"Cuando sostenemos la posición de que el cine es un arma, muchos compañeros nos responden que la cámara no es un fusil, que esto es una confusión, etc. Ahora bien, está claro para nosotros que el cine es un arma de contrainformación, no un arma de tipo militar. Un instrumento de formación para la base. Este es el otro valor del cine en este momento de la lucha" Raymundo Gleyzer, septiembre de 1973.
Un puñado de personas se ubicaron de frente a la pantalla para asistir a una presentación del film documental de nombre "Raymundo", el pasado viernes 15 de abril, en Lomas de Zamora. Ese puñado de personas presenció el bellísimo trabajo de los realizadores Ernesto Ardito y Virna Molina, donde se relatan los detalles de la vida y de la obra de uno de los nombres más relevantes del cine documental en nuestro país: Raymundo Gleyzer. Cineasta revolucionario, apasionado militante y crítico agudo de su realidad, Gleyzer aparece en la película como un personaje hijo de su tiempo, propio de una identidad perdida a fuerza de muerte y desgarro. Decimos un puñado de personas, y llama la atención hablar en presente, mientras los ojos de Raymundo escrutan desde el celuloide lo que sucede por estos días. ¿Sorprende que esa noche un académico español, con un impresionante aparato publicitario, haya llenado una sala de mil personas ávidas de escuchar quién sabe qué lugares comunes? ¿Sorprende que un puñado de personas hayan permanecido durante dos horas casi hipnotizadas por la riqueza de un filme, por la estatura de su protagonista. Por las contradicciones de un tiempo?
Hoy el nombre de Raymundo no es más que un murmullo en medio del ruido cotidiano, ni los estudiantes de cine tienen muy en cuenta su obra, sus películas, su historia personal. Hoy el nombre de Raymundo es una clave para intentar comprender aquello que pasó y que dejó una pesada marca sobre esta tierra. Hoy el nombre de Raymundo nos llena de interrogantes, pero también nos ofrece algunas certezas que no se perdieron en el tiempo: el papel del artista y del creador en su época, los caminos por los que transita la realidad hasta que permanece congelada en la pantalla, las virtudes de un cineasta (que son las de muchos otros como él) que peleó con sus armas por construir una sociedad más justa.
Hoy el nombre de Raymundo no abarrota salas ni congrega multitudes, pero es un murmullo que crece y que se azuza como el fuego con las voces de cada puñado de personas que recuerda su trabajo. Hoy el nombre de Raymundo es presente, es necesario y es urgente porque sus enemigos ahí están, imperturbables, y porque sus ideas también permanecen a la espera de brazos talentosos que las lleven adelante.
El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.
Había una vez un juglar de nombre Eduardo Mateo, mitad mito y mitad hombre, mitad Joao Gilberto y mitad George ...
El fútbol del ascenso tiene una rica historia, mucho de mito y una crisis eterna, donde se mezclan violencia, pobreza, ...
Narrador de melódicas formas, de historias en los márgenes de la Historia, Leopoldo Brizuela busca en el pasado claves para ...
Errante vagabundo americano, Sergio Mercurio y sus títeres recorren desde hace años cada rincón americano con el anhelo de encontrar ...
La historia de la literatura pocas veces tiene en cuenta las pérdidas. Novelas, cuentos, narraciones quedaron sin conocer para siempre ...