Siete referentes. Siete voces que nos representan. Siete historias marcadas por la tristeza, por la rebeldía, por la solidaridad, por el compromiso, por la búsqueda, por el combate. Siete compañeros y compañeras que escuchamos, que leemos, que seguimos, que discutimos y que son parte de nuestra identidad. Norita Cortiñas, Vanesa Orieta, Moira Millán, Sergio Maldonado, Sofia Gatica, Dora Barrancos, Pedro Díaz (minero de Río Turbio). Faltan muchos, es verdad. Pero estos siete son síntesis y metáfora del presente. Si el poder ajusta, excluye, despide, reprime, envenena, secuestra y fusila, las calles son nuestro territorio. Y allí, en la alegre rebeldía del combate, siempre nos encontramos. Por eso la necesidad de escuchar sus voces, sus miradas, sus perspectivas, sus desafíos. Porque sus opiniones nos permiten dibujar el mapa de un futuro más digno, más sororo, para los que se quedan afuera del banquete de los poderosos y los represores. Porque su ejemplo, también nos empuja a seguir batallando por todo lo justo, por todo lo digno y por todo lo solidario que nos pertenece.
No caminamos solos. De ningún modo. Por el contrario, seguimos la huella fresca de tantos y tantas que son nuestra voz y nuestra fuerza; que sentimos nuestras referencias a la hora de rebelarse, a la hora de romper la inercia que pretende derrotarnos, a la hora de salir a las calles a pelear por lo que es justo o para terminar con tanta impunidad, con tanta injusticia. No estamos solos porque los tenemos a ellos y las tenemos a ellas. Hombres y mujeres referentes, voces de tantos combates diversos, corazones solidarios que siempre están, sensibles cronopios que nos enseñan desde el ejemplo, que nunca bajan los brazos pese a la adversidad, pese a la distorsión de los que informan, pese a las balas y los gases de los que reprimen para encubrir y destruir. Es que la verdad está del lado de los justos, por eso caminamos tras sus pasos. Porque su voz es nuestra voz. Porque su pelea es la pelea de todos y todas. Porque su presencia es la antesala de un creciente murmullo de multitudes. Ellos sí les mueven el amperímetro a los poderes de turno, pero eligen dar su batalla en las calles. No resulta caprichoso que las siete referencias entrevistadas para este informe especial no integren una estructura partidaria tradicional ni formen parte del espectáculo circense de la política para la cámara. No, porque su lugar es otro. Su lugar es con los trabajadores que reclaman mejoras o que pelean por recuperar su dignidad; su lugar es con las feministas que empujan a un país digitado por la sombría tijera de la Iglesia hacia un futuro sin mujeres pobres muertas en abortos clandestinos; su lugar es con los pibes y las pibas de las barriadas, esos que el sistema señala como "enemigos de turno" y les aplica el terror del garrotazo policial que primero dispara y después pregunta; su lugar es con los olvidados, los fumigados y envenenados por las grandes corporaciones y por quienes hacen grandes negocios con ellas; su lugar es con los pueblos originarios que luchan desde hace siglos por sus derechos ancestrales y por un reconocimiento que comience por respetarlos como comunidades; su lugar es con la memoria de tantos que ayer lucharon por un mundo más justo y solidario, y que hoy ya no están porque los fusilaron, los desaparecieron, los borraron de un plumazo de nuestras vidas. La historia de esta, nuestra patria rebelde, sorora, solidaria, originaria, laburante, discutidora y siempre peleadora.
Aquí escuchamos la voz de Norita Cortiñas, y su voz es la de nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que se enfrentaron a la peor dictadura y a las democracias cómplices de los genocidas, que siguen en la pelea cotidiana defendiendo los derechos de otros pibes que pueden ser sus hijos, sus nietos, sus compañeros. Aquí tenemos la fuerza de Vanesa Orieta, la compañera que arrancó a pelear por su hermano secuestrado, desaparecido y asesinado por la policía bonaerense, que se enfrentó a la mafia policial y política de verdad, que siempre fue crítica de los gestores de turno, esos siempre más preocupados por ganarse un votito que por resolver los problemas de hambre y exclusión de los más humildes. Aquí está la historia de Moira Millán, vocera mapuche, y de su ancestral pelea por la dignidad ante la fuerza de la espada y de la cruz, tan vigente como desde hace siglos. Aquí está la silvestre tenacidad de Sofía Gatica, otra madre del coraje que se enfrentó a Monsanto y a sus venenos y lo sacó a patadas de su pueblo, desnudando una verdad que el dinero no logra ocultar: los agrotóxicos matan a nuestros pibes. Aquí está la tristeza y la bronca de Sergio Maldonado, el compañero que no entendía la fuerza solidaria de su hermano hasta que se lo arrebataron los chacales de uniforme verde y órdenes políticas que llegaron bien de arriba, el que movilizó multitudes para buscarlo, el que no se calla y pelea por justicia. El que ahora sí lo entiende y lo abraza. Aquí está Dora Barrancos y su militancia por los derechos de las mujeres ante un patriarcado que empieza a crujir por la fuerza de cientos de miles de mujeres que llegaron para cambiarlo todo, desde abajo, desde la raíz. Aquí están las lágrimas de un minero de Río Turbio, que se quedó sin trabajo después de 35 años de dejar la vida y la salud en una mina de carbón, y que ahora discute en asamblea con sus compañeros y con la comunidad los pasos a seguir, como tantos otros laburantes que en estos últimos tiempos terminaron en la calle por el ajuste que llega desde las usinas de una derecha que siempre empuja hacia los márgenes a los mismos de siempre.
Todos ellos, todas ellas, referentes de este tiempo de resistencia de verdad, dan su pelea en la calle. Del otro lado, la casta política los sigue a veces con recelo, otras con indiferencia y, en ocasiones, con oportunismo, como si su pelea perteneciera a una agenda ajena. Se equivocan. Detrás de estas siete referencias caminan los pibes y las pibas de los barrios en busca de un futuro, las mujeres jóvenes que ya no se callan más y se le paran de manos al machismo, los pueblos originarios que transmiten su sabiduría y saben muy bien lo que significa luchar a través del tiempo, las comunidades fumigadas que no quieren ver a sus hijos contaminados por la basura de los poderosos, los trabajadores que se saben protagonistas y reclaman un destino mejor, la arcilla fresca que nos dejaron los 30 mil compañeros desaparecidos. Ellos, ellas, en la calle, mueven el amperímetro del poder. De verdad. No esperan la señal de ningún caudillo, no dependen de la jugada de ajedrez de ningún liderazgo. Van y pisan la calle. Van y recorren los barrios. Van y se juntan en la fábrica, o en el campo o en la cocina de casa. Conversan, se abrazan, comparten sus heridas, argumentan, laburan en silencio, y salen. Ahí están, esperando por nosotros, listos para otra batalla...
1) Entrevista con Sergio Maldonado y Andrea Antico
"Hoy puedo ver esa parte de santiago que antes no entendía"
2) Entrevista con Dora Barrancos
"Hay que batallar"
3) Entrevista con Vanesa Orieta
"Estamos todo el tiempo poniendo el dedo en la llaga"
4) Entrevista con Norita Cortiñas
"Cuando hay injusticia, estoy"
5) Entrevista con Pedro Díaz, minero de YCRT Río Turbio
"Estamos unidos y nos mantenemos de pie"
6) Entrevista con Sofía Gatica
"Nos dimos cuenta de que podíamos frenar a Monsanto"
7) Entrevista con Moira Millán
""El mundo indígena no ha estado jamás en la agenda de ningún gobierno"
(Foto de Laki Pérez)
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