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Editorial

Buenos vientos

Pensar es detenerse un momento en el camino. Y en esto de editar una publicación mensual no siempre es conveniente detenerse demasiado a reflexionar lo que sucede, lo que se está construyendo. Hay que seguir, algo dentro nuestro nos ordena: hay que seguir. Ese es el motor de este proyecto, y de tantos otros. Pero siguen llamándonos la atención ciertos gestos, algunas actitudes en medio de este camino poblado de problemas y de satisfacciones.

Escuchar la voz grabada en un contestador de un gran escritor como Andrés Rivera elogiando la revista; poder compartir un truco después de un rico asado con un gran amigo como Jorge Boccanera; sentarnos hasta desgastar las últimas luces de la noche y enroscarnos en interminables discusiones (no siempre coherentes, no siempre saludables) entre colaboradores; escuchar llamadas diarias a nuestra redacción que nos obligan a pensar que el camino no es errado, que el trabajo da sus frutos. Con demora y no siempre de la forma que uno espera, pero surgen las buenas noticias. Saber que la revista aparece en los lugares más inverosímiles es gratificante, pero no nos sorprende.

Nada tiene que ver la suerte en todo esto; existe detrás un trabajo constante de producción, de discusión de ideas, de diagramación, de distribución y de venta en cientos de puestos. Se trata de apenas un puñado de voluntades no muy disciplinadas que digamos, pero consecuentes y cada vez más consolidadas. Algo hay detrás de ese sacrificio. Pero no es momento de detenerse para analizarlo. Hoy es tiempo de aprovechar los buenos vientos para izar las velas y dejarse llevar por el ventarrón de las buenas, que no abundan, que a veces no aparecen y que nos dan nuevo impulso.

Muy de a poco Sudestada se ha ganando un lugar de respeto por su regularidad y su calidad. Falta mucho, recién caminamos dos años y monedas, apenas editamos 23 números de este embrión de proyecto que todos vemos con diferentes perspectivas. Pero ninguna pequeña.

No nos conformamos, no nos llena todo lo hecho hasta ahora. Hay que darle para adelante y seguir, eso dicen las voces que escuchamos en estas frescas noches lomenses. Sabemos que estamos insertos, de alguna manera, en una desigual batalla de ideas. Sabemos que somos pequeños, pero con un potencial que nos excede a nosotros mismos. Y esas ideas que defendemos, aunque no de forma unívoca, no de forma orgánica, están llegando, se están leyendo. A través de la voz de otros grandes, a través de la obra de artistas inolvidables, algunas ideas están llegando. "Quien siembra vientos, cosecha tempestades", suele decirse. Y nuestra Sudestada, que comenzó un par de años atrás como una leve brisa sureña, ha comenzado a embravecerse, a ganar bríos y a crecer.

Algo tenemos para decir en esta batalla, pero siempre lejos del panfleto y del mensaje cuadriculado. Enemigos de la bajada de línea que subestima al lector, enfrentados a cierta dinámica de discusiones eternas que después no redundan en nada concreto. Sin soberbia, pero con algunas certezas que nos permiten navegar sin titubeos en ese sentido. Sabemos que hay distintos caminos para alcanzar un destino, que hay otra manera de hacer y decir las cosas, que la cultura como la entendemos nosotros no es un escape, una huida, ni siquiera un refugio; sino una herramienta de construcción extraordinaria que sólo los imbéciles no aprovechan. Nadie nos quita estas enormes revanchas que cobramos todos los días. Volver a la calle, elegir para una tapa a un poeta como Juan Gelman, a un pintor de la talla de Carlos Alonso, nutrirnos de todo un universo creativo y pensante que puede empujar esta nave a buen puerto en un futuro.

Hoy, con el dedo índice mojado y al aire, sentimos los buenos vientos y partimos, porque no hay tiempo que perder. Sobra lugar en esta chalupa, así que cualquiera puede meterse de cabeza, sin problemas. Siempre que esté dispuesto a comprometerse en una travesía que va mucho más allá que escribir un artículo. Se trata de un largo viaje, con un océano embravecido, pero con las velas desplegadas, inmensas.

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Sudestada

El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.