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Teatro

Cuando el teatro se ríe de la televisión

Sus primeras presentaciones fueron en pubs, y con los años, entre premios y giras por todo el país, llegaron a la calle Corrientes. Sin embargo, pagan el precio de mantener vivo su espíritu under. El grupo Zapping, exponente del music hall porteño, habló con Sudestada.

A pesar de que sus espectáculos, a primera vista, parecen estar cargados de frivolidades típicas del music hall, el grupo Zapping, con una particular conjunción de humor, coreografía, imagen y sonido, escapa a los márgenes establecidos por el género y se permite criticar -desde la sátira y la ironía- a la cultura masiva y al conformismo social.

Zapping nació a fines de 1992, cuando Carlos Guedes y Christian Barbieri se conocieron en un curso de mimo en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Acorde a sus espíritus inquietos, estos jóvenes se rehusaron a quedarse sentados esperando su oportunidad. Fue así que "se nos ocurrió gestar un grupo de teatro. Juntamos 10 personas más, comenzamos con nuestro propio proyecto y debutamos con nuestra primera formación llamada Bang-Ap music hall", comenta Christian Barbieri. Y sin dejar una pausa en la conversación, Carlos Guedes -el otro pilar fundamental- acota que "una cosa era la idea de formar un grupo para poder estar en un escenario y no depender de nadie, y otra muy distinta era concretarla. Al principio recurrimos a nuestros amigos y familiares, conseguimos préstamos de plata y alquilamos un teatro de Belgrano por tres funciones. Vendimos las entradas en forma anticipada para pagar los gastos de producción, y, finalmente, el 3 de julio de 1993 debutamos". Luego de ello, ya con 7 integrantes, estos artistas pasearon sus shows por diversos pubs, café concerts y por los peores cabarets de la noche porteña.

Durante 4 años la formación original se mantuvo, y con ella sus presentaciones se recluyeron exclusivamente en el clásico musical. Pero sus progresos cualitativos llegaron casi por obligación: "Se fueron 2 de los integrantes y se hizo difícil mantener una formación fija: como nuestros espectáculos se basaban principalmente en las coreografías, era casi imposible despegarse de los pubs. A eso se sumó que las bailarinas siempre conseguían algo mejor y nos dejaban en banda. Es muy difícil hacer que una persona tome como propio un proyecto ajeno", nos cuenta Carlos. Y añade: "Pero en esa época no pensábamos ni remotamente en la calle Corrientes o en algún premio. Nos pagaban por los shows que hacíamos y eso nos permitía invertir en otros nuevos". En el año 2000, por primera vez relegan el musical y comienzan a hacer humor. Estrenan Bang-Ap TV e incorporan contenidos de crítica social a sus obras. Pero de un día para el otro se cierra el Café Concert donde se presentaban y el grupo se queda sin posibilidades laborales. Christian comenta que diezmados y sin trabajo "las opciones eran encontrar algún lugar para hacer presentaciones o disolvernos definitivamente". Fue entonces que Carlos propuso abrir el juego y presentó un proyecto en La Casona del Teatro, en plena calle Corrientes, para montar un espectáculo basado en Bang-Ap TV: "Habíamos gastado todos nuestros recursos en vestuario para las funciones de Bang Ap TV en el pub y como cerró, apenas pudimos hacer cuatro presentaciones. Por eso, para no perder todo lo que teníamos decidimos armar algo nuevo pero reciclando lo anterior. El espectáculo creció en duración pero también adquirió una puesta más audaz ya que incorporó gente proveniente del cine, el diseño gráfico y el teatro tradicional". Ligado a ello, Christian agrega que "la experiencia fue de vital crecimiento porque pasamos de hacer shows en pubs a ser productores de teatro independiente. Potenciamos nuestro papel como guionistas, directores y coreógrafos".

Uno de los aspectos más interesantes de aquel espectáculo era la combinación del playback y la representación de los actores con audios originales extraídos de la televisión. Así, el público tomaba contacto con la frivolidad y la programación repetitiva y carente de contenidos originales, y -paradójicamente- se reía de lo que diariamente consumía.

Sin embargo, este salto a la calle Corrientes no garantizó la popularidad ni la presencia de público. Al respecto, Carlos recuerda que "en el primer año la sala con suerte llegaba a tener 50 espectadores, y con las pocas monedas que entraban pagábamos el aviso del diario. Pero lo dueños del teatro igualmente creyeron en el espectáculo y nos seguían bancando". No obstante, a fines de 2001 Zapping resulta nominado al premio ACE como mejor espectáculo de humor, y Carlos y Christian como al correspondiente a la coreografía. Tras la obtención del primero de estas distinciones, el espectáculo comienza a despegar y es así que logran realizar la temporada estival en Mar del Plata, donde fueron nominados al Estrella de Mar en tres rubros (dirección: Carlos y Christian; diseño de vestuario: Maxi Martin; e iluminación: Matías Canony). Éste último, director de cine y responsable de la parte visual (actualmente se desempeña como iluminador de la obra Loca protagonizada por Inés Estévez y Fabián Vena), obtiene el premio por su puesta de luces. Sobre éste, Matías Canony enfatiza que "si bien competíamos contra ‘gigantes' con capacidad de realizar superproducciones con luces robóticas, nosotros apenas teníamos doce ‘tachos' de luces y cinco pines (luces pequeñas). Pero creo que por la calidad del espectáculo la puesta se pudo lucir con mayor dimensión".

Luego de ello, Zapping se presenta durante dos años alcanzando los 100.000 espectadores. Sin embargo, eso no dio ninguna garantía para continuar en un teatro: "Los productores prefieren cualquier espectáculo protagonizado por alguna ‘momia' de renombre y no otros integrados por jóvenes", sostiene Christian. Y Carlos acota que "no importa si ganaste premios, si te vio mucha gente, si tenés un espectáculo montado y sólo necesitás la sala, lo único que les importa es la proyección de venta de entradas. Una de dos: o aparecés en los medios masivos o estás condenado a pagar seguros por función que son imposibles de afrontar. A esto sumále que la prensa, por ejemplo Clarín o La Nación, no te sacan una nota justamente por todo lo anterior. Y si querés hacer una función de prensa para mostrar tu obra, dependés de que vaya alguien ‘conocido' o de ponerte con $3.000 para que un ‘encargado de prensa' mueva sus contactos. La verdad es que así resulta muy difícil, pero esto es lo que nos gusta y no vamos a dejar de hacerlo"...

La nota completa en Sudestada Nº 35.

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Autor

Aníbal Corrado