Fuego en las calderas

Acá estamos, al pie del cañón. Marzo es el mes en que la vieja maquinaria de Sudestada se pone en marcha, y los tornillos rugen, las tuercas parecen a punto de explotar y todo comienza lentamente, otra vez, como era entonces.

Este año las cosas han cambiado un poco, la tarea es mucha pero hay ganas, y entusiasmo, y fuerza nueva. Por eso la máquina sucia y vieja se pone a funcionar, ruidosa, algo oxidada, pero con algunos brazos más para palear el carbón en la caldera, para que el fuego no se extinga. Esta edición tiene como elemento excluyente una entrevista con Eduardo Galeano, realizada en Montevideo a finales de enero. En la nota, Galeano recorre con su particular mirada el presente de toda América Latina, y en ese tránsito también opina de su polémica con Cuba y del caso Gelman. No hay dudas acerca de la importancia de conocer la visión de un escritor del talento del uruguayo, pese a que existan en el corazón de nuestra publicación opiniones divergentes con respecto a sus posiciones.

Sin embargo, desde siempre entendemos que la entrevista como herramienta periodística no es un espacio de debate, que lo que interesa es conocer a fondo el pensamiento del entrevistado y, para tal fin, hoy la revista abre sus páginas. Esa es la idea: que las ideas vertidas en esta revista puedan ser utilizadas como alimento para generar una discusión de fondo, sobre cuestiones claves en la coyuntura latinoamericana. Discusiones que exceden, seguramente, el marco de nuestra publicación, pero que son vitales para comprender un poco nuestro tiempo. En eso andamos, metidos de lleno en los engranajes de este pequeño proyecto que nació en agosto de 2001 y que hoy ya recorre, a paso firme, las veredas de muchos barrios.

Enredados en el humo que sube hacia el cielo, agitados por el trabajo que se multiplica, empujados por el viento del sur que anuncia tempestades a la vuelta de la esquina. Haciendo ruido dentro de nuestras posibilidades, zafando del gris de todos los días como se pueda, otra vez, empezando de cero. Los tornillos rugen, las tuercas parecen a punto de explotar, Sudestada se pone en marcha, una vez más...

Veinte años sin Julio

Extraña costumbre esa de los suplementos culturales en nuestro país: son las fechas y los números los que imponen el sumario de las publicaciones. Por tal motivo, el pasado mes de febrero tuvo como protagonista casi excluyente a Julio Cortázar, a veinte años de su muerte. Homenajes de todo tipo, ensayos extraños, voces huecas opinando, artículos conmovedores, todo se mezclo en estos días en los que Cortázar volvió a ocupar el lugar que muchos de los que hoy lo aplauden de pie, le quitaron hace tiempo.

Curioso resultó, por cierto, leer que el suplemento del diario más vendido del país describe en su tapa que la obra de Julio "forma parte, más allá de algunos reparos, de lo mejor de la literatura argentina". Curioso también es recorrer el copete de la nota, donde otra vez se repite, extrañamente, la expresión "más allá de ciertos reparos". Pues bien, uno lee rápidamente el superficial artículo para intentar rastrear dónde están "los reparos" que tan marcados están a priori. La nota dice algo de la vida y de la obra de Cortázar y termina, como terminan esas películas que, sabemos, vamos a olvidar rápidamente.

No hay datos nuevos, ni paradojas simpáticas, mucho menos ideas explosivas. Tampoco hay nada (pero nada) que al menos nos informe de aquellos "reparos". ¿Cuáles son los reparos mencionados, que parecen ponerle un freno a la supuesta categoría de "gran escritor argentino" de Julio? ¿Será su compromiso político? ¿Será su permanente intento por revolucionar la literatura? ¿Serán sus juegos, sus sueños, sus cuentos circulares, sus personajes raros? Vaya uno a saber. Para nosotros, que lo decimos sin ningún reparo, el recuerdo de Julio es inagotable y constante; y de su obra y de su vida nos quedan lecciones y batallas que, aún después de muerto, parece que Julio sigue disputando. Y lo extraño es que sigue ganándolas todas.