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Sacco y Vanzetti

Cartas urgentes

Su proceso fue un símbolo universal (y lo seguirá siendo hasta siempre) de la injusticia y la impunidad del sistema capitalista. Pero sus vidas significaron el motor para varias generaciones de espíritus libres, de hombres y mujeres dispuestos a no resignarse ante la adversidad ni ante la opresión. Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti ocuparon sus últimas horas en agradecer el esfuerzo militante de tantos que, como ellos, no dejaron ni por un segundo de soñar con un futuro libertario. En estas páginas, algunos de aquellos mensajes urgentes, plenos de tristeza y esperanza.

Meses antes de que fuera ejecutado junto a Nicola Sacco, escribiría Bartolomeo Vanzetti: "Pude haber muerto sin que nadie supiera de mí, como un desconocido, un fracasado. Ahora no somos un fracaso. Esta es nuestra carrera y nuestro triunfo. Nunca en toda nuestra vida podríamos haber esperado emprender tal lucha por la tolerancia, por la justicia, por el entendimiento del hombre por el hombre, como lo hemos hecho ahora por accidente. Este último momento nos pertenece, esta agonía es nuestro triunfo".

Antes de ser condenados a la silla eléctrica en Boston, Estados Unidos, el 23 de agosto de 1927, Sacco se volvió hacia los testigos y gritó: "¡Viva la anarquía!". Él y Vanzetti habían sido acusados de dos asesinatos durante un robo millonario en 1920. El crimen fue usado contra los dos inmigrantes italianos, a quienes se les responsabilizó sólo porque eran anarquistas y extranjeros en un país que vivía en medio de una ola de represión contra "los rojos".
Vanzetti adoraba la música, leía al Dante y a otros grandes de la literatura, y esa pasión lo llevó a buscar las causas de por qué millones de personas trabajaban toda la vida para morir en la miseria, mientras unos pocos vivían en la opulencia. Trabajó en canteras de piedra en Connecticut; como peón en Youngstown, Ohio; en las fábricas de acero de Pittsburg, y encabezó una huelga en Massachusetts.

Puesto en las listas negras por su participación en una huelga en 1916, Vanzetti se dedicó a vender pescado y entabló amistad con su paisano Nicola Sacco. Ambos apoyaron luchas obreras y en defensa de los trabajadores inmigrantes.

Ya en 1920 los dos estaban en las listas secretas del Departamento de Justicia, y el 5 de mayo de ese año fueron detenidos y culpados como criminales. El juicio demostró que no tenían nada que ver con el crimen y que el real motivo de la acusación eran sus actividades políticas.

El 14 de julio de 1921 fueron declarados culpables. "¡Sonno inocente!", exclamó Sacco en el tribunal. "¡Matan a hombres inocentes!", dijo Vanzetti. La noche antes de la ejecución, Sacco había escrito una última carta a su hijo Dante: "Así, hijo, en lugar de llorar, sé fuerte... y recuerda siempre, el juego de la felicidad no lo uses sólo para ti. Ayuda a los débiles que claman por ser ayudados, ayuda a los perseguidos y a las víctimas, porque ellos son tus mejores amigos; son los camaradas que luchan y caen como tu padre y Bartolomeo, que lucharon y cayeron por conquistar el goce de la libertad para todos".

(La nota completa en la edición Sudestada de colección # 5 Los últimos anarquistas)

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Autor

Teresa Torres