Más allá de la propaganda imperialista y de los lugares comunes que invaden cualquier análisis sobre Cuba en estas tierras, hay un proceso que debate, que analiza, que critica y que avanza. Fernando Martínez Heredia no sólo es uno de los intelectuales cubanos que nos permiten asomarnos al pasado cubano con su vasta obra, sino que hoy asume su rol como activista del pensamiento en acción, que procura luchar contra el dogmatismo y asumir las reales complejidades del presente de la revolución.
"Hay que afilar las armas del socialismo, incluso buscar otras nuevas", asegura un pensador insoslayable para comprender los desafíos del presente cubano, tan cercano y tan distinto al del resto de los países de la región. Filósofo y ensayista singular, Fernando Martínez Heredia, de paso por Buenos Aires para presentar su libro El ejercicio de pensar, analiza en esta charla con Sudestada los problemas medulares de la revolución, comparte sus preocupaciones y certidumbres, y propone romper con las fórmulas mecanicistas del dogma para intentar debatir con inteligencia el futuro de un proceso de transición hacia el socialismo, como el que se desarrolla en Cuba desde hace más de medio siglo.
-Usted escribió hace un tiempo atrás que en la Isla "se libra una sorda y gigantesca guerra cultural entre los valores del socialismo y los que sólo encontrarían satisfacción en un regreso al capitalismo". ¿Cómo se manifiesta esa guerra cultural en la vida cotidiana?
-Sí, decía y sostengo que hay una pugna entre el capitalismo y el socialismo y no personificada. Es decir, no es que hay un sector identificable como persona o como grupo, pero sí que hay relaciones sociales, representaciones de grupos sociales y valores que están a favor del capitalismo en Cuba y otros que están a favor del socialismo. A mí lo que más me preocupa es que hay personas que creen ser socialistas y colaboran con el paso del capitalismo y esto tiene que ver con el hecho de que el socialismo tiene que ser una nueva cultura. El socialismo no es una oposición del capitalismo meramente, debe ser diferente. La dominación capitalista puede ser brutal, y lo demuestra fácilmente; puede ser sutil, y lo demuestra fácilmente también; pero la dominación entre nosotros no desaparece porque el poder sea popular, sólo en una sociedad sin clases, sin intereses contrapuestos, sin Estado, y por lo tanto a nivel mundial, podría existir una situación así, y no estamos en esa situación...
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº89 - Junio 2010)
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