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Editorial

Un partido, una historia

¿Cómo rastrear hoy la huella de una organización revolucionaria, de una guerrilla marxista, sino en la impronta de un tiempo urgente, en las cicatrices que ha dejado en este presente ese pasado de combate y revolución?

En la tensa espera que precede a una acción de reparto de alimentos en un barrio obrero; en el fulgor intermitente de los disparos en la noche del monte tucumano. En la mirada atenta de los compañeros durante una asamblea en la fábrica o a bordo de una camioneta con los fierros bien ocultos detrás de los "berretines". En la sonrisa del laburante que recibe el Estrella Roja con un guiño cómplice, en el dolor más profundo porque hay un combatiente que ya no está entre nosotros, en la alegría vital de saberse protagonista de una historia a medio construir. ¿Dónde es posible encontrar la raíz de una experiencia de pulsiones humanas, de vínculos estrechos, de firmes convicciones y armadas audacias? ¿Cómo rastrear hoy la huella de una organización revolucionaria, de una guerrilla marxista, sino en la impronta de un tiempo urgente, en las cicatrices que ha dejado en este presente ese pasado de combate y revolución? ¿Qué tan difícil puede ser comprender la decisión de miles de jóvenes argentinos, obreros y estudiantes, aspirantes y militantes, por sujetarse firmes al vértigo de un sueño colectivo, amparados bajo la cálida sombra de Ernesto Guevara? ¿Habrá que espiar en esas pequeñas vidas contadas, en Luis Pujals de madrugada, dándole a la manivela del mimeógrafo para seguir imprimiendo volantes, en el humor fino de Benito Urteaga que irrumpe en las reuniones, en la voz encendida del Gringo Menna ante una multitud que lo ovaciona, en la prosa humilde y desprolija del Negrito Fernández que da cuenta de la explotación a los cañeros, en el mensaje firme y unitario del Indio Bonnet ante las cámaras en el aeropuerto de Trelew, en la voz tenue y susurrante de Robi Santucho que anuncia tempestades desde un ranchito en Las Lechiguanas del Paraná? ¿Habrá que leer las cartas febriles de los combatientes de la Compañía de Monte desde la espesura, los "caramelos" pequeños de los compañeros presos en los calabozos del régimen, las minutas que sintetizan debates apasionados y reuniones de célula interminables, los editoriales incendiarios de El Combatiente y los partes de guerra del Estrella Roja que dan cuenta de tantas victorias?

Es posible. Pero también es cierto que la historia del PRT-ERP atraviesa otras fronteras, no siempre presentes en el valioso registro documental, o en el importantísimo relevamiento historiográfico que realizaron ya varios autores. El Partido respira en la memoria de esos hombres y mujeres que tejieron, sin saberlo, una red de mínimas voluntades detrás de un deseo en común. Que no esperaron para salir a cambiar el presente de explotación e impunidad que les tocó vivir y que eligieron, como compromiso mayor, poner sus actos a la altura de sus palabras. Que lucharon por ganarse el cariño de las masas ocupando en cada batalla cotidiana el primer lugar en la fila, que acertaron y se equivocaron en el camino, que marcharon y erraron y persistieron, que disfrutaron los triunfos y padecieron las derrotas junto a los suyos, junto al pueblo con el que modelaron la arcilla de una revolución a la medida de su esperanza joven y rebelde.

En las páginas que siguen, en la crónica detallada de tiempo y lugar, de sucesos y protagonistas, podemos asomarnos como lectores a un pasado en construcción. Seguirán las discusiones entre compañeros, las arduas polémicas, los recuerdos cruzados, las anécdotas compartidas, los balances contradictorios más allá de esta edición extra porque la impronta del PRT-ERP no puede escribirse en tiempo pasado. ¿Cómo evitamos la referencia al Partido de Santucho cuando la izquierda local parece haber perdido la brújula por estos días, tan lejos del protagonismo político arrebatado? ¿Cómo negamos el peso de estas ausencias hoy, cuando tantos cuadros hacen falta para delinear los contornos de un nuevo proyecto político, para quitarnos de encima a tanto oportunista? ¿De qué manera ignoramos la sombra del PRT-ERP en el combate de todos los días contra la injusticia, en la pelea en la fábrica, en el aula, en el barrio, por defender los principios, en sumarse al disperso y heterogéneo universo de rebeldes que nunca van a resignarse? ¿Qué hacemos, por estos días, con citas de Robi que dicen: "Todo el Partido debe grabarse con letras de fuego el principio revolucionario de que no se puede destruir el capitalismo sin audacia y más audacia, que una de las características más esenciales de un revolucionario es su decisión, que un revolucionario es un hombre de acción"?

Eso: la historia del PRT-ERP inquieta, incomoda, nos interroga. Y lo hace porque nada de pasado respira en estas páginas que siguen. Surge, en este trabajo de reconstrucción de historias mínimas, un programa, un objetivo estratégico y un puñado de hombres y mujeres decididos a jugarse a vencer o morir en el intento; militantes que no renuncian a nada, pero que abrazan los métodos de lucha que la realidad impone para defender una revolución que son ellos mismos. En el ejemplo, en la audacia, ellos son la revolución. Apenas el inicio de un camino, la voluntad de miles, el esfuerzo de tantos, el ejemplo de muchos, la huella de un sendero listo para ser recorrido por otros compañeros. Eso, y el influjo actual de aquella sentencia de Mao, tantas veces citada en minutas y boletines internos, que sigue asomándose, como un fantasma caprichoso, como una asignatura pendiente, como la síntesis perfecta de un tiempo presente:

"Luchar, fracasar, volver a luchar, volver a fracasar, volver a luchar hasta la victoria".

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El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.