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Entrevista inédita con Elías Castelnuovo

"No teníamos otro horizonte que la revolución"

Fragmento de una entrevista inédita realizada a Elías Castelnuovo el 20 de marzo de 1976, en su casa del barrio porteño de Liniers. Cuatro días antes del golpe militar, el escritor de 83 años se detiene en la historia del Grupo de Boedo y reflexiona sobre el papel que juega el arte como herramienta de construcción y cambio social, siempre desde el punto de vista del trabajador.

-¿Cuándo surgió el Movimiento de Boedo?

-Empezó en el año 1923. En la editorial Claridad, que yo dirigía, Abel Rodríguez integró una colección que se llamaba Los Nuevos donde se editaban los principales valores del Grupo de Boedo. Allí publicaron su primer libro Álvaro Yunque, Enrique Amorín, Roberto Mariani, Leónidas Barletta, César Tiempo y también debuté yo. Veníamos de la clase obrera y la mayoría trabajaba, por ejemplo: Barletta en el puerto, César Tiempo era repartidor de soda y Nicolás Olivari, peón en un almacén. Roberto Arlt trabajaba en un taller de recauchutaje, de gomero. Abel Rodríguez era albañil y yo, linotipista. Trajimos un mundo desconocido para nuestra literatura, que era el mundo del trabajo, y escrito por los mismos trabajadores, a diferencia de la literatura del campo argentino que fue hecha por estancieros o hijos de estancieros, como Benito Lynch o Ricardo Güiraldes. Ellos enfocan el panorama del campo desde el punto de vista del patrón, que es el héroe, y el villano es el peón, el gaucho siempre es ladino, borracho, haragán. En cambio el patrón siempre es un tipo noble, generoso, trabajador. El teatro, el sainete, cultivaba la gente de la mala vida, cafishos, ladrones, todos esos tipos. Ésos eran los héroes. Entonces empezamos a escribir, no a la gente de la mala vida, sino a la mala vida que llevaba esa gente; dimos vuelta la tortilla. Esas dos cosas son muy importantes, porque además hasta allí, en el mismo teatro, incluso en la literatura llamada revolucionaria, ponga a Roberto Payró o a Florencio Sánchez, el héroe que iba a hacer la revolución era un tipo de clase media, porque ellos no concebían la revolución como un acto de la misma clase trabajadora. Creían que un tipo ilustrado tenía que ir a levantar a las masas, a guiarlas. Para nosotros el héroe era el que trabajaba, y el villano era el patrón.

-Eso es producto también de la clase de la que venían ustedes, que en tanto trabajadores tenían que defender desde su literatura.

-Sí, teníamos que defendernos nosotros mismos. Y a nuestros padres y abuelos que habían yugado toda la vida. Otro dato es que la mayoría no teníamos mayor instrucción. Por ejemplo, Roberto Arlt había ido tres años a la escuela primaria. Yo había ido cuatro, y así más o menos todos. Pero la cultura no es solamente las letras, o el arte, la filosofía. La cultura abarca todo el conocimiento práctico e intelectual del hombre.


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº90 - Julio 2010)

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Autor

Reynaldo Uribe