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Entrevista

Jorge Fandermole: canciones para un río en disputa

El compositor y cantante santafesino dialoga en su obra con el universo que lo formó: el río, que acarrea bajo sus aguas los planos del sueño y el mito. Y asume la responsabilidad que conlleva escribir canciones en tiempos urgentes: sus temas son breves declaraciones de principios, plenos de poesía, que aluden a la identidad del hombre del Litoral.

Una canción, en apenas dos o tres minutos, puede relatar un universo. En ese breve lapso, se corporizan los protagonistas de un lugar y un tiempo: personajes cotidianos y anónimos que, al reconocerse en esa letra hecha melodía, la hacen suya y se van de viaje con ella. Pero no solos: la canción, librada a su propia suerte, a la espera de la memoria colectiva, abriga otra voz: la del trovador que buscó, al escribirla, desarmar algunas convenciones cotidianas. Que eligió, a través de la poesía cantada, hallarse a sí mismo. Y en esa experiencia emotiva, poder cobijar sus contradicciones, sus deseos pendientes.

"La canción es un producto expresivo breve y poderoso, con infinidad de planos de sentido, de emotividad, de inteligencia", afirma el cantautor Jorge Fandermole, y se arremanga su pulóver de lana. De cabello castaño, con algunas entradas, entrecierra los ojos y, quizás, empieza a recordar, recordarse. Sus hombros parecen distenderse, sus labios finos se mueven apenas. "Cada plano de experiencia abarca alguna maravilla que podría cantarse", dice. Aunque sería un imposible desafío desdoblar en melodías las vivencias acumuladas: no sólo los temas pendientes son incontables, reconoce, sino los lenguajes posibles para tratarlos. "Las canciones de amor o las de guerra, por mencionar extremos según una canción de Rubén Goldín, son un repertorio potencial interminable: las alternativas de uno u otra no se agotan, y si bien hay cuatro o cinco temas importantes, como dice un prestigioso escritor, proponen una gran variedad de detalles e interpretaciones. Ojalá tuviera tiempo, paciencia y lucidez para hacer la mitad de las canciones que quisiera".

Cada frase, cada trazo de ideas que corporiza Fandermole ocupa una tensión: no puede haber lugar para otra. Sus palabras se oyen despojadas, libres de intelectualismos. Al igual que sus canciones: decisiones difíciles. "Históricamente, consignas, celebraciones y lamentos han tenido en la canción un soporte poderoso. Así lo siento desde siempre", dice, afincado en Rosario, a la vera del Río Paraná. Fander, como le dicen los amigos, irrumpió en Buenos Aires en los años 80, junto a otros músicos -entre ellos, Juan Carlos Baglietto, Fito Páez, Lalo de los Santos, Rubén Goldín, Adrián Abonizio- que luego serían conocidos como la "Trova Rosarina". Desde entonces, "Canción del Pinar", "Era en abril", "Carcará", "Cuando", "Oración del remanso" o "Huayno del diablo", apenas algunas de sus canciones, se volvieron moneda común en el repertorio de artistas de distintas edades y ya integran el imaginario cultural de la Argentina.

Pero él, ayer u hoy, no lo hubiera previsto: las melodías simplemente derivan de un recuerdo, de una experiencia compartida; con mucha suerte lograrán reunirse con los otros. Y quizá, perdurar: "La canción pervive en el espíritu de las comunidades -asegura- y junto con la danza son, probablemente, los modos de expresión más populares y espontáneos. Por otro lado, es seguramente el primer y -a veces- el único contacto de las personas con un lenguaje no utilitario, como es el de la poesía. La imagen poética llega a la gente no a través de la lectura sino de la canción".

Con seis discos solistas y varios en colaboración, Fandermole logró una construcción sonora sin igual, en la que los ritmos folklóricos se envuelven en las letras: poesías que interpelan al hombre, despojadas de todo espíritu nostálgico acerca del paisaje. "Hay personas que a la hora de elegir un sitio de intimidad, de ensimismamiento, lo encuentran en un bar, en medio de un montón de gente. Yo lo busco en la tierra vacía, en el río. Soy un tipo rural que se crió en un pueblo, sin posesiones. Aprendí de otras civilizaciones la idea del hombre como parte de la Naturaleza, respetuoso de sus signos, sus cambios y equilibrios; el río fue mi paisaje desde siempre, el lugar de contacto con el cosmos, inclusive estando lejos de él", dice el santafesino...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Patricio Féminis