Actor, autor, director y médico. Uno de los últimos caudillos del teatro y una de las personalidades más destacadas de la cultura argentina. Eduardo "Tato" Pavlovsky habla del reestreno de "Potestad", del compromiso que asume como intelectual y de cómo este rol rige todos los ámbitos de su vida.
Un living despojado, con persianas bajas, alumbrado solo por dos veladores. En la mesa, pilas de cuadernos y papeles, el diario Página/12 y varios libros, entre ellos, Van Gogh, el suicidado de la sociedad, de Antonin Artaud. Allí, en la intimidad de su casa, Eduardo Pavlovsky, quien reestrena próximamente "Potestad" en el Centro Cultural de la Cooperación, comienza hablando de su extensa trayectoria en teatro para luego dar una lúcida mirada sobre la actualidad argentina y latinoamericana.
-¿Cómo es reestrenar "Potestad" después de tanto tiempo?
-Yo escribí una historia muy interesante, anecdótica, en el 84, porque una ex mujer mía, Susana Torres Molina, me dijo que quería reestrenar "Telarañas", que había sido prohibida por la dictadura. Necesitaba un monólogo mío; la idea era que yo tenía un público determinado, iba a llevar gente e iban a ver una muy buena obra como era "Telarañas".
Venía muy poco público al principio porque no entendían bien, era un momento muy particular. Yo soy un actor que había tenido por "El Señor Galíndez" una bomba, por "Potestad" me habían ido a buscar, todavía la democracia estaba con muchos temores y yo venía a implantar un tema que todavía hoy es tema, como es el rapto de niños. Noté una gran distancia y la estrené en un teatro muy chico. No fue nadie al principio.
Es una obra complicada, estaba escrita para hombres. Se dio la enorme casualidad de que los dos actores se fueron. En Brasil, me habían invitado para hacer psicodrama y la obra para derechos humanos. Y le dije a Susy Evans, mi mujer, que la íbamos a tener que hacer igual. Cambiamos uno de los personajes masculinos a femenino y ocurrió un hecho curioso porque cuando Susy la hizo (que se la marqué en media hora, le hablaba en el medio de la escena), fue un gran impacto en Brasil, y después vinimos acá y me empezaron a invitar de festivales internacionales representando al país. En el 87 la hice en Cádiz; 88, en Madrid, luego Londres, Nueva York, Canadá (donde saqué los premios a la mejor obra y mejor actuación). Estuvo presentada enormemente, pero acá no la hacía en temporada: la daba diez veces seguidas o tres, después me llamaban de afuera, le daban un premio en Los Ángeles, en España. La llevaba porque me daban un premio a la trayectoria, es mi obra emblemática.
Un profesor de Psicología, Fariña, que tiene la Cátedra de Derechos Humanos, tiene a "Potestad" como emblemática del rapto de niños. Me llamó varias veces y, en 2007, fui. Me encontré con mucha gente en el piso, un ruido ensordecedor, no había luces ni posibilidades de música; entonces la persona que trabaja conmigo me dice: "no tenemos nada"; le digo que no importa, que me ponga dos sillas, yo sé cómo agarrar a la gente con "Potestad". Y me di cuenta de que con esas trescientas cincuenta personas que había, se produjo una especie de ceremonia, un ritual muy importante. Calculá que yo había hecho ochenta veces "Potestad "y me quedé medio sorprendido; le comento esto al profesor y me responde: "lo que pasa es que esto vos lo escribiste en el 84 y esta gente no había nacido"; entonces para ellos, la estrené.
Y después me invitaron de la Cárcel de Devoto, y ahí ocurrió un fenómeno muy interesante, parecido al de Samuel Becket, cuando estrenó en la Cárcel de San Quintín, en California. Cuando todos los presos entendían "Godot", en Europa no entendían.
Me invitaron a hacerla diez veces en el Centro de la Cooperación y llené todas las funciones.
Yo creo que hay muchísima gente joven que no vio la obra y se impresiona con el tipo de actuación, con el tipo de puesta, que es muy fuerte. Y queda muy conmovida. A mí me gusta hacerla, en ciertas dosis, una vez por semana; y ahora la voy a hacer abril y mayo en la Cooperación y estrenar en julio "Solo Bruma", otra obra mía, que también va a dirigir Norman Briski.
-¿Te sentís más reconocido en el exterior que en nuestro país?
-No, ya no. Mis obras se siguen dando en el exterior, pero ya soy conocido acá, dentro de un límite que no es muy chico, pero tampoco es el grande; es decir, el público que va a ver "Gorda" de Daniel Veronese o "A la Cama " con Gerardo Romano, no es el público que va a verme a mí. Pero son muchos ya, yo creo que debe haber unos sesenta mil cautivos de mis obras.
-¿Hace mucho tiempo que venís trabajando con Norman Briski?...
(la entrevista completa en la edición gráfica de Sudestada)
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