El gobierno nacional refuerza su “modelo de seguridad” para este año. La multiplicación de la represión social y una mayor institucionalización de la impunidad policial son sus principales metas. Como si fuera poco, para reforzar su doctrina convoca a sus principales socios: Estados Unidos e Israel.
Pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. El calor no da tregua. Vendría bien un poco de lluvia así refresca, piensa la gente. La lluvia llegó, pero fue de balas. Tres jóvenes intentaron robar una joyería y la respuesta policial fue un remolino de fuego que comenzó en la esquina de Lavalle y Talcahuano y se extendió hasta Paraná y avenida Corrientes. Los uniformados dispararon más de 40 detonaciones, aunque algunas fuentes indican que podrían haber rozado las 100. Miles de hombres, mujeres y niños fluyen todos los días por avenida Corrientes, una de las principales arterias de la ciudad. A los policías, por supuesto, no les importó. Si fueran marines en Irak, habrían justificado su accionar con el escueto término de "daños colaterales". En la Argentina de hoy, para el gobierno del presidente Mauricio Macri, ese tipo de "desempeño" de las fuerzas de seguridad es servir a la patria.
Esa tarde de lluvia de balas, en la que tres personas fueron heridas –entre ellas la jueza laboral Alejandra Dagnillo, de 60 años y titular del juzgado número 63, quien sufrió dos disparos en las piernas–, fue el epílogo de las declaraciones brindadas por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la mañana al periodista Ernesto Tenembaun en el programa de radio Y ahora quién podrá ayudarnos.
Bullrich, la funcionaria de Cambiemos con mayores vínculos con la derecha israelí y la industria militar de ese país, defendió al policía Luis Chocobar, que a finales del año pasado fusiló por la espalda a Juan Pablo Kukoc, quien había acuchillado a un turista estadounidense para robarle la cámara fotográfica. Posteriormente, Chocobar fue recibido por Macri en la Casa Rosada y fue presentado como un ejemplo a seguir. Cuando cometió el crimen, el policía que se desempeña en Avellaneda, estaba vestido de civil, y en el video que circula sobre lo que ocurrió se puede observar a simple vista que no intentó desarmar a Kukoc o respetar protocolo alguno. Fusilar y que el presidente te estreche la mano: ese parece ser uno de los pilares del modelo de seguridad de Cambiemos.
"Este caso ratifica una mirada que tiene nuestro gobierno: las fuerzas de seguridad no son las principales culpables en un enfrentamiento. Estamos cambiando la doctrina de la culpa de la policía. Y estamos construyendo una nueva doctrina: el Estado es el que realiza las acciones para impedir el delito", argumentó Bullrich. Y sin inmutarse dijo: "En la Argentina, la suma de los casos particulares construyó la doctrina de que el policía siempre era el victimario. Nosotros tenemos que cambiar eso". Para la ministra, "cada vez que la policía tenía un enfrentamiento, aparecía como victimaria. Esta doctrina lo que hace es frenar a la policía, sacarla del lugar".
Sumida en profundas reflexiones, y con el poder de ser una ministra intocable en la administración Cambiemos, Bullrich explicó que "en cualquier país civilizado, el Estado lo que hace es darle la presunción de inocencia a su policía. No al revés. Existen los casos en los que hay excesos, pero lo que no existe es que cada vez que hay un enfrentamiento el policía es procesado". No sabemos si la funcionaria se refería a países como Noruega o Portugal, donde las doctrinas de seguridad están atadas a un férreo control de la sociedad. ¿O la ministra, tal vez, se refería a Cuba? Esto sería una especulación muy arriesgada, pero es bueno recordar que Cuba casi no registra índices de criminalidad y que en los últimos sesenta años, escasas veces se conocieron casos de abusos y ni qué decir de masacres cometidas por sus fuerzas policiales.
"No voy a dejar que se construya la doctrina de que el delincuente es la víctima. Es una política pública y punto. Es así", responde la ministra Bullrich. Esa misma tarde su "política pública y punto" se cumplió al pie de la letra...
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