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Fotografía

Trotsky en imágenes

La cámara del fotógrafo estadounidense Alex Buchman capturó cientos de instantes íntimos del revolucionario ruso. Lejos del abatimiento y la frustración, las fotos permiten reconstruir los últimos días de un Trotsky que en el destierro mexicano no detuvo un segundo su combate contra sus enemigos, sin descuidar sus actividades cotidianas.

El niño de la fotografía

Odesa, 1888. El pequeño de nueve años posa ante la cámara. En el gabinete, una silla y un telón pintado exornan el discreto escenario. El niño, de brillantes ojos azules y de pelo castaño muy corto, se encuentra ataviado con una levita abotonada, de color oscuro, que se extiende hasta las rodillas; con la mano izquierda sostiene una gorra de tipo militar. Su mirada expresa inteligencia y seguridad. La postura erguida y la actitud orgullosa parecen prefigurar la personalidad del futuro jefe de la revolución más influyente del siglo XX. Se trata de la primera placa fotográfica que recogió la imagen de Lev Davidovich Bronstein.

Aquélla fue la imagen primicial de una profusa iconografía que exhibe las estaciones del palpitante recorrido vital de León Trotsky. Fotografías que comprenden desde el año 1888, en que principió sus estudios en el Instituto de San Pablo en Odesa, hasta las instantáneas captadas en el Hospital de la Cruz Verde, en México, en 1940, horas después del atentado criminal que le arrebató la vida.

Amplitud iconográfica

De las biografías de los hombres de la Revolución, la de Trotsky es una de las mejor y más ampliamente docu-mentadas por el registro fotográfico. Y tan vasta es la iconografía que bien podría exponerse su trayectoria sobre la base de materiales fotográficos. Ilustrativo de ello es la notable selección de imágenes preparada por el fotógrafo y editor de arte británico David King -el mayor coleccionista de fotos del revolucionario bolchevique- en varios libros, entre los que podemos destacar Trotsky: a photographic biography, volumen en formato de cuarto mayor y de lujosa edición publicado en Nueva York, en 1986.

Entre las fotos allí reproducidas, no podríamos escoger una imagen exclusiva de Trotsky que ostentase el calificativo de icónica o emblemática. Serían varias las fotos a seleccionar para ilustrar determinadas fases o trechos de su vida. Bien es verdad que existen retratos de Trotsky que han tenido -y tienen hasta hoy- mayor reproducción en los libros y en los medios electrónicos, como aquella fotografía, de plano busto, que data de 1920, época en que Trotsky ejercía la jefatura del Comisariado de Guerra, y que ha devenido en su imagen más difundida. Ésta fue ampliamente propagada en los tiempos del Poder soviético y se convirtió en una suerte de "retrato oficial" del revolucionario. Empero, existen otras fotografías menos conocidas que consiguieron captar mejor la esencia de su personalidad.

Verbigracia, no es lo suficientemente sabido que el eminente fotógrafo de origen húngaro, Robert Capa (1913-1954), consiguió una serie de instantáneas de Trotsky en Dinamarca, en 1932. Capa, a quien se estima en la actualidad como "el mejor fotógrafo de guerra del mundo" en el siglo XX, era en esa época un joven empleado de Dephot, una importante agencia fotográfica alemana, que le encomendó su primera asignación relevante: cubrir gráficamente la conferencia que Trotsky pronunciaría en Copenhague con motivo del decimoquinto aniversario de la Revolución de Octubre. La conferencia fue organizada por una asociación de estudiantes socialdemócratas daneses, y se efectuó el 25 de noviembre de 1932. Capa, que admiraba grandemente a Trotsky, logró registrar con su cámara Leica la fuerza gestual y el portento oratorio de quien fuera tribuno y organizador de la insurrección obrera triunfante en Rusia. Estas fueron las primeras fotos de Robert Capa que vieron la luz pública, y aparecieron en la revista Weltspiegel, suplemento ilustrado del diario Berliner Tageblatt.

Huelga evocar, por otra parte, que, durante el control ejercido por Stalin y su camarilla burocrática sobre el Partido Comunista y el Estado soviético, la totalidad de las fotografías y los afiches en los que figuraba Trotsky fueron censurados o adulterados, cumpliéndose con la consigna de desterrar su recuerdo de la memoria colectiva. La glasnost, a partir de 1987, dio inicio a la publicación de sus retratos en los medios informativos soviéticos, que incluyeron fotos desconocidas y documentos fílmicos inéditos.

De otro lado, multitud de impresiones fotográficas ampliadas pueden verse hoy en el Museo Casa de León Trotsky, en Coyoacán, Ciudad de México. En la sala principal que compone el Museo -en un local anexo a la vieja casa donde residió el dirigente político- se expone una galería de fotos que ilustran copiosamente su residencia en México, desde que arribara al país, en enero de 1937, hasta su asesinato consumado en agosto de 1940. En algunas de ellas, Trotsky y su esposa Natalia Sedova han sido retratados junto a Diego Rivera y Frida Kahlo, la celebérrima pareja de pintores, quienes les brindaron hospitalidad en México. En otro espacio del Museo, las fotos ofrecen testimonio de la biografía de Trotsky en Rusia, en tiempos anteriores a la Revolución, y durante sus años cenitales, cuando le fue confiada la defensa militar de la República de los soviets; asimismo, se muestran imágenes de la etapa final de su actuación política en Rusia y de su peregrinaje por varios países, tras su expulsión de la Unión Soviética.

Entre las fotografías exhibidas de su estadía en México, existe un conjunto dispuesto en la pared diestra de la sala que, de inmediato, concentra la atención del visitante. Se trata de las imágenes conseguidas por el norteamericano Alex Buchman. Éstas desvelan contornos del quehacer del revolucionario, desconocidos para la mayoría. Además, su valor reside en que descubren un aspecto del carácter de Trotsky que no se suele exponer en las publicaciones históricas. El lente de Buchman capta al personaje en la intimidad de su hogar, en su faceta más cotidiana, entregado a sus labores diarias y a sus aficiones y pasatiempos.

El fotógrafo aficionado

En el otoño de 1939, Alexander H. Buchman, joven norteamericano de 28 años e ingeniero aeronáutico, arribó a la Ciudad de México, y se presentó en la casona fortificada de Trotsky, localizada en la Avenida Viena 19, en el rústico y sosegado Coyoacán. Provisto de la recomendación del trotskista Harold Isaacs, visitaba al "profeta desterrado" para darle a conocer las fotos que había registrado de la guerra chino-japonesa.

Hacía pocos meses que Trotsky se había mudado de domicilio, tras abandonar la casa de Frida Kahlo, situada a poca distancia de su nueva vivienda. Además, desde agosto, se encontraban morando en Coyoacán su nieto de trece años, Sieva Volkov, y los franceses Alfred y Marguerite Rosmer, a quienes le unía una antigua amistad y un largo pasado de militancia revolucionaria.

En aquel tiempo, Trotsky trabajaba en la biografía de Stalin, escribía artículos políticos y mantenía una abultada correspondencia con sus partidarios de Europa y América. Tanto en su trabajo intelectual y político, como en el aspecto de la seguridad, contaba con el auxilio de jóvenes secretarios y guardias de diferentes nacionalidades, entre los cuales vivían en México: el francés Jean van Heijenoort, el alemán Otto Schüssler, los norteamericanos Charles Cornell, Harold Robbins, Chris Moustakis y Walter Ketley.

Poco más tarde, Alex Buchman pasó a integrar esta animada comunidad, y se ocuparía de la instalación del sistema de alarma, además de desempeñar la función de guardia.

Una de las aficiones predilectas de Buchman era la fotografía. Muestra de su talento en este dominio fueron los filmes y las instantáneas tomadas durante su residencia de seis años en China, donde participó en la Oposición de Izquierda. Dichas películas fueron vistas por Trotsky y otras personas de su entorno durante las proyecciones que se realizaban en la casa de Coyoacán.

Buchman sentía una profunda admiración por Trotsky, a cuyas ideas políticas se había adherido, y, aprovechando la oportunidad que le había sido otorgada, no hesitó en fotografiarle. De esta manera, durante los cinco meses que vivió en México, Buchman captó una miríada de retratos de Trotsky, de su círculo familiar y amical y de la atmósfera que lo rodeó, produciendo con ello la más extensa documentación fotográfica que existe de su tercer y último exilio.

La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº65-Diciembre 2007

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Autor

Gabriel García Higueras, desde Perú