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Plástica

Pablo Suárez: retazos de realidad

A lo largo de su carrera como pintor y escultor, Pablo Suárez se caracterizó por establecer un fuerte e inseparable nexo entre su actividad artística y la realidad política y social de su país. Se preocupó por establecer las bases de un arte cercano a la gente, al pueblo: por lograr un arte para todos. Su retrospectiva itinerante, que estuvo en el Centro Cultural Recoleta, ya se perfila como una de las muestras más importantes e impactantes de 2008.

Por sus ojos pasaron, quizá, las imágenes de los sucesos más importantes que haya vivido Latinoamérica. Porque sin duda, los momentos previos a enero de 1959 en La Habana, los días que siguieron a esa revolución que cambió para siempre la fisonomía cultural y política del continente, fueron retratados por la lente de Liborio Noval. Aunque hace poco tiempo decidió jubilarse para dedicarse a la fotografía artística, estuvo más de 40 años trabajando en la prensa cubana, desde el periódico Revolución hasta el Granma. Tomas de las manifestaciones populares; retratos de Fidel y el Che, como funcionarios o haciendo trabajo voluntario; viajando por el mundo, cubriendo la guerra de Vietnam, la hambruna en Mongolia, siempre la mirada fue diferente a la de sus colegas que buscaban mostrar sólo destrucción. Por eso no sorprende un trabajo publicado (y largamente agotado) que se llama A pesar de..., como cronista en Vietnam. Allí hay fotos de la vida cotidiana en medio de bombas y B-52.

Ya definitivamente alejado de la prensa y la fotografía social y política, Liborio pasó por Buenos Aires para presentar una muestra de fotos sobre lo que ellos llaman "la épica revolucionaria", acompañada de imágenes de La Habana actual tomadas por dos fotógrafos jóvenes. Liborio recibió a Sudestada para charlar sobre sus comienzos, sus largos años junto a Fidel y sobre sus inquietudes fotográficas hoy en día.

-Teniendo en cuenta que la muestra de Buenos Aires presenta dos épocas de La Habana, ¿ve alguna diferencia entre la ciudad de hace 50 años con la retratada por Andrew Dumbar (australiano) y Martin Cohen (holandés)?

-Mira, La Habana está igualita, igualita. Lo que sí ocurre es que se ha ido deteriorando por toda la serie de problemas que hemos tenido, y nos va a costar mucho trabajo recuperarla. Se ha ido reparando lo que es el centro histórico de La Habana Vieja, que tiene un plan especial, donde ellos mismos se auto abastecen y con ese dinero que reciben van arreglando las construcciones. Y arreglar esas casas cuesta más dinero que hacerlas nuevas; cuando tu mantienes un edificio del año 1800, tienes que tener más cuidado. Ahora, en estos momentos, estamos haciendo un trabajo un grupo de artistas, pintores, dibujantes, fotógrafos, en el centro Wilfredo Lagos, al lado de la Catedral, que hacía 30 años que no se arreglaba. Luego vamos a hacer un exposición de cómo es el proceso de restauración de todo eso.

-Leí en alguna entrevista que originalmente se inició en la fotografía desde el sector publicitario, ¿cómo decidió dejar ese mundo para meterse de lleno como reportero en la prensa cultural y política?

-Yo entré en la agencia Siboney en 1953 y éramos 14 trabajadores, cosa que para fines de la década terminamos siendo como 90. Era de las más importantes de la Isla. En 1957, trabajaba en el departamento de investigaciones y debíamos realizar trabajos sobre detergentes, jabones de baño, etc., donde no sabía nada de fotografía. Recuerdo que uno de los clientes más importantes de la agencia era McGregor y yo debía hacer fotos de todas las marquesinas de las tiendas que tenía la marca. Una foto por el día y otra de la misma vidriera, pero de noche, iluminada. Una vez, el dueño de McGregor me dice que le lleve la fotografías que había sacado en 8x10, bien impresas con su marquecito blanco. Llego, imagínate tu, un niño de 20 años y que al hombre le gusten tus fotos y te lleve a su tienda y te diga que escogieras la prenda que quisieras. Toda la que yo quisiera...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº70 - Julio 2008)

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Autor

Débora Ruiz