Buscar

Antihéroes

Manuel Puig: Letras pintadas rojo carmesí

Escritor de estilo innovador, Manuel Puig supo reflejar la realidad de una clase media hipócrita y temerosa. Menoscabado por su temática "rosa", se apoyó en el cine para unir las masas con la gran literatura.

"Una película filmada en escenarios naturales: dentro del alma de una mujer"

Como un homenaje irónico de la vida, como un último guiño del destino, mientras el cuerpo de Manuel Puig se iba de este mundo, solo, ante los ojos llorosos de su madre, un redactor de The New York Times escribía "en la noche del 22 de julio de 1990 murió Manuel Puig, escritor argentino, autor de una obra de carácter innovador. Lo sobreviven sus hijos Javier y Agustín". En realidad, Javier y Agustín eran Javier Labrada y Agustín García Gil, discípulos y amigos del escritor, a los que él llamaba Rebecca y Jasmine, nombres de las hijas de su reina personal: Rita Hayworth. No esta mal como último adiós a un hombre que comenzó su rica historia soñando con una pequeña sala de cine de un pueblo olvidado de Buenos Aires donde ser una estrella de Hollywood.

Es difícil ubicar la obra de Manuel Puig en la literatura nacional e internacional. Su estilo difuso y superfluo renovó las letras argentinas, reanudando la comunicación entre la literatura y el público masivo. Fue su pasión por el cine la que le permitió armar un dispositivo capaz de integrar la cultura de masas con lo más avanzado de la vanguardia de su tiempo.

Recordemos que la explosión literaria de Puig se dio en una etapa histórica donde el arte de la copia estaba en auge, donde Andy Warhol llevaba al pop a lo más alto del universo artístico. De allí parte del éxito de sus primeras novelas, influenciadas directamente por su paso por Europa y particularmente por su estadía en la famosa escuela de cine Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma. Sus reiterados fracasos en el campo cinematográfico lo llevaron lentamente hacia la literatura. La traición de Rita Hayworth (1968) y Boquitas pintadas (1969) reflejan la primer etapa de Puig, donde el escritor vuelve sobre su infancia, sobre sus pasos en el amarillento Villegas natal, desnudando las hipocresías de una clase media intuitivamente peronista, reprimida, autoritaria y por sobre todas las cosas sin rumbo fijo (a comienzo de los setenta, con la vuelta del General Perón más incierta que nunca, se pensaba que el peronismo estaba condenado a la desaparición). En estas novelas, autobiográficas, Puig recompone su infancia, terminada abruptamente cuando un joven de 15 años intentó violarlo, su relación con Male, su madre e inseparable compañera de vida, su ida de Villegas y su vuelta (ilusoria, ya que desde que se fue a los 14 años jamás volvió al pueblo) como un escritor consagrado.

Desde un primer momento, las novelas de Manuel Puig generaron mucha controversia. Mientras en Europa (sobre todo en Francia) consideraron a Boquitas Pintadas uno de los mejores libros del año, algunos críticos la descalificaron como un folletín insignificante.

"Ese argentino que escribe como Corín Tellado" lo critica Mario Vargas Llosa, señalando la novela como un relato "rosa" cuando el libro resultó finalista del concurso Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral, del que el escritor peruano era jurado. De hecho, pocos entendieron el tono satírico de las primeras novelas de Puig, que toma los estereotipos de las revistas "del corazón" para deformarlos, llevarlos al límite, y a través de una mezcla de humor y ternura, logrando recuperar la voz interior de su niñez. El folletín, inspirado en las Woman's films de las películas del cine norteamericano de la década del 40, muestran mujeres en el centro de escena que luchan contra la opresión de la sociedad, contra el machismo y contra sus propios tabúes. "Lo que daba prestigio en Villegas era humillar a las mujeres, reivindicar la fuerza del macho.

Por eso de chico anhelaba ir al cine, donde la bondad, el sacrificio y la humildad eran premiados" se confiesa Puig en uno de sus últimos reportajes.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada N°17)

Comentarios

Autor

Diego Lanese