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Entre líneas

El Salvador: de la guerra a la Krisis

Los años setenta fueron tiempos de movilización popular, de represión y de guerrilla también en Centroamérica. Crónica de los orígenes de la guerra civil en El Salvador, que tuvo al campesinado como protagonista central y que repite, en buena medida, tópicos y climas políticos de todo el continente.

1. La gestación. La guerra en El Salvador se generalizó a partir de 1980, pero su punto de partida se ubica años atrás. Es con el surgimiento de las llamadas organizaciones político-militares, entre 1970 y 1971, que puede afirmarse que el proceso político salvadoreño cambió de curso.

Estas organizaciones introdujeron el impulso de la lucha armada como factor clave de su acción política.

Las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí" (FPL) se estructuraron a principios de 1970, aunque sólo se dieron a conocer de forma pública en 1972. No obstante que su núcleo dirigencial principal provenía del Partido Comunista de El Salvador (PCS), sus primeras bases de trabajo, sin embargo, no se nutrieron de ese agrupamiento. De ahí que no parece que pueda hablarse de una escisión, sino de un desgajamiento. Las FPL no es que fueran una suerte de partido comunista armado, sino una nueva modalidad organizativa que rompió, inicialmente, con el esquema organizativo arcaico e inefectivo del PCS.

El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) fue la otra organización político-militar emergente, y tuvo su primera acción relevante en febrero de 1971, a propósito del secuestro de un prominente empresario salvadoreño, Ernesto Regalado Dueñas. Aunque en esa fecha, después del fracaso de esa operación, se filtró que se trataba de una instancia denominada «El Grupo», lo cierto es que a principios de 1972 ya era público que se había constituido el ERP. De hecho, una escuadra guerrillera del ERP realizó, el 2 de marzo de 1972, la primera acción de recuperación de armas al atacar a una pequeña posta militar en las cercanías del centro histórico de la ciudad de San Salvador.

El ERP, a diferencia de las FPL, fue el resultado de una convergencia de incipientes esfuerzos organizativos diferentes. Hubo un núcleo primario constituido básicamente por dos afluentes: uno que provenía de la filas demócratas-cristinas, pero de su filón más popular y radicalizado, y que enarbolaba el socialcristianismo, y un pequeño desgajamiento de jóvenes de militancia comunista que se articulaba en torno a la instancia denominada Juventud Patriótica.

Este núcleo primario logró articular a otros dos esfuerzos que se movían de manera independiente: el que en 1973 se escindió del mismo ERP, y que pasó a llamarse Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT) y el esfuerzo que se asumía como Comandos Organizadores del Pueblo, y que al ingresar en pleno al ERP, en 1973, se disolvió.

Toda esta diversidad organizativa que vino condensándose no surgió de la nada. Hechos políticos de la década de 1960 en El Salvador dan cuenta de su gestación.

La amplia acción huelguística en torno a la fábrica acero, en abril de 1967, encabezada por quien en aquel entonces era uno de los principales dirigentes del PCS y después uno de los fundadores de las FPL, marcó un momento distinto en la lucha reivindicativa laboral de aquellos años.

Meses después, el mismo PCS logró articular un importante esfuerzo electoral en torno al Partido Acción Renovadora (PAR). Aunque los resultados electorales no fueron óptimos, sí permitió abrir debate público respecto al álgido y más o menos prohibido tema de la injusta estructura agraria del país. Además, con este esfuerzo electoral la reducida área de influencia de la militancia comunista se amplió, puesto que tanto el candidato presidencial como el equipo de trabajo que esbozó el programa de cambios del PAR, no provenían de del PCS; y aún más, el que fuera candidato presidencial parista, para 1971 era una de las personas que contribuyó a la articulación del ERP.

A pesar de que ambos hechos políticos, la huelga de la fábrica Acero y la campaña electoral eran inspiradas por el PCS, y que en general significaron un avance en su quehacer político, en realidad mostraban dos líneas divergentes de trabajo.

No puede dejar de señalarse en este recuento la huelga, en junio de 1968, del sector magisterial, que mostró nuevas posibilidades organizativas, y donde la conducción del PCS no fue un signo distintivo.

La crisis política dentro del PCS sobrevino a consecuencia del despliegue de la llamada guerra de las cien horas contra el vecino país de Honduras, en julio de 1969. Esta aventura guerrerista, que de trasfondo estuvo animada por desorbitadas pugnas económicas de los grandes capitales de los respectivos países, dislocó el proceso integracionista de Centroamérica. En este capítulo, la línea política impulsada por la mayoría de la dirección del PCS terminó de profundizar sus desavenencias, puesto que en una pretendida mueca leninista, se llamó a filas, a enlistarse en el ejército salvadoreño, para ir a combatir por la soberanía nacional, creyendo que estaban en 1917, que se asumían bolcheviques, que tendrían su octubre 25, y que aprovechar esa ridícula guerra de las 100 horas podría llevar incluso a la toma del poder. Un disparate...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Jaime Barba, desde El Salvador