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Dossier

León Ferrari: Devorador de infiernos

Conversaciones con el artista conceptual que supo vincular arte, ideología y política en su obra, y que desató una polémica sin precedentes en el mundo de la cultura en los últimos días.

Cuando cursaba el colegio secundario, de orientación católica, el alumno León comenzó a interesarse cada vez más por dos cosas: la química y, en especial, la lectura de la Biblia, tanto la que leía en el colegio como la suya, una primera edición traducida al castellano de la Biblia de los protestantes. En cada lectura -cada vez más sagaz- le sorprendía de ambas la descripción detallada, casi literaria, de los infiernos, la tortura a la que eran sometidos los pecadores; y la ética de la Iglesia católica que se apoyaba en una cultura del sufrimiento. Más tarde se ocuparía de estudiar toda la iconografía que a través de los siglos ayudó a consolidar el poder de la Iglesia glorificando la tortura, ya sea mediante la lectura bíblica o en el reflejo de todo el arte religioso de occidente.

De esta manera y casi sin proponérselo, el alumno León acumuló demasiada información sobre los escritos bíblicos y los artistas devotos a la Iglesia. Este vasto conocimiento teológico -aunque él intente minimizarlo- cimentó las bases para desarrollar en el futuro su propio lenguaje plástico, el arte conceptual y político. Pero, por sobre todo, para agudizar su mirada crítica sobre los diferentes acontecimientos políticos de su tiempo: regímenes totalitarios, invasiones y exterminios a naciones enteras y dictaduras fascistas que tuvieron como responsables a dos protagonistas excluyentes, el Imperialismo y la Iglesia Católica. De esta manera arte, política y religión serán temáticas de las cuales Ferrari nunca se alejará.

"Yo creo que tendría que ser obligatorio leer la Biblia para entender a esta cultura que es heredera de ella. Hay que leer porque hay mucha gente religiosa que discute sin haber leído. Yo leía una Biblia protestante y tomaba notas, hice varios collages literarios, empezando por ‘Palabras ajenas' del año 1966 y, después con las noticias que juntaba de los diarios sobre la guerra de Vietnam y la mezclaba con la invasión de Canaan del Antiguo Testamento. Allí la Biblia narra que entran a las tierras regaladas por Dios y matan a todos. Ahora me interesa mucho esa vinculación de la guerra contemporánea contra los Palestinos.

La Biblia tiene toda clase de contradicciones porque por un lado dice no matarás y mató a toda la humanidad en el diluvio que tiene como fundamento. Una cosa es que a vos te digan ‘Te vas a ir al infierno' y otra es construir una magnífica catedral con esculturas del infierno, con los cantos gregorianos, con la música sepulcral, velas y toda una escenografía del castigo divino. Y ese poder la Iglesia todavía lo conserva. La discriminación, el antisemitismo, la cruzada contra los gays, su oposición al divorcio, en contra del uso del profiláctico en las campañas contra el sida, todo eso es la consecuencia del librito ese y de la cultura que lo apoyó, lo ilustró y lo publicitó. Yo creo que no hay ningún producto tan bien divulgado como el cristianismo. No muchas religiones tienen un Miguel Angel para ilustrar a esos pobres tipos que se caen en el infierno en esa maravillosa Capilla Sixtina. Hay una foto que parecen que se caen abajo del Papa cuando está celebrando una misa".

En el año 1962, León Ferrari expuso por primera vez en Buenos Aires, pese a tener más de cuarenta años logró con sus primeros trabajos abstractos ser reconocido dentro del circuito de los artistas renovadores de los convulsionados años sesenta. Sus esculturas en alambre, las escrituras ilegibles en serie y los grafismos entre las cuales se destaca "Carta a un general", le bastaron para capitalizar un reconocimiento importante y para que Romero Brest lo invitara a participar del premio nacional del Instituto Torcuato Di Tella. Sólo que esta vez León consideró ineludible radicalizar el mensaje mediante la fusión contundente de objetos religiosos y bélicos. Preparó cuatro objetos entre los cuales se encontraba "Civilización occidental y cristiana", donde colocó a un cristo de santería en un avión FH 107, en posición vertical y amenazante. Este montaje estético cargado de simbología occidental tenía como referencia la guerra de Vietnam, pero la obra no llegó a presentarse al público. Ferrari debió retirar el avión porque hería la sensibilidad religiosa del personal del Instituto. De todas maneras, el avión marcó un punto de inflexión en la vanguardia artística: nunca una pieza desnudó de manera tan contundente la estrecha relación existente entre la política, la violencia y la religión.

"Me interesaba lo que se generó en el Di Tella, todo lo que era la renovación aunque estuviera la Fundación Ford y la Rockefeller detrás, lo cierto es que se movilizó y mucho. Y esa necesidad de renovar el lenguaje, esa necesidad de renovación hizo que la gente se diera vuelta y utilizó esa cosa que tenía en la cabeza para hacer cosas nuevas y que fue lo que se hizo con Tucumán Arde. Se cruzó la guerra de Vietnam en el medio hice unas cuantas cosas. Entonces tuve la suerte que la prensa me atacara muy duro, me dedicaron varias páginas y también me dieron la posibilidad de contestarles. Ernesto Ramallo, el periodista de la Prensa dijo en su momento que no entendía como se permitió instalar esos objetos en una institución seria como el Di Tella ya que eran una crítica corrosiva a la civilización occidental y cristiana. Yo en su momento le constesté que si el arte no se debía mezclar con la política, tampoco debía hacerlo la crítica. Porque los cuadros son buenos, malos o mediocres, tradicionales o renovadores, independientemente de su filiación política o de los fines que persigue el autor. Y si alguno me demostraba que no era arte, los críticos decían que eso no es arte no tengo ningún problema, no cambiaría de camino, me limitaría a cambiarle de nombre: tacharía arte, y las llamaría política, crítica corrosiva, o cualquier cosa. No me importaba el nombre que le pusieran. Yo creo que uno tiene que ser así, tenés que hacer las cosas que tenés ganas de hacer. El antecedente de ‘Civilización..., es el religioso, el uso del arte al servicio del poder. Algunos dijeron que mi instalación fue un ataque a la moral del personal del Di Tella. Yo estaba en la duda de retirarlas cuando estaban colgadas y todavía no se abrió al público, tuve ganas de sacar todo. Pero a mí me interesaba putear contra el presidente de los Estados Unidos, Lindon Jhonson. Pero lo curioso es que así el poder usa, se apoya y promueve aún a la cultura que la critica. Por ejemplo yo ahora tengo el avión de la ‘Civilización occidental y cristiana' en Houston que es una de las zonas más reaccionarias de Estados Unidos. Entonces ese avión se actualizó con 11 de septiembre, mucha gente se creía que yo lo había hecho por el atentado a las torres..."

Desde aquella irrupción tan polémica, vital y renovadora que generó su serie en la muestra del Di Tella que le valieron la censura, la radical crítica de los sectores conservadores del arte y la Iglesia, sumado al prestigio de colegas e intelectuales, con el tiempo la polémica resultó una constante en la obra artística de Ferrari. Después de su exilio en Brasil, su colaboración con el libro Nunca más donde publica imágenes, fotocollages, para Página/12 donde grafica mediante imágenes montadas la relación que existió entre la Iglesia y la dictadura militar durante los años 1976y 1983. Nuevamente se reiteraba la temática que a esta altura pasó a ser parte de su obsesión: la Religión. Creó el Club de impíos, herejes, apostatas, blasfemos, ateos, paganos, agnósticos e infieles en formación (CIHABAPAI) en la que contó con numerosas firmas de personalidades de la cultura, con el fin de enviarle unas cartas al Papa Juan Pablo II para exigir Un milenio sin infiernos.

"En la primer carta que le enviamos al Papa, le señalamos una contradicción que no era posible que después de haber sufrido todos los castigos del Padre que terminan con la muerte ya que nos sacó la inmortalidad cuando Eva cometió el pecado, no era posible que nos resucitarán y volvieran a juzgar ¿no? Entonces pedimos la anulación del juicio final. Y después la segunda carta enviada al Papa, citamos los derechos humanos contra la tortura, después hay una declaración del catecismo contra la tortura.
La última edición del Catecismo de la Iglesia Católica (1998) comparte la condena: La tortura que usa la violencia física o moral, para arrancar confesiones, para castigar a los culpables, intimidar a los que se oponen, satisfacer el odio, es contrario al respeto y a la dignidad humana. (n2297)
La resurrección de los muertos, de los justos y pecadores (hch24.15), precederá al Juicio Final. Esta será la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y los que hayan hecho bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn5,28-29)... e irán estos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna" (Mt25,31,32.46). (n1038)
El pedido formal solicitado por el club es que frente a las convicciones de la Iglesia, que rechaza la tortura en vida y la admite en almas de muertos y cuerpos resucitados, y alarmados por la declaración vaticana de que existe el infierno, es eterno, y está lleno de malvados, le solicitamos. A) que extienda el al más allá el repudio proclamado en el Catecismo. B) que gestione se respeten los derechos humanos de la multitud de almas que están sufriendo, algunos desde el Gólgota, en tierras de Satanás. Terminar con los padecimientos de millones, desalojar y demoler el infierno, tranquilizar a los creyentes, puede hacer realidad su esperanza de que la Iglesia pasará a la historia como la defensora del hombre. Obviamente todavía no tuvimos respuesta".

No conforme con esto Ferrari organizó la muestra Infiernos e idiolatrías en el ICI, (Centro Cultural de España) en donde hace padecer las torturas que propone la Iglesia Católica pero esta vez padecida y encarnada por sus propios santos y vírgenes. Una vez más la exposición de León no pasó desapercibida. A los pocos días los fieles militantes repudiaron al artista, invocaron cadenas de rezos de rosarios, otros desparramaron bolsas de basura y bombas de pintura. Los más exaltados tiraron gases lacrimógenos. El artista consideró oportuno las quejas de los fieles ya que de esta manera ellos tampoco estaban de acuerdo con los castigos propuestos por la entidad religiosa.


En la muestra que hice en el ICI que repudiaron los infiernos transformados con los Santos. Esa fue la que molestó a la mayoría. En realidad fue una gran gauchada la que me hicieron los tipos porque de esa manera se completó la intervención. Todos esos tipos en la puerta y las monjas rezando fue maravilloso...

Luego de conversar con el talentoso artista uno queda perplejo al ver que a los 84 años su curiosidad y vocación experimental continúan intactas. Es sorprendente la capacidad de manejo que tiene con las nuevas tecnologías, incorporó el soporte digital consciente de que le brinda una nueva herramienta para divulgar sus polémicas imágenes en la red. Hablar con León es enterarse a futuro de sus nuevos proyectos. En estos momentos trabaja en la muestra que le realizarán en conjunto el Centro Cultural Recoleta y el Malba para el 30 de noviembre.

Quizás el CIHABAPAI no obtuvo respuesta satisfactoria del vaticano a sus pedidos. Pero podemos estar seguros que tanto la obra como León Ferrari están muy cerca de pasar a la inmortalidad...

La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº33

Comentarios

Autor

Soledad Fracchia

Autor

Jaime Galeano