(Húmedo como libro viejo, olvidado quién sabe dónde, con ese olor tan característico; encerrado en sus paredes de madera, repleto de diarios, revistas, discos de pasta o vinilo; escondido en algún lugar de la zona sur, el galpón es descubierto por un servidor dispuesto a hurgar en sus secretos más olvidados. Abandonado por los mismos hombres que supieron depositar sus recuerdos en él, para convertirlo en un tesoro del que generaciones venideras se servirán, en caso de tener sed de conocimiento o por lo extraño y anecdótico que tiene la historia del hombre. Esa misma sed es la que me llevó (joven de 24 años, argentino) a romper el candado de sus puertas y adentrarme en su mundo sin permiso, con el único fin de robar para usted, amigo lector, alguna historia olvidada, corroída por el tiempo. Aquí va la primera....)
Debajo de un montón de papeles y libros añejados, extraigo un viejo recorte de revista en el cual alcanzo a descifrar la siguiente frase: "Muchos aseguran que los dos mejores cornetistas del mundo son Joe Smith y Louis Armstrong".
Luego de la sorpresa que me causó la lectura de esa frase, un sentimiento de intriga me llevó a investigar quién era ese tal Joe Smith.
Joe Smith fue una de esas figuras desconocidas por todos, con excepción de algunos estudiantes de música. Sin embargo, Smith tuvo la suerte (para Armstrong, claro) de enfermarse de forma trágica cuando estaba en su plenitud musical. Había llegado, en 1920, a Nueva York desde Pittsburg, donde impresionó a Earl Hines (de la familia musical de Satchmo) por su tono claro y puro como una cinta de plata, su ataque nítido y fu forma delicada y precisa de tocar, incluso hasta elegante. Pese a ello, desde el punto de vista rítmico era bastante más rígido que el propio Armstrong y tendía a repetir figuras de algún libro de ejercicios musicales.
Smith trabajó esporádicamente con Flecher Hendeson, participó de giras con cantantes y, para cuando Louis llegó a Nueva York, Joe era considerado por muchos músicos y fanáticos como el primer trompetista de la ciudad.
Armstrong había emigrado desde el sur (Nueva Orleáns primero, Chicago luego) hasta la gran manzana, con la esperanza de triunfar allí. Apenas arribó, se enroló en las filas de la orquesta de Henderson, en la cual empezó a tocar como primera trompeta. Luisito, que provenía de una educación musical muy pobre (como fue toda su vida en Storyville), se vio impresionado por este tal Joe Smith y decidió ponerse a estudiar lectura musical.
Al poco tiempo, según cuenta la historia, la orquesta de Henderson fue a tocar al Teatro Lafayette, en Harlem, en una época en la cual Smith pertenecía a la banda estable del lugar.
Después que el grupo de Henderson realizó su presentación, Smith tocó, y la casa se vino abajo. Entonces la orquesta de Henderson fue llamada de nuevo al escenario para que Armstrong tuviera la oportunidad de responder el desafío de Smith. Satchmo no sólo venció a Smith en esa ocasión, con el tiempo, logró realizarse como músico profesional sumándole a su gran talento innato la capacidad de comprender un sistema tan sofisticado como es la lectura musical pese al analfabetismo, que jamás le permitió leer un libro por sus propios medios.
A pesar de que comencé hablando de Joe Smith, es Louis Armstrong el verdadero protagonista de esta historia.
Con su forma de ser, Satchmo logró llevar su música a todos los rincones del mundo y poner para siempre su nombre bien alto en la historia de la música contemporánea.
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada N°01)
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