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Malditos: Eduardo Coutinho

El antropólogo salvaje

Llegan los milicos, la filmación es violentamente interrumpida y el material, secuestrado. Equipo técnico y actores huyen en desbandada, algunos son capturados prisioneros, otros pasarán a la clandestinidad a partir de ese momento.

Es el 1 de abril de 1964. La noche anterior, un golpe de Estado derrocaba al presidente Joao Goulart y una dictadura, que duraría hasta 1985, comenzaba en el país más grande de Sudamérica. El set es un escenario natural en el nordeste brasileño, en el que se está filmando Cabra marcado para morrer (Hombre marcado para morir), una ficción basada en hechos reales: el homicidio, por orden de terratenientes, de Joao Pedro Teixeira, un líder campesino de la zona, ocurrido poco tiempo antes. La producción está a cargo del Centro Popular de Cultura de la Unidad Nacional de Estudiantes, y del Movimiento
de Cultura Popular de Pernambuco. Quienes ofician de actores son campesinos del lugar, y algunos de los
mismísimos protagonistas de los hechos que interpretan sus propias vidas, como por ejemplo Elizabeth Teixeira, la mujer del dirigente asesinado, y también sus hijos. El director se llama Eduardo Coutinho, tiene 30 años, y logra darse a la fuga a campo traviesa.

Para entonces Coutinho, nacido en 1933 en San Pablo, ya se había iniciado en el periodismo, tenía conocimientos de teatro y había estudiado realización y montaje en el Institut des Hautes Études Cinématographiques de París. En 1960 regresa a su ciudad natal, donde colabora con el Centro Popular de Cultura (CPC). Dos años después se muda a Río de Janeiro e interviene como director de producción en la película Cinco vezes Favela, una obra colectiva
considerada fundamental para el advenimiento del Cinema Novo. Ese mismo año filma una manifestación de protesta por la muerte de Joao Pedro Texeira, y el CPC le ofrece la dirección de una película sobre la vida y lucha del campesino, la que comenzó dos años más tarde y quedó -momentáneamente- trunca por la intervención de los uniformados. En los años posteriores, realiza varias colaboraciones con León Hirszman y dirige algunas ficciones: ABC do amor (1966, junto a Rodolfo Kun), O homem que comprou o mundo (1968), y Faustao (1971); ejerce como periodista para Jornal do Brasil, y se une al
equipo televisivo Globo Repórter de la Red Globo.
En 1976 participa del guión de Doña Flor y sus dos maridos, adaptación de la novela de Jorge Amado
dirigida por Bruno Barreto. A pesar de su obra de ficción, es a partir del trabajo en un programa de documentales para televisión producidos por Globo Reporter que se interesa por el documentalismo. Esa fue su escuela, donde aprendió a conversar con las personas, y a filmar en cualquier circunstancia.

Reinventarse a sí mismo

El oscuro brazo de la represión y la censura no fue absoluto. Algo del material filmado en 1964 pudo
salvarse, milagrosamente. Ciertas tomas, un puñado de fotografías conservadas por un integrante del
equipo. Coutinho se encuentra con esas imágenes, y a principios de los años ochenta regresa al lugar de
los hechos para concluir la película desde una óptica de trabajo muy diferente. Llega sin un guión previo
pero con varias ideas en la cabeza, con el propósito de reencontrar a los campesinos que habían trabajado
en la filmación. Su propósito es completar, de algún modo, la historia de Joao Pedro Teixeira, la del movimiento agrario que surgió a principio de los años sesenta, y también contar las historias de vida de los participantes de la película después de la perturbación militar en escena.

(La nota completa en Sudestada N° 130 - julio de 2014)

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Autor

Pablo Russo