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El otro lado

Acerca de la visita de Vargas Llosa a Bagdad: La mirada del gusano

Cada vez más reaccionario y funcional a la derecha mundial, nada queda del escritor comprometido con las causas de liberación de América. Mario Vargas Llosa, o la historia de la mariposa que mutó en gusano.

La imagen se vio en un mediodía caluroso. Un hombre mediano, anteojos negros, chaleco marrón, gorra de béisbol cubriendo los canosos cabellos, irrumpe en un pequeño bar.

Pasa entre las mesas ubicadas en la vereda, en medio de un ambiente cargado de tierra y sol, escoltado por unos ocho hombres, todos vestidos de riguroso negro, que le abren paso entre los parroquianos. El hombre se sienta, pide café, disfruta las ruinas circundantes, ante la mirada de los pocos curiosos.

El hombre, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, comenta algo a una de las personas que lo acompaña, a la razón guardaespaldas, que sólo asiente con la cabeza. El lugar, la destruida capital de Irak, Bagdad, es testigo de la vuelta, una más, de uno de los personajes más contradictorios y repudiables de la cultura latinoamericana, alguien que representa como nadie la parábola que comienza con una marcada simpatía por las luchas de liberación en los años '70 y termina en la peor derecha reaccionaria de estos días. Historia de uno de los escritores más polémicos de la escena americana.


Metamorfosis

La vida de Vargas Llosa está marcada desde siempre por la controversia. Casado primero con una tía política y luego con una prima, el escritor se declara en su juventud en contra de la familia patriarcal que prevalece en Perú y el continente, como lo demuestra en su libro La ciudad y los perros, donde intenta liberarse de la figura despótica de su padre. Son años de viajes frecuentes a Europa, de largas conversaciones con Julio Cortázar, de su adhesión a la revolución cubana. Pero con los años la figura del peruano irá cambiando de colores, dándole paso al intelectual intolerante, candidato a presidente de su país impulsado por una alianza liberal conservadora, dando un violento viraje hacia la derecha, que lo adoctrina y utiliza como alfil de sus más enconadas ofensivas en América y el mundo. "Creo de todos modos que Latinoamérica estaría mejor si se hubiera leído más a Carl Popper y menos a Carlos Marx" dispara el escritor, referente de la Fundación Hispano-Cubana, organización de la familia cubana mafiosa Mas Canosa, que tiene en su haber entre otros logros financiar la campaña electoral de José María Aznar y de tener entre sus integrantes a dos detenidos en Cuba acusados de terrorismo.

Esta gente le paga la seguridad y los viajes a Vargas Llosa, los mismos que lo alientan en sus constantes ataques contra Cuba. "Todavía existen (en América) una dictadura y media" expresó en su última visita a Buenos Aires, en alusión a los presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez. El mismo hombre que no se cansa de proclamar su "amplio sentido de la democracia" prefiere atacar la libertad de elección de los pueblos de Cuba y Venezuela mientras comparte sus apariciones públicas con el ex ministro chileno Hernán Buchi, un defensor de la dictadura del general Augusto Pinochet.

Como se ve, nada quedó de la mariposa colorida de los años setenta, aquella que se paseaba emocionada por las calles de La Habana. Ahora un manto oscuro cubre todo su andar, y el gusano repta por las calles de Irak, dispuesto a justificar y glorificar la muerte impuesta por sus patrones.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada N°22)

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Autor

Diego Lanese