Como segunda parte del informe presentado en el número anterior sobre ¡Esto!, publicamos la entrevista a quien fuera cronista de la revista policial más polémica de las últimas décadas y del diario Crónica.
Martha Ferro tiene una mirada dura y profunda. Es esa mirada, oscura y penetrante, la misma con la que recorrió los escenarios donde ocurrieron los crímenes más aberrantes que se hayan conocido en este país en los últimos años. Es la mirada de una cronista implacable, que transitó los márgenes del conurbano bonaerense y cubrió infinidad de casos para la revista ¡Esto! y el diario Crónica. Sudestada conversó con ella para que nos cuente parte de su historia.
¿Cómo comenzó en el periodismo?
Comencé dirigiendo un diario en la escuela, donde denunciábamos los bancos rotos y esas cosas. Después eso lo trasladé a la cuadra de mi barrio, donde había un almacenero bastante turro que, como fiaba, se creía que tenía prebenda para venderte un kilo de cualquier cosa y en realidad te daba setecientos gramos. Yo vivía en Lafuente 27, en el barrio de Flores, y al lado había un prostíbulo donde a las pibas las cagaban a palos de tanto en tanto. Editábamos una publicación que se llamaba El Carocito y abajo decía: "para que crezca la verdad". Éramos muy chicos y nuestros viejos nos molieron a palos. Imaginate, unos nenitos de no más de diez años se estaban metiendo contra el almacenero que le fiaba al barrio y contra la mafia policial de la prostitución. Todo eso lo llevaba adelante influenciada por el novio de una de mis hermanas, que militaba en el Partido Comunista y me llenaba la cabeza de ilusiones. Me decía que la revolución iba a llegar cuando yo tuviera 23 años. Bueno, como ya ves, finalmente no llegó.
¿Y a la revista ¡Esto! cómo llegó?
A ¡Esto! llegué porque cerraba La Gaceta de la tarde. Venía de trabajar en El Tribuno de Olavarría, que era de la señora Fortabat y cerró por un quilombo gremial. También trabajé en La voz de los Montoneros, a pesar de que soy trotskista, los muchachos me dieron la posibilidad de dirigir el suplemento de la mujer. Después hice trabajos free lance con una fotógrafa llamada Cristina Freire, con quien seguimos el caso Giubileo y que, casualmente, me había contado que Crónica iba a sacar una revista policial y que era un secreto de Estado, pero ya lo sabía todo el mundo. Fui al diario y pedí hablar con Francisco Loiácono, a quien no conocía. Me dijeron que no me podía atender y le dije al ordenanza que le comunique que venía por la revista que iba a salir. Entonces me llama y, para que no desparramara lo que ya sabía todo Buenos Aires, me hizo pasar las de Caín durante un mes, yendo a los lugares más terribles que te pudieras imaginar. Pero él no sabía con quien se metía.
La ¡Esto! nace a mediados de los 80, en un momento complicado del país.
Es cierto. Estaban sucediendo un montón de fenómenos en el conurbano. Por esa época comenzaron a aparecer los primeros casos de gatillo fácil. Todo lo que había pasado en la dictadura descompuso en gran parte la sociedad. Si bien los milicos se habían retirado, yo creo que sigue activa una fuerza de ocupación que es la policía, que son lo peor que hay, y para esto no hay remedio. Hay que quemarlos vivos a todos. Hoy en día en la escuela Vucetich siguen diciendo que los enemigos de ellos son las Madres de Plaza de Mayo. No hay que olvidarse que la policía es la gran socia del paco y de la prostitución...
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)
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