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Poesía blindada

Teresa Leonardi. La revolución viene oliendo a jazmín

Con una poesía de imágenes profundas que mira al futuro, la poeta Teresa Leonardi retrata lo que la sociedad salteña deja constantemente de lado: el compromiso social, la voracidad ideológica y la liberación femenina.

La voz de Teresa Leonardi es calma y a la vez contundente. Reconoce el valor del silencio y el peso de sus propias palabras. Pero, a la vez, no niega la ternura. Ella deja que los gorriones aniden en su boca porque conoce la carga que es llevar alas. Quizás por eso, es una poeta ampliamente reconocida en el Norte. Su obra, en libros como Incesante memoria, El corazón tatuado, Rizomas y Noticias de los comulgantes, es la muestra de otra Salta: una de voz femenina y comprometida, ligada a la resistencia y a la transformación.

Nació en esa ciudad en el año 38. Es licenciada en Filosofía y traductora de Francés. Su vida política es inenarrable, pero se puede mencionar que participó del sandinismo en Nicaragua, que es co-fundadora de la Asamblea permanente por los Derechos Humanos (Salta) y que llegó a ser candidata a gobernadora por una coalición de partidos de izquierda. Por último, la generosidad hacia los jóvenes es un rasgo que caracteriza a Teresa Leonardi. Por su respeto y consideración, ha logrado atraer a miembros de todas las generaciones, que la reconocen como maestra. Una breve reseña nunca podría explicar todos los aspectos que rodean a esta escritora, por eso es necesario oír su voz, dejar que nos lleve como Proust por los recovecos de su vida, su amor y su obra.

-¿Cómo fue tu acercamiento a la poesía en tu adolescencia?

-Debemos imaginar cómo era Salta en los años 50 y 60: muy conservadora; yo diría patriarcal, clerical y llena de prohibiciones. Integraba una especie de pandilla de chicas que hacíamos algunas travesuras, por ejemplo, el robo de libros. Éramos muy pobres y teníamos consignas como "la propiedad es un robo". Años después leímos un libro sobre Flora Tristán donde afirma que el que no tiene coraje para robar un libro tampoco puede hacer la revolución. Una amiga había dibujado un pequeño cangrejo, que era el sello de nuestra biblioteca: "La biblioteca prohibida". Te confieso que, en ese entonces, yo era la más miedosa del grupo...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº87 - Abril 2010)

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Autor

Salvador Marinaro