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Suburbanos

"Seguime, Chango, seguime"

Entrevista con Carlos Chango Torres, el camarógrafo de José de Zer. Rastreando alienígenas, zafando de pozos magnéticos o persiguiendo falsos narcos en la selva, las notas de José de Zer dejaron una huella en la televisión de los ochenta. Pero detrás del cronista había un camarógrafo, el inolvidable Chango, que grabó todo y no se olvidó de nada. Y en esta charla con Sudestada confiesa la verdad de un fenómeno que sorprendía a todos los argentinos un par de décadas atrás.

La noche parece más profunda cuando el remis se detiene frente a una de las últimas manzanas del barrio Don Orione y se escucha la bocina. De un lado, el baldío se pierde en la oscuridad por donde apenas se adivinan las luces lejanas de la Monteverde. Del otro, los monoblocks del barrio se tiñen todos de un mismo color grisáceo, apagado, que envuelve de noche a una señora que apura el trote para llegar al auto. Una vez adentro la pasajera, el chofer del remis arranca y se desliza por las calles internas del barrio sin prisa. ¿Sabe la señora del barrio quién ese remisero de pocas palabras que la transporta? ¿Sospecha acaso de una lejana historia que arrastran al chofer y su memoria por un laberinto de ovnis, gnomos malditos y casas embrujadas? ¿Conoce la señora el pasado de este remisero que alguna vez fue el fiel escudero de un viejo hidalgo periodista, cazador de fantasmas, muy lejos de la noche de Claypole, que va quedando atrás?

No, la señora no sabe nada. Apenas si escuchó hablar alguna vez de este tal Carlos Torres, dueño de una agencia de remises en pleno barrio Don Orione, chofer de pocas palabras. No sabe porque no imagina que el remisero es el famoso "Chango", el camarógrafo que quedó en la historia de la televisión de los ochenta por acompañar al periodista José de Zer en sus odiseas detrás de la huella de los alienígenas en Argentina que siempre, vaya casualidad, elegían las cámaras de Nuevediario para presentarse y dejar rastros cargados de misterio.

El Chango Torres se sentó en el comedor de su casa de Don Orione frente a un cronista de Sudestada para confesar los detalles de una experiencia única que, como todas las cosas, tiene un punto de partida definido: "Todo comenzó una mañana de café en Villa Carlos Paz. Por ese tiempo, José se dedicaba a cubrir notas de espectáculos. Íbamos a Mar del Plata, a Córdoba a hacer distintas notas de temporada, y esa mañana leíamos los diarios zonales. José vio una foto del cerro Uritorco y, al lado, una mancha en el cerro El Pajarillo, que está muy cerca. Se decía en la nota que allí había aterrizado un plato volador y por eso estaba quemado todo el pasto. Entonces a José se le ocurrió ir a ver qué se podía hacer en ese lugar, ya que estábamos cerca. Y fuimos esa mañana", relata el Chango, que había entrado a Canal 9 en 1966 y se había desempeñado en casi todos los oficios disponibles detrás de la cámara: ayudante a los 16 años, después laboratorista, compaginador, iluminador y camarógrafo B, hasta que en 1975 consiguió el ascenso a la A del noticiero.

"Llegamos, hicimos un plan de trabajo, y fuimos mostrando primero un poco, investigando un poco más, y ahí empezamos una cadena de sucesos sobre platos voladores en Capilla del Monte. Apenas llegamos al lugar, José pensaba en cómo le podíamos dar un poco más de vida a la noticia. Entonces lo que hicimos fue juntar cascarudos de la ruta, que cuando se mueren quedan secos, vacíos por dentro. Tiramos los bichos sobre la mancha y en la nota nos sorprendíamos de lo seco que estaban. Había algo que les chupó la energía, decía José después."

Lo que había comenzado como una nota "de parrilla", como para atajarse por un día sin demasiadas noticias con los famosos, se transformó en el impacto televisivo de la década: a partir de aquellas primeras notas en el cerro Uritorco...

La nota completa en Sudestada Nº 35.

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Autor

Hugo Montero