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Nota de tapa

Feminismo en las calles y en las casas

Sólo en los últimos cien días de 2016 se registraron 133 femicidios, según un informe realizado por el Instituto Wanda Taddei. Este año, hasta mitad de febrero, los casos ya superan el medio centenar. Como respuesta a una realidad trágica, el heterogéneo movimiento de mujeres ha asumido el papel de protagonista del presente político en Argentina: no sólo representan hoy el sector más dinámico de la sociedad; también ponen en cuestión las columnas culturales del patriarcado con la fuerza de su reclamo en las calles, en las casas y en todos los lugares donde el flagelo de la violencia de género se hace presente. Algo está cambiando desde el tejido cotidiano, y lo están cambiando las mujeres en lucha. El Paro de Mujeres que se avecina el 8 de marzo, promete marcar un jalón en la pelea diaria del movimiento. En este camino de conquistas, reclamos, tensiones y desafíos, vale detenerse a repensar y discutir frente a este momento histórico. Opinan Liliana Daunes, Diana Maffía y Raquel Vivanco (MuMaLá)

Alguien debería haberles sacado una foto. Dos mujeres desconocidas, de pie y en silencio. Una afilaba su labial negro y se pintaba sin espejo. La otra sacudía su paraguas, todavía cerrado, en el aire. Esperaban el 53, para después tomar el subte A, para más tarde llegar a la Plaza de Mayo. Diez minutos después llegó la tercera. Hubo sonrisas cómplices, pero ni una sola palabra. En el colectivo eran parecidas sus botas, sus abrigos, los pañuelos, los pantalones y las polleras. Eran más de diez mujeres vestidas de forma idéntica. Como si fuesen una sola. Cada vez que el bondi se detenía en una parada, esquivaban a la gente con la mirada fija en la puerta de adelante. La cuestión era ver quién sacaba boleto, ver si subían más. La escena transcurrió hace más de tres meses. Pertenece a una de las tantas de aquel Miércoles Negro, el día en que ellas pusieron el grito en el cielo.


Antes de meter piedras en sus bolsillos y ahogarse en un río cerca de su casa en Sussex, Inglaterra, la escritora Virginia Woolf escribió en su ensayo feminista El cuarto propio: "Durante todos estos siglos, las mujeres han servido de espejos dotados del mágico poder de reflejar la figura del hombre al doble de su tamaño". Tal vez si estuviera viva, Virginia podría disfrutar de ver a diez de ellas poniéndose de acuerdo en un transporte público sin siquiera conocerse. Lo mismo le sucedería con una foto de las 71 mil almas que asistieron al Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario o de las otras tantas miles que marcharon en las calles de todo el país en las organizaciones convocadas por la colectiva #Niunamenos. Virginia lloraría de felicidad al ver que esos espejos, por fin, devuelven sólo la imagen propia.


Recién a los 16, Virginia tuvo el permiso de su papá para entrar sola a la biblioteca de la casa. Corría el año 1866 y a ella le molestaba haber nacido con ese sexo. Ninguna de las de su familia tenía el poder de opinar, ni de estudiar lo que les diera la gana. Sus primas y sus hermanas se la pasaban encerradas pintando, aprendiendo griego antiguo o sirviendo té a las visitas. ¿Hasta cuándo pujaría ese deseo de ser libres? Ese peso, que fue arrastrándose de generación en generación, terminó por cortar la soga. Ya basta de obedecer. Hoy esa necesidad de transformación atravesó como un rayo el modelo impuesto de mujer sumisa, servicial, prolija y educada. El patriarcado está en crisis, está perdiendo su órbita de control. Ahora y como siempre amenaza la idea de que existan esas mujeres. Esas, las sin ataduras, las independientes.


El cuerpo libre como objeto


"¿Por qué los hombres comentan sobre la figura femenina en la vía pública? ¿Para seducirlas? ¿Para empezar una relación? No, eso es mentira. Es una forma de sentir que tienen el poder sobre ellas", había dicho en una entrevista la diputada Victoria Donda, en 2014. Ese año comenzó a debatirse acerca de si estaba bien o mal que los varones piropearan en las calles. Eso incluía miradas provocadoras, chiflidos, sacadas de lengua y otros gestos, halagos que no se piden, comentarios sexuales explícitos. Lo que sucedió, en cambio, fue algo más revelador: por fin, las organizaciones de mujeres habían podido instalar en el imaginario popular la idea de que el acoso callejero es una de las formas de violencia de género más naturalizada.


En un grupo de amigas siempre está la que le mostraron los genitales volviendo de la escuela, la que fue perseguida durante varias cuadras, la que la tocaron sin pedir permiso, la que le cerraron el paso, la que evita las calles oscuras y cruza de vereda ante la duda, la que se pone ropa discreta y aún así le tocan bocina... Pareciera que ninguna estrategia funciona para evitar el miedo. Una estadística de abril de 2016 reveló que las niñas comienzan a ser vistas como objetos de deseo desde los nueve años. El informe que presentaron las Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) confirma que el 100 por ciento de las encuestadas se sintieron acosadas por hombres en la vía pública alguna vez en sus vidas.


En 2015, Aixa fue una de las primeras que se animó a subir en Facebook una denuncia contra los trabajadores de una obra en la cuadra de su casa. La molestaron durante meses. Una vez, hasta amagaron con agarrarla y ella les tiró gas pimienta. Le dijeron que estaba mal de la cabeza. La denuncia casi no se la toman porque, para la policía, los piropos no eran delito. Pero logró conseguir una consigna policial. Los medios de comunicación levantaron su testimonio y hasta la invitaron a los canales de noticias.


En las redes sociales recibió apoyo, fue lapidada y revictimizada. "Está más que claro que la cultura de la violación existe y que hay una impunidad total", dice hacia el final del video. Desde entonces, muchas siguieron su ejemplo. Las víctimas apuntan con sus celulares la cara de sus acosadores. Ya no agachan la cabeza y se guardan la bronca durante días. Ya no se arrepienten más de no haber contestado. Ahora se unen entre varias para hacerse respetar...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada. La razón por la que publicamos apenas un fragmento de las notas es, aclaramos, que la revista depende en un cien por ciento de la venta directa. No cuenta con subsidios, ni mecenas ni pauta alguna de ningún tipo o color, y se autogestiona desde hace quince años a partir de la venta de la revista en papel. Gracias por la comprensión)

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DIANA MAFFIA

"Los partidos políticos siguen siendo misóginos"


Tiene una foto en la oficina, detrás del escritorio. Achina los ojos azulados, sonríe para la cámara abrazada a Lohana Berkins, la reconocida militante trans que se convirtió en su asesora cuando fue legisladora porteña entre 2007 y 2011. Diana cree que la igualdad de género no es una utopía, por eso empezó a militar en los setenta. Escribió cinco libros referidos a la temática y hace más de 35 años que se dedica a educar con esa perspectiva. Los movimientos de mujeres la conocen bien. Es una referente de la epistemología feminista y de la pelea por los derechos humanos. Ahora lleva adelante el Observatorio de Género en la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires.


–Las feministas asocian la ideología de género a una nueva caza de brujas. ¿A qué refiere esa expresión que se usa para desprestigiar la lucha de las mujeres?


–Empezó a usarse en 1995, en el encuentro mundial de Naciones Unidas en Beijing. La iglesia católica había preparado el viaje de muchas mujeres latinoamericanas para que participaran de un congreso. Parte del lenguaje que usó allí el Vaticano fue el de ideología de género. El término refería a la idea de que las feministas tenían una posición política que sesgaba la visión de la realidad. A eso se le sumaba que supuestamente predicaban la existencia de cinco géneros distintos; se basaban en un texto de la filósofa estadounidense Anne Fausto Sterling. De ninguna manera era esa la posición del feminismo. Hoy en día el término se sigue usando. Incluso lo escuché en la justicia cuando participé de una capacitación de género para jueces. Dijeron que pretendíamos adoctrinarlos en la ideología de género, en vez de pensar que aquella perspectiva era para lograr la equidad. Yo creo que es una manera machista y patriarcal de referirse a aquello que se aparta del presunto derecho natural y dogmático. Lo que está en contra de eso se considera falso, ideológico, una distorsión. Pensar en derechos naturales no es lo mismo que pensar en Derechos Humanos...


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RAQUEL VIVANCO

"Estamos viviendo un momento histórico"


Son tantas que es imposible no verlas. Llaman demasiado la atención. Será por sus cuerpos pintados de colores, por los disfraces y las pelucas que llevan o por lo original de sus carteles. Marchas, paros y otras movilizaciones. Las Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) siempre aparecen en los álbumes de fotos apiñadas detrás de sus banderas gigantescas. Raquel Vivanco coordina la organización a nivel nacional desde su lanzamiento en 2012. "No queremos hacernos ver desde el bajón sino desde el ánimo. Tenemos que pensarnos empoderadas. Usar el movimiento para hacer que nuestra vida se modifique. La alegría y el festejo nos permite liberarnos", explica.


–¿Qué significa MuMaLá para vos?


–Construimos nuestro feminismo con los pies en la tierra, sobre la marcha y nos multiplicamos al andar. Sabemos que es una corriente amplia. Nuestro feminismo es popular. Lo integran mujeres de diversos sectores. Eso implica que no sólo leamos la realidad incorporando la perspectiva de género, sino también con la mirada de clase. Sabemos que no todas sufrimos de la misma manera la opresión del patriarcado. Las que la pasan peor son las mujeres migrantes, negras y pobres, entre otras. Trabajamos para construir un mundo más justo. Pero la lucha empezó mucho antes, fuimos las Juanas en su momento.


–La organización salió varias veces al cruce de dichos misóginos. ¿Cuál es la importancia del escrache?


–Es un gran instrumento. No hay que dejar pasar las situaciones que nos atentan. Hay que estar alertas para repudiar cualquier comentario agresivo. Para nosotras el escrache es hacer visible la ofensiva de los sectores más retrógrados y conservadores de la sociedad sobre las mujeres. Cuando fue la campaña de Miguel Del Sel, impulsamos un escrache. Lanzamos una imagen de un sketch en el que le está tocando la cola a una mujer. Estamos convencidas de que gracias a eso y a la movilización del Ni Una Menos que se interpuso entre las elecciones primarias y definitivas contribuyó a que él no fuera electo gobernador de Santa Fe....


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LILIANA DAUNES

"Hablo y me muevo desde mi perspectiva feminista y libertaria"


Referente indudable de la comunicación desde un punto de vista de géneros, la periodista Liliana Daunes asume su rol como militante feminista para intentar subvertir el orden de lo establecido, abrir nuevos canales de diálogo y proponer una mirada del movimiento de mujeres que alcanza la lucha silenciada por los grandes medios, la batalla cultural de todos los días y hasta la poesía necesaria para seguir adelante.


–Vos te definís como "feminista a donde vaya". ¿En qué momento de tu vida empezaste a pensarte de ese modo?


–Feminista no se es sólo en las marchas, en las asambleas, a la hora de escribir en el muro del Facebook o en los Encuentros Nacionales de Mujeres. A toda hora y en todas las circunstancias debemos intentar subvertir cierto orden, desobedecer los mandatos, reconocernos soberanas de nuestro cuerpo y decisiones. Es fundamental el trabajo con una misma, para ir quitándonos de encima tanta idea falaz sobre cómo funciona el mundo y cómo son las relaciones interpersonales y con la naturaleza. Para no responder "naturalmente" a los mandatos de nuestra cultura judeo-cristiana, y para no reproducir tanto lenguaje sexista, tanta obediencia debida, tanta mirada capitalista, racista y patriarcal.


Por eso "feminista donde vaya", porque el feminismo en que creo crece desde el pie y va conmigo y con nuestras compañeras, y me lleva en diálogo siempre, construyéndonos, intentando ser una en nosotras y en cada lugar. No sé el momento exacto en que empecé a definirme así, pero seguro que fue cuando pude sentir que era un ser creativo, que podía rebelarme y revelar. La creatividad es nuestro instrumento de lucha, y en lucha estamos todos los minutos y los segundos de nuestra vida. No es un ratito. No es después del trabajo. No es sólo en las horas libres. Importa plantearnos ser feministas en todos los momentos de nuestras vidas, en las luchas y en las pausas, en las fiestas y en la contemplación. Cuando discutimos, cuando nos relacionamos ante el amor, ante la amistad, ante el compañerismo, ante la solidaridad entre nosotras y con las mujeres que no conocemos y que, sin embargo, las sentimos hermanas. Creo en eso de hacer en nuestra vida la utopía que soñamos. Es como dice la poeta guatemalteca Gisela López: "Andamos/ cambiándonos nosotras/ para cambiar el mundo".


–Teniendo en cuenta la visibilización de los femicidios y otro tipo de violencias en los medios masivos, ¿cómo se logra una perspectiva de género? ¿Qué otros cambios estructurales hacen falta?


–Los medios de comunicación hegemónicos reproducen y alimentan la cosificación y hasta el desprecio hacia la mujer, amplificando la violencia simbólica, que a su vez es generadora de opinión y "sentido común". Pensándola en general, la violencia contra las mujeres es parte del sistema capitalista patriarcal, ha sido y sigue siendo parte estructural de los procesos de colonización y recolonización que continúan en el presente y nos tiene como botín de guerra en sus conflictos de poderes.


La violencia contra las mujeres y contra las disidencias sexuales, es un mecanismo organizador del héteropatriarcado. Es funcional a la "normalización" y a la "naturalización" de la hegemonía impuesta por los dueños históricos del poder...


(Las notas completas en la edición gráfica de Sudestada. La razón por la que publicamos apenas un fragmento de las notas es, aclaramos, que la revista depende en un cien por ciento de la venta directa. No cuenta con subsidios, ni mecenas ni pauta alguna de ningún tipo o color, y se autogestiona desde hace quince años a partir de la venta de la revista en papel. Gracias por la comprensión)


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Agustina Lanza