Ahí andan todavía. Inquietos, molestos, incómodos. Los encasilladores pierden la paciencia. No saben por dónde empezar a definir a esta revista. Prepotean, apuran, te corren, buscan quién está detrás, qué oscura mano negra se oculta desde hace doce años y medio a la sombra de una publicación alternativa. No pueden entender, les cuesta asimilar que la realidad sea otra. Que no haya detrás un puntero ambicioso, un partido de tesorería generosa, un mecenas bohemio. Los tipos señalan con el dedo, exigen subordinación detrás de su proyecto, que no es el nuestro. Está claro, no estamos con los mercenarios de la corporación mediática, ni con los gobernadores represores ni con los intendentes del aparato, ni con las sectas de caudillos fatalistas, ni con los empresarios que siempre ganan. Ese no es nuestro proyecto, no entramos en sus prolijos casilleros de la política miope y del universo polarizado y travestista. No entramos en su juego de parecerse tanto al enemigo que detestan. De practicar la propaganda servil y dejar atrás el pensamiento crítico. De caerle simpático al funcionario de turno, de denunciar incoherencias ajenas, pero disimular las propias. No, ni antes ni después de las elecciones entramos en sus casillas.
El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.
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