El pintor y escritor argentino Aníbal Cedrón discurre sobre las condiciones actuales de producción y las compara con aquellas que lo fueron haciendo un artista: la fuerte estimulación de los 60 y 70, pero también el terror de esos años como desgarramiento cultural y generacional. El dilema de un lobo estepario en una sociedad que se va comiendo todo, incluso la imaginación.
A los 60 años, Aníbal Cedrón quiere pintarse de nuevo. Pero para eso se sumerge en el origen de su historia, que es como la de todos, una batalla entre los sueños y las posibilidades. Aunque viene realizando exposiciones desde 1971, recién en los 90 se dedicó de lleno a la pintura. Durante los años de lucha popular y sangre derramada, la militancia estudiantil fue su prioridad. En su casa-taller de Almagro, los cuadros guardan el grito de su generación, desde una estética expresionista de carácter conceptual. Hoy se siente en la cumbre de su obra, como pintor y como escritor (varios libros de arte y columnista de Diario Sur, Zona y Caras y Caretas). Tampoco abandonó la militancia. Desde 2002 conforma el Movimiento Argentina Resiste (MAR), junto a otros artistas y escritores argentinos.
En esta conversación de Sudestada con Cedrón, preferimos revolver su camino creador, lleno de pasillos laberínticos, antes que preguntarle por sus exposiciones y talleres. La pintura, como toda creación artística, nace de la búsqueda humana de lo sagrado. El camino de un artista hacia su propia obra nos habla siempre del dolor y la pasión.
Fue tal vez el pintor Luis Felipe Noé quien mejor supo comprender su obra: "A través de la línea, sus dibujos se transforman con la exactitud de un cirujano en la vibración del alma dolorida. Porque su obra es el eco del dolor frente al avasallamiento del hombre que simplemente protesta".
-¿Por qué empezaste tan tarde a dedicarte exclusivamente a la pintura?
-En realidad, empecé a pintar desde los nueve años y continué toda mi vida. A dibujar y a colorear me alentó mi padre que no era artista, pero que admiraba a los artistas, quizás decepcionado por tantos hombres "prácticos". Solía decirme que los artistas "resignificaban" las cosas que estaban a la vista de todos en los lugares comunes, pero sobre las que nadie prestaba atención, quizás por alienación.
Aunque en un sentido "profesional", como se desprende de tu pregunta, yo empecé a darle más tiempo, disciplina y trabajo a partir de los 43 años, después de titubear muchos años pues no me fue fácil asumir ser artista. Hay varias causas que me hicieron demorar, que fueron haciendo olvidar mis deseos y mis sueños de libertad, y era la angustia de no saber cómo sostenerme económicamente. Si a eso le sumamos la dictadura, el terror, los miedos que se generan para el desarrollo de un creador son enormes. A la vez, yo me identificaba con un pensamiento de aquel entonces; el Che Guevara hablaba de la sublimación de la persona en función de la causa, del ideal social. Yo quedé marcado, como muchos de esa generación, por esa voluntad del Che. Es otra parte de mi vida que influenció en una suerte de renunciamiento de lo artístico para dar todo en función de lo que creíamos era el porvenir, era el socialismo. Y no fui el único. Hay otros artistas, desaparecidos. A los de mi generación, a los que tuvimos una intensa participación política, nos costó mucho madurar. Todas esas fueron causas que lentificaron mi potencial. Hay un enorme yacimiento de talentos que no ha podido siquiera mostrar algo.
-¿Sentís que hay divorcio entre la vocación y la profesionalidad?
-La profesionalidad es la que puede permitir desarrollar y acrecentar la vocación, y no ser -por ejemplo- un diletante que pinta los domingos. Esa disociación es objetiva y la produce el sistema, especialmente porque un artista o un filósofo se dedican al ocio, que es lo opuesto al negocio. Por cierto, en nuestro país, se acentúa con el tajo histórico que representó la última dictadura y con la globalización capitalista en los noventa y el saqueo cometido por el menemato. En nuestra actividad artística, a la profesionalidad se la relaciona cada vez más con el éxito comercial. Aparte, esa suerte de pensamiento único de la llamada globalización, si bien en baja, nos pretende hacer pintar como en Nueva York. Así, todavía los medios locales exaltan las obras de determinado artista por alcanzar altas cotizaciones en el mercado, que en verdad se han logrado independientes de los valores artísticos, por una excelente estrategia de marketing. Estrategia que desnuda el entramado de relaciones políticas entre curadurías, críticas, medios, instituciones estatales como museos y privadas como galerías, manifiesta en las ferias internacionales y locales, como es el caso de Arte-BA...
(la entrevista completa en la edición gráfica de Sudestada)
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