Libertad, dolor, sexo y pasión son parte del repertorio de Cazuza, el músico brasileño que le bastó menos de una década para llenar de poesía al rock y consagrarse entre los grandes compositores del siglo pasado.
La cámara cae al piso y nadie la levanta. Al rato alguien la apoya sobre la mesa. Desde la cama con una energía imposible alguien pide una birome, un papel. Escribe compulsivamente, sabe que le queda poco tiempo y quiere aprovecharlo. Las fotos artísticas de su adolescencia hoy tienen un solo paisaje: camillas, luces, enfermeras. Sabe que su única arma es la poesía y no se resigna, sabe que eso no va a desvanecer. Ese alguien es Cazuza, que cargado de impotencia está creando sus últimas canciones.
Cazuza, bautizado como Agenor de Miranda Araújo Neto, nació el 4 de Abril de 1958 en Rio de Janeiro, y desde chico estuvo acostumbrado a la playa, uno de sus mayores placeres. En el nordeste brasileño Cazuza quiere decir muchacho travieso, pendejito o pibe por nuestros pagos. Fue por eso que João Araújo, su padre de ascendencia nordestina, cuando supo que su mujer Lucinha tendría un niño empezó a llamarlo de Cazuza, aún antes de su nacimiento.
En su infancia, debido a los horarios de trabajo de sus padres, fue criado la mayor parte del tiempo por su abuela Alicia. Pasó una infancia feliz, sin necesidades. Terminó la escuela y el bachillerato a los tumbos, sin mucho interés. Después intentó hacer el examen de ingreso para Comunicación, solo porque su padre le había prometido un coche, pero dejó la universidad con menos de un mes de clase. Por ese entonces empezaba a conocer la noche del Baixo Leblon y eso del sexo, drogas y rock n' roll. Como su padre no quería un hijo vagabundo le consiguió trabajo en la grabadora Som Livre, donde era presidente. Trabajó un tiempo y con lo ahorrado hizo un viaje por Estados Unidos y Europa. Aprovechó esa ocasión para hacer un curso de fotografía, que abandonó a los siete meses, en la universidad de Berkeley, y al volver dio algunos pasos como fotógrafo, aunque sabía que su vocación era escribir canciones, como lo hacía de chico a escondidas porque era muy vergonzoso.
"Conocí a cuatro jóvenes haciendo una música que era muy ruidosa: Roberto Frejat (guitarra), Mauricio Barros (teclado), Dé (bajo) y Guto Goffi (batería). Dé tenia 16 años y los más viejos eran Frejat y Guto, que tenían 18.
Ellos no sabían que yo era el hijo del presidente de Som Livre. Eran apenas una pandilla de chicos a los que no les importaba quien fuese el hijo de tal o cual padre importante. Querían solamente hacer música, suceso y despertar la atención del público" recordaba Cazuza sobre su inicio en el rock en 1981 cuando se incorporó como cantante al grupo Barão Vermelho, que por ese entonces hacía solamente covers. A partir de su llegada el grupo renació, Cazuza armó un repertorio propio.
A principios de 1982 un demo llegó a los oídos del productor Ezequiel Neves, quien se encargó de convencer que había que grabar el disco al director artístico de Som Livre y al presidente, el padre de Cazuza, que en un principio lo quiso rechazar por su condición de parentesco. Con una producción muy barata salió Barão Vermelho, disco homónimo grabado en dos días, que obtuvo buena recepción de parte de los artistas. Entre estos, uno de los mayores ídolos de Cazuza, Caetano Veloso, que incluyó Todo el amor que existe en esta vida en el repertorio de su show y criticó las radios por no pasar los temas de Barão. Caetano lo sentenció como "el mejor poeta de la nueva generación". El disco tenía rocks clásicos, pero también había algo de blues, un género con el cual Cazuza se identificaba desde que descubriera a Janis Joplin. Empezaba la intensa carrera de ese poeta que sabía mucho de amor, placer y dolor.
Al año siguiente Barão irrumpió de nuevo con Barão Vermelho 2. Esta vez su lanzamiento fue un estruendo, más de 60 mil copias vendidas. También ayudó en la consolidación del grupo Bete Balanço, tema de la película de Lael Rodríguez sobre el rock brasileño. El tercer disco Maior abandonado siguió en esa sintonía, mayor reconocimiento, mayores ventas, mayor expectativa. A pesar de todo recién en 1985 llegó el gran reconocimiento cuando en las dos presentaciones del hoy clásico festival Rock in Río compartieron el escenario con grandes figuras internacionales. Fueron una aplanadora en los dos shows, dejando una imagen que luego daría que hablar: Cazuza estaba envuelto con una bandera brasileña festejando el triunfo de Tancredo Neves. Años después la historia con la bandera sería otra.
Los conflictos en la banda se sucedieron y cuando estaban por entrar a grabar el cuarto disco Cazuza decidió comenzar su carrera solista. La separación con el tiempo fue una salvación, ya que siguieron siendo amigos y llegaron a componer juntos hasta el final. "Había mucho de celos instigados por la prensa, que siempre me daba más destaque en las entrevistas, o incluso del público que siempre gritaba mi nombre en los shows. Me vino esa cosa de ser hijo único que nunca divide nada con nadie, que siempre tiene que marcar el gol porque la pelota es de él", explicaba Cazuza sobre ese final.
Parte del material del cuarto disco de Barão estaba compuesto por Cazuza, es decir, ya tenía gran parte de los temas de su primer disco solista que llamó Exagerado con temas que irritaban a los censores de aquel tiempo, quienes se encargarían de prohibirlo. Sólo las madres son felices, fue el principal problema y no pudo ser pasado por la radio: "¿Usted nunca soñó ser comida por animales,/ no transó con cadáveres?/ ¿Nunca traicionó a su mejor amigo,/ no quiso cogerse a su madre?/ Sólo las madres son felices". En temas como este es notoria la influencia de la literatura beat y su pasión por los libros. "Mis influencias literarias son completamente locas. Nunca tuve método de leer eso o aquello. Leía todo de una vez, mezclando Kerouac con Nelson Rodrigues, William Blake con Augusto dos Anjos, Ginsberg con Cassandra Rios, Rimbaud con Fernando Pessoa".
Cazuza sabía qué quería, su público lo reclamaba, era un provocador que disfrutaba al máximo el tiempo y las oportunidades de expresarse, la oportunidad de amar y ser amado. "Enfrentar el palco para mí es todo un lado sensual medio incontrolable. A veces, entro con una erección, la cosa viene hasta antes de subir al palco... Otras veces, estoy muriendo de miedo, pero cantando la tensión se libera. Fuera de broma, es algo realmente sexual. Fuera del palco, soy tímido, un niño; me siento profundamente torpe. Pero, en el palco, soy un Super-Hombre, de ponerse la capa y salir volando. Siento el sexo aflorando, miro a las personas y siento que tienen también una cosa que vuelve en respuesta".
Al poco tiempo grabó Sólo si fuera de a dos bajo el sello Polygram. Un mes antes de iniciar la gira por Brasil su salud empezaba a deteriorarse, ya sabía que estaba infectado con SIDA. Antes de estrenar el show Só se for a dois, se había enfermado y hecho un nuevo examen. La confirmación de la presencia del virus transformaría su vida y su carrera, aunque nunca su espíritu: "Cuando leí por primera vez un artículo hablando de la enfermedad pensé que era exactamente eso lo que yo tenía".
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada N°23)
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