Ha pasado casi un siglo y, sin embargo, los principios anarquistas y sus enseñanzas hablan de una ética y un compromiso vigente, de buscar la belleza y la verdad detrás de las máscaras y otras estrategias que encuentra el sistema. Pampa Libre es, además de una rigurosa investigación sobre un intento de prensa obrera y anarquista que hizo escuela en La Pampa a principios del siglo pasado, un camino para entender el mundo desde otra mirada. En esta entrevista con Sudestada, el historiador pampeano Jorge Etchenique da cuenta de aquella gesta que culminó en la publicación del libro.
-En el prólogo del libro, Osvaldo Bayer sostiene que historias como las que están en Pampa Libre deberían enseñarse en los colegios, para entender esas vidas solidarias silenciadas. ¿Por qué pensás que, pese a los avances en contenidos, el anarquismo sigue siendo algo para ocultar?
-El ocultamiento del anarquismo es una consecuencia del velo que, en términos más generales, se pone sobre la conflictividad social que transcurre fuera de la institucionalidad burguesa. Dado que sostenía la "acción directa" sin permitir la intervención de ningún estamento estatal, no es ejemplo "edificante" para la reproducción de un sistema que tiene en la educación un soporte, aunque ya no sea el más importante.
Por otra parte, dudo que los "avances de contenidos" que menciona la pregunta trascienda en los hechos la iniciativa personal de algunos buenos docentes. Persiste en general -tanto en la docencia como en la investigación histórica- el paradigma funcionalista que trata a los conflictos sociales en tono de función/disfunción, lo que no equivale a su negación pero sí a la neutralización de sus posibilidades cognitivas. Desde un paradigma crítico, en cambio, las contradicciones dejan de ser una "anomalía" a suprimir para constituir el motor del devenir de la historia.
-¿Cuál es el objetivo de registrar una época tan lejana, con modos de vida tan diversos con relación a este siglo incipiente?
-Para mí es valioso que los que hoy luchan por derribar el capitalismo y habitar una sociedad más justa conozcan los logros, trabas y problemas que tuvieron que afrontar aquellos que hace tanto tiempo tuvieron las mismas ansias. En palabras del historiador inglés Perry Anderson, "quienes desean transformar sus propias realidades ahora tienen todos los motivos para preguntarse qué tipo de opciones enfrentaron aquellos que les precedieron". Por otro lado, apelar al pasado de las luchas actuales es una forma de buscar su legitimación, su sentido, como afirma Federico Mare del colectivo cultural La Hidra de Mil Cabezas de Mendoza. Es una manera también de deshacer la memoria dominante y lograr alguna forma de cohesionarnos -tan necesaria- en ese pasado común. Otro objetivo es demostrar que hasta los pueblos más pequeños tienen antecedentes de lucha laboral y cultural, de modo que su chatura no es "natural" sino social, y por lo tanto se puede revertir.
-¿Hubo alguna historia en particular que te volcó de lleno en el tema del anarquismo?
-Hubo una investigación previa que fue insumo y abrió las puertas a Pampa Libre. Se trata de la lucha de los hacheros y bolseros durante el "trienio rojo", término acuñado por Andreas Doeswijk. En especial, indagué los hechos ocurridos en diciembre de 1921 en el pueblo pampeano de Jacinto Arauz, donde bolseros, casas acopiadoras y fuerzas represivas protagonizaron un típico conflicto de llanuras cerealeras, siempre motivado por el incumplimiento del pliego de condiciones pactado. En este caso derivó en un enfrenta¬miento armado de policías y bolseros en el mismo patio de la comisaría, con un saldo de seis muertos. Tanto en estos sucesos como en las huelgas de hachadores en las espesuras de los montes de caldén, dirigentes anarquistas, en su mayoría inmigrantes españoles, encabezaron esos movi¬mientos y quedó así develada la punta de un mundo ocultado por la memoria oficial. Toda esta conflictividad social puede indagarse en los archivos judiciales, ya que fue reprimida utilizando la ley 7029 de "Orden Social". Además de estas fuentes y otras de índole policial, el camino fue rastrear en las colecciones de La Protesta -luego se agregó La Antorcha- los informes de corresponsales sobre la actividad ácrata en La Pampa. También los volantes producidos por estibadores del sur pampeano, pero no podía completar la historia si no accedía a la colección del quincenario Pampa Libre (General Pico, 1922-1930), lo cual conseguí en el Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam. De ese modo pude arribar a una delimitación temporal que va de 1915 a 1930.
(La nota completa en la edición Sudestada de colección # 5 Los últimos anarquistas)
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