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Cinestada

El socialismo según Alex

"Hay que soñar, pero a condición de creer seriamente en nuestro sueño, de examinar con atención la vida real, de confrontar nuestras observaciones con nuestro sueño, de realizar escrupulosamente nuestra fantasía". Vladimir I. Lenin

A veces, no hay forma de describir la textura de ciertas emociones. No alcanza con las palabras, menos con la memoria, con repasar una y otra vez cada detalle buscando las llaves escondidas para comprender la verdad oculta. A veces, pocas veces, la belleza y la verdad se juntan y ahí comienzan los problemas. Por ejemplo, una secuencia: primero, una sombra, un helicóptero entre edificios, la verdad desnuda a punto de revelarse ante los ojos del pasado, la furiosa aparición del espanto en forma de presente inverosímil, la verdad en forma de una gigantesca estatua de Lenin volando por los aires, sostenida desde un helicóptero, señalando a la pantalla, de frente a los ojos que lo miran, de frente a la historia que pasa por debajo, que se repite en la memoria y que se vuelve arte y lección y verdad y confusión y todo eso junto. No, no alcanza, hay que verlo, amigo lector, para entender. Hay que ver Good bye Lenin! para gozar con una película que provoca desde cuatro costados, uno a la medida de cada espectador. Una historia familiar repleta de hallazgos creativos, una descripción de época justa, sin grotescos ni miradas for export: la de una Alemania oriental en los meses previos a la crisis que se llevaría un muro por delante y que cambiaría la historia para siempre. Y una lectura, siempre subjetiva, de una nueva realidad. Hubo voces que señalaron a la película alemana como ferozmente crítica al pasado comunista en esas tierras; se dijo incluso que el filme denostaba al socialismo como sistema y glorificaba al nuevo y lustroso capitalismo que se metió de prepo del otro lado del muro. Los que dicen eso, vieron otra película.

Hay que decir que pocas veces en la historia una película logró hablar de forma más humana, más profunda y más genuina del socialismo en las últimas décadas, como Good bye Lenin!. No al socialismo aquel, lejano a las ideas, perdido en los hechos y hasta definidamente contrarrevolucionario de aquel sistema que imperaba en la Alemania llamada "Democrática" por aquellos años, nada más que una farsa, un símbolo de una desviación con un costo tan alto que aún seguimos (y seguiremos) pagando. No, el socialismo de Alex, el protagonista de la película, de eso estamos hablando. De ese universo de fantasía que se obliga a generar para preservar la salud de su madre, vieja militante del Partido Comunista, recuperada de un estado de coma de ocho meses que le impidió conocer nada de los vertiginosos cambios en su país. Para tal fin, para evitar el deterioro de la frágil salud de su madre, es que Alex decide construir su socialismo, lejos de la calle y de aquella invasión occidental que todo arrasa y que todo transforma, que destruye y engaña y decepciona. Pero también lejos de aquella mentira mal llamada comunismo, que dirigió los destinos de millones de personas durante décadas, destruyendo, engañando y decepcionando.


La nota completa en la edición gráfica Nº31

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Autor

Hugo Montero