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Dossier

Ricardo Carpani: Los muros de la revolución

Atravesado por una época en la que el sueño de la revolución latía en cada calle, Ricardo Carpani supo delinear, a través de sus murales y afiches políticos, una iconografía propia e identitaria de la clase trabajadora nacional. Junto al relato de Doris Halpin, su compañera, repasamos vida y obra de un artista plástico marcado por las luchas populares, un exilio difícil y un regreso aún más complicado; alguien que concibió el arte como lugar ineludible de las grandes transformaciones sociales. Opina Luis Felipe Noé.

Una obra que habla por sí misma. Así podría definirse a la totalidad de la producción de Ricardo Carpani, en donde cada cuadro, afiche, mural o escultura se vincula de manera estrecha con un preciso momento histórico de gesta: años de esplendor de las luchas sindicales, períodos prolongados de un exilio forzoso, reinserción en una patria regida por la ley del más fuerte. Carpani siempre sostuvo que la revolución era el lugar que le correspondía al arte, y sus trabajos fueron la consecuencia de ese pensamiento. Rostros fuertes, brazos de trabajadores, masas obreras y las más diversas causas sociales, conviven en su producción junto con el arrabal porteño y el amor de pareja, entre otras temáticas.

Nacido en Tigre en el año 1930, toma contacto con el arte siendo joven. Una bisagra en su vida significa el abandonar los estudios de abogacía y viajar a Francia, en donde pasa una estadía trabajando como modelo para pintores; esta vivencia lo termina de acercar de manera definitiva a las artes plásticas. A su regreso, estudia con Emilio Pettoruti y expone por primera vez en 1957; forma parte de diferentes muestras colectivas y, al tiempo, conforma el Movimiento Espartaco, experiencia que lo lleva a trabajar en sus primeros murales, y a conocer a su mujer, Doris Halpin, hoy activa difusora y promotora de su obra. Respecto de esta etapa en la vida del artista, Doris comenta: "A Ricardo lo conocí por un brindis de fin de año. Habíamos limpiado el sótano de casa y se lo ofrecimos a los miembros de Espartaco (que siempre intentó funcionar como movimiento, no como grupo) para que tuvieran un lugar para trabajar. Algunos tenían taller, otros no. El movimiento se conformó con Juan Manuel Sánchez, Mario Mollari, Carlos Sessano, Espirilio Butte, Pascual Di Bianco y Juana Elena Diz (cuya incorporación se decidió luego de largas discusiones, porque todos ellos eran muy machistas)".

Si bien el Movimiento se diluye, Carpani continúa por el camino del compromiso social y político como premisa inseparable de lo forjado en el plano artístico. Comienza a delinearse un período en el que la cercanía a movimientos y organizaciones populares, en especial la CGT, direccionan y abarcan la totalidad de la producción del artista. Causas sociales, obreros en las calles, desocupados, figuras fuertes y geométricas, rostros duros, son algunos de los elementos que constituyen el universo estético/ideológico de Carpani.

Con relación a esos años, Doris nos relata:

-Ricardo privilegiaba esa actividad. Entonces es poco lo que pintó en aquella época, no hay muchos cuadros de su primerísima época porque en general, si había un problema en el orden gremial, inmediatamente le venían a pedir un afiche. Por ejemplo, lo encarcelaban a Raimundo Ongaro y ya mandaban a alguien para que Ricardo hiciera un afiche. En ese momento, estuvo dedicado mayoritariamente y por su voluntad expresa al movimiento obrero. Había muchos problemas, así que razones sobraban. Cuando se presentó el programa de Huerta Grande, Ricardo dibujó un afiche doble. Hay que ver lo que era ese programa para darse cuenta del nivel ideológico de la clase trabajadora en aquella época: no era el actual ni mucho menos. Es que no era una época de derrota, era una época de lucha.


La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 84 - Noviembre 2009

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Autor

Débora Ruiz y Joaquín Amoia