nosotros somos muy críticos; ahora, en alguna instancia, como en este caso tu pregunta en la que de alguna manera se iguala, ahí es necesario este discernimiento porque no es lo mismo. Y si hay algo que la Argentina nos ha enseñado es que siempre las cosas pueden ser peores, y hay que tener cuidado con eso. No son todos iguales, hay diferencias. A mí no me gusta ninguno, pero no son todos iguales...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)


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Autor

Hugo Montero