Lejos de los libros escolares y de los mapas turísticos, en el Impenetrable chaqueño se escribe otra historia. Allí, la comunidad toba transita sus años en una resistencia que llevan en la sangre, después de siglos de genocidio y exclusión. Imágenes y palabras de una voz que no pudieron silenciar tras cinco siglos de conquista.
A principios de noviembre, arribamos a Villa Río Bermejito, una localidad ubicada en el llamado Impenetrable chaqueño, donde diversas comunidades tobas se congregaron para celebrar un festival de música indígena, entre otras muchas actividades que el pueblo qom está llevando a cabo por la reivindicación de su identidad, su cultura y su memoria. Allí dialogamos con Leonardo Lorenzo, un joven integrante de la comunidad que nos sumergió en la realidad y en las reivindicaciones de su gente. En un diálogo profundo y revelador, nos contó qué sucedió tras el avance colonizador y la consecuente llegada del Estado y las iglesias.
-En esta región la evangelización empezó alrededor del año 30, en una primera misión que se fundó en El Espinillo. Fue allí que las comunidades indígenas de la zona tuvieron un encuentro con la Biblia. Y fue ahí donde se dio el primer paso hacia el cambio cultural, por el hecho de aprender otro idioma y aprender un poco a trabajar y a fabricar objetos de otra manera. Y bueno, fue un primer paso hacia la interculturalidad, si podríamos llamarlo así; porque también fue un choque de culturas, porque no hubo una consideración de nuestro idioma. Al indígena se le enseñaba solamente a hablar el castellano, y no se demostró interés por su propia cosmovisión. Se trataba de negar su cultura y transformarlo totalmente. Y eso es lo que se llamaba civilizarlo.
-En esa misión comenzó a hablarse de Dios. Pero nuestra espiritualidad difería mucho de la religión cristiana, y existían complicaciones a la hora de traducir teológicamente, porque las diferencias entre nuestra cosmovisión y la cosmovisión occidental son notables, en cuanto a cómo el mundo indígena cree, cómo es el punto de vista con respecto a Dios, a la tierra... Por ejemplo, nuestros abuelos nos transmitieron que la tierra es la esposa o la compañera de Dios, y que de ahí sale el hombre. Es por eso que el indígena considera que la tierra es la madre. Y para nosotros también es distinto el origen de la mujer, distinto del relato bíblico, que dice que salió de la costilla del hombre. Para la cosmovisión toba, la mujer vino directamente del cielo, es sagrada, y tiene una esencia divina: es un ser que ha sido creado en otra dimensión, y que bajó del cielo como una compañera que puede resguardar la vida.
-No sé si a la religión occidental le interesa o, simplemente, ignora nuestras creencias, pero la Teología no tiene en cuenta nuestra espiritualidad y aún no incorpora nuestra cosmogonía. O sea que la teología indígena está fuera de la teología o la filosofía universal, no se tiene en cuenta porque nuestra espiritualidad está considerada como retrasada. Pero deberíamos pensar quién cuidaba la naturaleza antes de la llegada de los españoles, quién cuidó por miles de años los pájaros, quién cuidó el árbol, quién cuidó el río... toda una espiritualidad en la que no había exclusiones, no había marginaciones... No es que no hubiese problemas internos, porque no existe una cultura santa. Las comunidades tenían y tienen sus conflictos, pero no hay una violencia sistemática. Pero también hay conflictos porque están implantados, planificados, sistematizados. Todas las divisiones y fragmentaciones son cosas que vienen de afuera, y las comunidades sufren mucho eso. Si bien hay problemas al interior de las comunidades, eso nunca ha generado exclusión.
-Al interior de la comunidad, los problemas siempre se resuelven hablando, se resuelven en reuniones familiares, con los abuelos y abuelas, que son los que tienen el consejo, son los que enseñan, los que trasmiten la sabiduría, aunque ahora nos quedan muy poquitos. Los antiguos consejos estaban integrados por los sabios llamados piogonak, gente con poder sobrenatural, con profundos conocimientos de la naturaleza, el agua, el monte. Y esa gente era la que daba las soluciones a los problemas que surgían en las comunidades. Ahora algunos de los que dan consejos son los pastores. A partir del año '30, son ellos los que tienen la gran responsabilidad de responder ante los problemas de la gente.
-En la actualidad quedan pocos piogonak serios. Y es imposible que surjan nuevos porque ya se trata de otra cultura, porque cuando se exterminó todo el ambiente natural -a través de la contaminación del agua, del suelo, la deforestación y la imposición religiosa-, el pueblo mismo ha abandonado esa espiritualidad. Los espíritus más importantes, es decir los que eran enviados por Dios y estaban para resguardar la vida, fueron desapareciendo. Esos espíritus prevenían las enfermedades, con el profundo conocimiento de yuyos, de árboles, de frutos, que usaban para medicar. Todo esto se fue yendo con la llegada de la religión occidental. Quizás ahora puede surgir algún piogonak, pero no es lo mismo, porque no tendría la misma capacidad, no tendría la misma visión ni el mismo poder, porque está afectado por el cambio cultural. Antes lo que a los piogonak le interesaba era salvar la vida. Ahora los nuevos que surgen sólo buscan su comodidad. Entonces te ofrecen curarte, pero te piden dinero. Si lo comparamos con los políticos, es lo mismo: lo que importa ahora es el bienestar individual. Todos estos cambios han surgido, por un lado, a causa de la religión y, por otro, por el encuentro frontal de las culturas; aunque algunos dicen encuentro, pero nosotros decimos que fue un choque, un choque frontal, porque un encuentro es a través del diálogo, y esto fue la imposición. Es hasta ahora que la guerra no termina. Sigue la discriminación y el genocidio.
Pero el pueblo toba, como el wichí, mocoví, pilagá, hemos resistido, porque -esto es muy notable- no hemos perdido el idioma y eso es porque las mujeres son las defensoras de la cultura, porque nuestros papás salían a trabajar en los obrajes, en la cosecha, y no estaban con nosotros. Y mientras nuestros padres entendieron el castellano por salir a trabajar, nuestras madres son las que transmitieron el idioma de generación en generación. Ellas han cumplido un papel muy importante.
-A partir del 2000, hubo un cambio rotundo de pensamiento, de organización, y creo que ahora es otro tiempo, porque hemos entrado en otro nivel de capacidad...
La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº65-Diciembre 2007
Nota: Martín Flores
Fotos: Ana Sofía Quintana
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