Sobre la pasión

Estimado lector: no crea que lo que sigue es una mirada sobre la película protagonizada por Mel Gibson. Lo que intenta en sí es reflejar una posición ante las cosas.

«Un abrazo, sigan adelante y no bajen los brazos, de ustedes depende», así se despidió el escritor Carlos María Domínguez , recientemente traducido a dieciocho idiomas por su novela La casa de papel. Entre los temas que se debatieron hubo uno que resultaba imposible de aprender. Algo que es difícil de entender , que hay que mirar desde otra óptica. Por qué un grupo de personas se unen a difundir sus ideas , su mirada sobre los acontecimientos con un objetivo que escapa al lucro. La pasión, es la respuesta que todos los meses hace que desde el sur de América Latina, con sueño, con alegrías, con plantones a novias y novios, y otros reproches que exceden a estas líneas una publicación como Sudestada se mantenga ante un escenario cargado de viscisitudes.

Claro está que no estamos solos en el mundo, que esta pasión por editar una publicación se ve empujada por centenares de lectores que acercan sus críticas, reproches y agradecimientos sean por e-mail, cartas o telefónicamente. Uno de los casos que más nos sorprendió fue el llamado de Dedé Wolff, la primera mujer de Astor Piazzolla, a raíz de la nota publicada el mes pasado con un título polémico: "¿Queríamos tanto a Piazzolla?. Dedé, además de haber comprado la revista nos gratificó sosteniendo que había sido el mayor homenaje que se le había hecho a Astor en treinta años, que había comprado cientos de publicaciones y ninguna le hacía acordar tanto a Astor como la nuestra. Como para no agrandarse.

Nuevamente la pasión que se ensalza y nos lleva a seguir en el ruedo. O es que acaso este llamado no es el pago que necesita un periodista luego de terminar con su trabajo.

En este caso la revista tiene un actor central que es Andrés Rivera, nuevamente, ya que es uno de los pocos escritores que aún tienen algo para decir. Con la excusa de que recientemente editó la novela Cría de asesinos, fuimos al pequeño departamento del escritor a escuchar sus verdades sobre este proceso político, sobre esta realidad que reprime a los rebeldes y felicita a los cobardes. Y en la charla nos topamos con el incesante compromiso creador, ese movilizador que lo obliga a sus casi ochenta años a seguir escribiendo, sin otra idea más que eso. La pasión por escribir y defenestrar a quienes lo quieren obligar a esperanzarse con un cambio que no llegó y difícilmente llegue. Con falsas promesas que no entran ni en un buzón. Pero Rivera sigue ahí, con esa mirada penetrante que obliga a tomar posición.

Por ese sendero camina Sudestada, que no es el más cómodo, pero sí el que vamos a defender ante los vendedores de ilusiones. Treinta y tres números cargados de pasión, de amor y desencanto, y sobre todo de un centenar de sueños perdidos en los callejones del mundo.

Mercenarios

Basta con repasar de memoria una serie de publicaciones o programas radiales para comprobar que el discurso está entregado, comprado. Sorprende que desde los jóvenes existan pocas expresiones de rechazo a semejante enseñanza que tiene sus cimientos más fuertes en las universidades. En aquellas altas casas de estudio predomina el discurso de «acomodate», «caele bien a este que te puede meter». Farsantes de los que abundan en el periodismo. ¿Y lo contestatario?¿El periodismo independiente? Siempre bien acompañado de propagandas con la bandera celeste y blanca de un país «en serio» o respaldados por los usureros que hundieron al país.

Pero ellos siguen, calladitos para que no les cierren el quiosco. Mientras tanto, desde el anonimato se empieza a forjar un nuevo discurso, que es obligación de todos mantenerlo en pie.