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Editorial

Solicitada

No deja de ser un instrumento extraño eso que todos llaman "solicitada". Puede decirse, sin vacilaciones, que el término genera varias lecturas: por un lado, uno publica una "solicitada" en un diario para comunicar pocas ideas (muy pocas a decir verdad, apenas retazos de ideas, consignas, frases) a la mayor cantidad de lectores posibles, lo que en la jerga militante suele bautizarse con el nombre de agitación; en detrimento del método opuesto, la propaganda (varias ideas, fundamentadas ellas, para una cantidad razonablemente menor de lectores). Uno elige, en todo caso, lo poco o mucho que quiere decir, y lo hace en un medio que no le pertenece. Que pertenece, incluso, a oscuros intereses que nada tienen que ver con las ideas que se defienden en esas "solicitadas". Uno elige no publicar sus ideas en un medio propio (si es que lo tiene, si es que se preocupó alguna vez por generarlo). Uno elige publicar sus ideas en un medio que defiende intereses ajenos. Uno elige desde la debilidad de no poseer masividad en un medio propio. Uno elige poner dinero allí donde sólo el dinero garantiza la publicación de esas ideas breves, furtivas, mínimas. El tamaño del aviso depende del tamaño del dinero. El tamaño de las ideas expuestas depende del tamaño del dinero.

Segunda lectura: en la "solicitada", uno privilegia el peso de los nombres, de los firmantes, por sobre el valor de las ideas expuestas (pocas, ya quedó dicho, casi consignas, frases). La lista de firmantes, a menudo, supera en cantidad a las líneas que refieren las ideas expuestas. En la propaganda, en la discusión de ideas, en la polémica seria, lo que se discuten son ideas y los nombres de quienes las defienden vienen a la zaga. Las ideas, después de todo, perduran en el tiempo y son herencia de viejas luchas. Las personas que firman muchas veces ni leen el texto en cuestión, apenas aceptan por teléfono ante la requisitoria de una voz amiga que los convence de la necesidad de firmar una "solicitada".

Tercera lectura: la "solicitada", muchas veces, confronta. Su brevedad impacta y choca. Pero no propone un debate. No en esos términos. Es que uno quiere creer que no se trata de ver quién puede pagar la "solicitada" más grande a la hora de debatir ideas. No parece el mejor lugar para debatir un medio que defiende intereses opuestos, que sólo pretende dinero. Uno publica la solicitada y espera, y gana su pequeña batalla. No importa la discusión, no importa debatir en un escenario que brinde posibilidades parejas para todos, no. ¿Importan las ideas, después de todo?

Cuarta lectura: ¿qué pasa después? ¿Qué caminos le siguen a la publicación de una "solicitada" con multitud de firmantes? ¿Un camino unitario, la creación de alguna herramienta para desarrollar ese puñado de consignas publicadas en un diario que defiende intereses ajenos? ¿La creación de un medio propio, que defienda esas ideas y que proponga un debate abierto, franco, de ideas con aquellos que no piensan como uno? ¿Importan los que no piensan como uno? ¿Pueden pagarse una solicitada los que no piensan como uno?

Quinta lectura: ¿Cuántos ejemplares de una humilde revista pueden pagarse con el costo de una solicitada? ¿Cuántos periódicos, cuántos boletines en la calle, en las fábricas, en los colegios, en las facultades, en los barrios? ¿Importa llegar? ¿Tenemos algo para decir? Si apartamos por un momento las consignas, las frases hechas... ¿qué nos queda?

Curioso instrumento esta "solicitada".


N de la R: El pasado 2 de mayo se publicó en el matutino Página/12 una solicitada que alude al debate protagonizado por el escritor Andrés Rivera y el historiador Norberto Galasso, que ocupó varias ediciones sucesivas de Sudestada.

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El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.