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Antihéroes

George Orwell, la sospecha de la libertad

Pocas cosas son como se las ve a primera vista en la vida de Orwell, desde su participación en la policía imperial en su India Natal hasta su supuesta traición final. Lo cierto es que en su obra se puede ver el espíritu de un hombre libre, que más allá de las sombras que lo rodean, vale la pena repasar.

Sin darnos cuenta, algunas de sus profecías se cumplieron. Las pantallas, no tan inquisidoras, pero si hábilmente situadas, nos observan cada día. No es fácil reconocerlo, pero cada vez que nos miramos en el espejo, en algún lado, están sus ojos. Esos ojos que vieron la barbarie imperialista de su Nación, Inglaterra, que le dio el pasaporte y casi nada más; esos ojos que pelearon en las trincheras republicanas de la guerra civil española, esos mismos ojos que miraron, críticos, los errores cometidos por quienes creía que eran sus aliados, los verdaderos socialistas. George Orwell, de él hablamos, su figura y su obra flotan como una sombra difícil de descubrir.

Su vida, signada por la controversia y el misterio, dejó algunas páginas brillantes en la literatura universal, donde el espíritu de libertad del hombre se anteponen a cualquier egoísmo personal o político partidario de cualquier país e ideología. Donde la lucha por la libertad política, moral e intelectual durante los procesos políticos históricos más importantes del Siglo XX marcaron su horizonte desde muy temprana edad hasta sus últimos días. Luchó contra los dogmas, contra los totalitarismos y autoritarismos acríticos que pugnan por la rigidez del pensamiento único que manipula a los hombres y los uniforma. Contra eso luchó y escribió. George Orwell, o la imposibilidad de encasillar a un hombre que logró desarrollar demasiados elementos autobiográficos en sus novelas y viceversa. La delgada línea que separa las muchas caras que tiene un espejo.

¿2004 o 1984?

La rutina indica que luego del trabajo, bastante cansados, debemos realizar a paso de hormiga la combinación del subte proveniente de la línea "D" rumbo a Constitución. Es viernes, minutos antes de las 19 horas y con mucha paciencia esquivamos codazos, evitamos vendedores ambulantes, escaleras mecánicas que nunca funcionan y soportamos el mal humor colectivo a punto de estallar, pero que se abstiene una vez más, como todos los días.

Respiramos como podemos y nos preguntamos si esta escena de la realidad nuestra de cada día no es digna de una novela fantástica. De inmediato, en el andén las miradas omnipresentes de los televisores del subte nos recuerdan a las telepantallas de la novela 1984, de George Orwell, aquellas que controlaban la vida privada de los habitantes de Oceanía. En Diagonal Norte, se materializan durante la transmisión en vivo del discurso en cadena del señor Blumberg desde el Congreso de la Nación en el instante en que objeta el papel de los derechos humanos y exige con mucho énfasis penas más severas a delincuentes, secuestradores y violadores, los enemigos de turno de hoy.

¿Es Blumberg o una careta del Gran Hermano? Subimos al tren como podemos intentando que la fricción del vagón no se lleve nuestra mochila y a esta altura nos consideramos la reencarnación criolla de Winston Smith.

Mucho se dijo sobre 1984 como también sobre el autor. Sin dudas, su última novela es una crítica directa al autoritarismo y a los totalitarismos pero si algo pretende ser y lo es sin medias tintas: una metáfora demasiado transparente de lo que fue el estalinismo. El Gran Hermano es Stalin. Emmanuel Goldstein es Trotski, el enemigo, ex compañero de revolución que traiciona la causa y hay que eliminar. Y la historia o la decisión de Stalin se encargarán de eso.

Durante las contiendas de la guerra civil española en donde Orwell pelea y es herido en el frente de batalla sufrió en carne propia la persecución de las milicias trotstkistas del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) durante su estancia en Cataluña y Aragón. De esta manera, su posición y denuncia de estos acontecimientos plasmados de forma contundente en Homenaje a Cataluña, verdadera joya periodística de las crónicas de guerra, lo acercan al pensamiento de León Trotski. Aunque la ideología de Orwell no lo sea precisamente. Pero la persecución de Snowball en Rebelión en la granja y la introducción del personaje de Emmanuel Goldstein en 1984 son manifestaciones de un alineamiento inequívoco del lado de Trotski.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada N°32)

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Autor

Jaime Galeano, Diego Lanese