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Cinestada

Raúl Perrone: "Prefiero seguir haciendo del cine una austeridad"

Ituzaingó es la guarida de un cineasta atípico que un día decidió plasmar su filosofía del cine en un decálogo donde, entre otras cosas, sostiene que hay que "cagarse en el formato". Tanto sus palabras como sus películas inspiraron a un gran número de jóvenes directores a hacer un cine renovador y distinto. Con ustedes, Raúl Perrone y su apología del hacer.

Raúl Perrone es un mundo. Dibujante, director de cine, guionista, actor, profesor, padre no reconocido de una nueva forma de hacer cine. Un tipo de una envidiable coherencia y lealtad a sus propias ideas. Un poeta que, desde su espacio -Ituzaingó-, supo retratar a toda una generación como ninguno de sus contemporáneos.

Raúl Perrone abre su mundo. Comparte: con sus fans, con sus alumnos, con quien quiera escucharlo. Como ese sábado por la tarde en el que, en medio de una larguísima mesa llena de chicos -esas brillantes constelaciones que giran en torno al planeta Perrone-, habló con Sudestada.

Si bien se puede decir que todas sus películas son "de culto", hay una -justamente su primer largometraje- alrededor de la cual se han erigido varios altares. El cine de Argentina y sus alrededores cambió (lo reconozcan abiertamente sus hacedores o no) tras el estreno de Labios de churrasco, hace ya más de doce años.


¿Cómo viviste la experiencia de Labios de churrasco?

Labios de churrasco la hicimos en tres días. Y después pasó todo lo que pasó. Para mí fue súper grosso: intentar pasar una película en VHS a las 10 de la noche en el cine Lorca, por capricho, y que haya 800 tipos haciendo cola. No sé qué pasó, porque no hice nada para que pase eso. Explotó. La pidieron en Montevideo y se dio durante cuatro meses en la Cinemateca. Fue una película que parece ser que inspiró a mucha gente, en distintos países. Me pareció muy interesante. Pero fue hecha como una primera experiencia, con una cámara muy pedorra. Fue una respuesta a un montón de programas que no me gustaban nada, porque yo veía que la adolescencia no era lo que mostraban. En ese momento en el cine argentino no se hablaba de eso. No había pibes sentados en los cordones de las veredas, no se puteaba, no se hablaba así, no se hacían esas cosas. Yo sabía lo que estaba haciendo: mostrar desde mi ciudad que había una manera distinta de hacer cine.

¿Creés que lo que planteaste en Labios de churrasco luego terminó estandarizándose y estereotipándose--hasta perder la frescura que tenía tu película- en eso que se dio en llamar Nuevo Cine Argentino?

Puede ser, pero es un laburo que tiene que quedar para ustedes, no para mí. Yo sé en mi intimidad lo que es, pero no está bien que lo diga. Igual, ya sabés lo que pienso.

¿Hay algún director de esa movida que te guste?

¿Argentino? No. En una época me sentía colega de Caetano, pero me parece que él ahora está por otro camino. Gus Van Sant.

Ya que lo mencionás, en tus películas hay mucho de Van Sant. La presencia recurrente de los cielos o el plano de Labios de churrasco con Fabián Vena en medio de la calle que recuerda a otro de Mi mundo privado.

Lo de los cielos fue una hermosa casualidad. Ya en mis fotos, en Ángeles y en Blus los usaba. Están en todas mis películas. Después lo descubrí en el mundo de Gus Van Sant. Es una mirada muy parecida. Me siento más amigo de ese tipo que de un argentino porque, a pesar de separarnos las distancias y su personalidad que no tiene nada que ver conmigo, artísticamente me siento mucho más cerca de él. Hay una sensibilidad compartida. Como también la sentí con Jarmusch o Wenders o Antonioni en algún momento.

Vos pasaste por todos los formatos: laburaste en video, súper 8, 16 y La mecha en realidad se amplió a 35 aunque no está hecha en 35. ¿Encontrás alguna diferencia entre un formato y otro?

De lo que estoy seguro es que no voy a filmar nunca en 35 mm. Lo tengo totalmente asumido. Porque 35 mm. es una mujer muy maquillada. Me parece que pierde el encanto: es demasiado perfecto. Me gustaría mucho más el digital, HDV o HD ampliado.

Tiene que ver con el resultado, no con la manera de trabajarlo...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada nº53)

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Autor

Anabella Castro Avelleyra