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Viñetas sueltas

Motines y revoluciones en la viñeta

Un universo de hechos y personajes surgen en el interior de una viñeta. ¿Pero qué sucede con la viñeta misma? ¿Qué mutaciones modificaron su estructura? ¿Qué dibujantes rompieron sus códigos? Aquí, algunas reflexiones acerca de ese cuadrado que encierra cada historia.

Hagamos de cuenta que nadie ha hecho ni dicho esto, y miremos una viñeta como si fuera la primera vez. Su estructura es tan sencilla que asusta: un cuadrilátero -casi siempre un paralelogramo- relleno con dibujos y palabras. A pesar de esos límites tan claros trazados a tinta y fuego, o quizás gracias a ellos, la viñeta es lo primero que uno percibe como identidad múltiple en la historieta. Ese cuadro o recuadro puede llegar a ser, a pesar de su naturaleza geométrica, un mundo. Sin embargo, dado que un mundo parece algo inabarcable, busquemos acotarlo. Y qué mejor que una definición -esa soga al cuello- para empezar. Jorge Rivera, el popular estudioso de cultura y literatura, nos ofrece la siguiente en su Panorama de la historieta en la Argentina: "El cuadro es la menor unidad narrativa y significativa en que puede ser descompuesto un relato historietístico. Posee convencionalmente un formato cuadrado o ligeramente rectangular, aunque en expresiones más modernas sufre variaciones en cuanto a la regularidad de su forma y tamaño". Esta modernización, que aparece por ejemplo en algunas tiras del "Macanudo" de Liniers y otros revoltosos, suele representar apenas un motín, pero nunca una revolución. El cuadrado y el rectángulo prevalecen, aquí y allí.

Para Scott McCloud, historietista norteamericano, la viñeta es esencial, pero precisamente por lo que no muestra. Siguiendo los pasos de su maestro Will Eisner y yendo más allá, en 1993 McCloud publicó un ensayo en cuadritos, un libro de historietas que analiza el lenguaje del cómic a través del cómic: Understanding Comics. The Invisible Art. En él, sostiene que la magia de la historieta no se da solamente en las viñetas, sino en la sucesión de ellas (aunque señala que también en una sola viñeta puede haber sucesión, que no todo lo que ocurre allí es simultáneo), a partir de una idea fundamental, "la idea de situar un dibujo después de otro para mostrar el paso del tiempo". Pero ahí recién comienza todo, ya que además de lo que se ve, de esos dos momentos sucesivos en el tiempo, está justamente lo que no se ve: "El corazón de las historietas se halla en el espacio entre los cuadros, donde la imaginación del lector hace que esos dibujos estáticos cobren vida". McCloud llega a postular que todos los sentidos entran en juego en la historieta gracias a ese limbo o espacio en blanco entre viñetas en el que tiene lugar el "cerrado" o "closure": sonidos, olores, sabores y sensaciones diversas invaden al lector a partir, paradójicamente, de lo que falta. En ese sentido (y en muchos otros), la historieta es un festín para los sentidos, que aguarda la voracidad de los lectores.
Al mismo tiempo o un poco antes que McCloud, otros guionistas y dibujantes ya habían empezado a reflexionar sobre este medio artístico y habían realizado algunos experimentos dentro de sus guiones y dibujos. Es difícil olvidar las simétricas páginas con simétricas viñetas de Watchmen (Moore y Gibbons), esa pesadilla política que mezcla ciencia ficción con superhéroes muy poderosos o impotentes; otro tanto ocurre con las páginas superpobladas de pequeños cuadros como pantallitas de TV de Batman: the Dark Knight Returns (Frank Miller), con ese hombre murciélago cincuentón y al borde del infarto; pero el impacto mayor en cuanto a lenguaje formal se refiere se vio tal vez en la serie Animal Man, a cargo de Grant Morrison y Chas Troug, porque se trataba de una verdadera y desquiciada revuelta dentro del pacato mundo de los superhéroes. En revistas o tiras de humor, no es raro ver que un personaje le pegue a otro con el globito donde están sus palabras, pero hay que saber hacerlo en un cómic muy cercano a la tragedia como este Animal Man. Personajes que salían de las viñetas, otros que eran atrapados en ellas, otros que se encontraban con el lector e incluso con el autor de la historieta resumen a grandes rasgos los caprichos de una serie que jugó con el lenguaje y el contenido del cómic de superhéroes, sin barreras, sin siquiera la de las líneas de la página o del cuadrito...

La nota completa en Sudestada n°42

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Autor

Hernán Martignone