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Dossier

Malvinas: la guerra y la viñeta

La guerra de Islas Malvinas también se peleó en el cómic. De Billiken a Humor, pasando por Fierro y Pucará, la historieta argentina desembarcó en Puerto Stanley aquel 2 de abril de 1982, dispuesta a no dejar pasar la oportunidad de reflejar en cuadritos una invasión imposible, crónica de una derrota anunciada y, a la vez, una historia con final abierto.

¿Para honor de nuestro emblema? ¿Para orgullo nacional? Lo cierto es que el 2 de abril de 1982, las Fuerzas Armadas recuperaron brevemente la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas. El desastroso final de la guerra traería aparejada la caída de la dictadura militar y dejaría, en las figuras de los ex-combatientes, una lesión que aún perdura. La historieta no pudo evitar quedar involucrada en el debate ideológico que rodeó a la gesta patriótica durante y después de los combates. Terreno más que sinuoso, en donde se mezclaron la desesperación postrera de los mandos castrenses al volante de la Dictadura, el apoyo popular de la ciudadanía a una causa legítima, esgrimida por figuras deleznables; y en el medio, tironeada por el vaivén de la historia, una generación de argentinos que fue al sur a luchar y a morir por la patria. O por nada, dependiendo del punto de vista de cada interlocutor.

Durante la Guerra de las Malvinas, gran parte de la prensa funcionó como fuerza discursiva de choque de la dictadura. En los medios gráficos argentinos, una de las editoriales a la vanguardia de la colonización intelectual era Atlántida, famosa por titular un ejemplar de la revista Gente con la frase "Estamos ganando". Billiken, la decana publicación infantil de la empresa, no iba a ser menos.

El 27 de abril de 1982, Atlántida puso en la calle un número extraordinario de Billiken dedicado, obviamente, a las Malvinas. "Nuestros hijos deben saber toda la verdad", pontificaban desde las publicidades aparecidas ese día en los principales matutinos. Para Atlántida, "la verdad" era el apoyo incondicional a la política económica gerenciada por la Junta Militar; y la exaltación patriótica de los primeros mártires de la guerra: el capitán Pedro Giachino, el cabo Patricio Guanca y los soldados Jorge Águila y Mario Almonacid. Además de abordar el enfrentamiento que se estaba desarrollando en el Atlántico sur, Billiken revisó el pasado con nueve páginas que se encargaban de recontar la historia de las islas, desde su descubrimiento hasta las peticiones diplomáticas de la Argentina sobre su soberanía ante los organismos internacionales.

Donde el discurso oficial se mostró con mayor virulencia fue en Operativo Azul, traspaso al cómic del plan estratégico militar que se siguió el 2 de abril. Los dibujos de Roberto Regalado (no se acreditó autoría del guión) reflejan la profesionalidad, la abnegación y el sacrificio de los militares argentinos. "Durante la operación —dice una viñeta— los británicos abrieron fuego produciendo tres bajas en el grupo de tareas de nuestra Armada. No obstante la superioridad de fuerzas, no se produjeron bajas en el oponente". Las páginas rebosan de serenos y triunfalistas primeros planos: un infante de marina, un soldado camuflado, el coronel Mohamed Seineldín (cuya unidad del Ejército "capturó en pocos minutos la pista de aterrizaje"), Giachino, el depuesto gobernador Rex Hunt y, perdiéndose en el horizonte tras la flameante bandera celeste y blanca, Guanca, Aguila y Almonacid. En ninguna de las 52 páginas de la revista, ni en su mapa póster gigante desplegable, se mencionó que la República Argentina estaba siendo administrada por un gobierno de facto.

A las pocas semanas, Billiken comenzó la serialización de cuatro suplementos especiales, genéricamente titulados Las Malvinas son argentinas, con historietas que relataban el acontecer militar y artículos periodísticos centrados en la historia de las islas y en sus riquezas naturales. Mientras tanto, en su cobertura "más adulta" para Gente, Atlántida continuaba utilizando ilustraciones para reflejar hechos puntuales que la abultada producción fotográfica no llegaba a retratar; principalmente escenas de soldados en combate y el diseño de aviones y barcos, tanto argentinos como ingleses. Con gráficas reminiscentes del cómic realista y la publicidad, Regalado, Saillard y J.M. García Kuen fueron los principales encargados de dibujar una guerra vibrante, estética y triunfalista.

La misma que narró la editorial GAM en su serie de 25 fascículos, Historia de las Malvinas Argentinas desde 1520 hasta nuestros días, apoyándose en notas, mapas, material fotográfico y algunas historietas. Desde su editorial, la colección dejó bien en claro que la guerra se trataba de "una epopeya escrita con sangre de patriotas y de héroes, de millones de argentinos que durante un siglo y medio participaron de una búsqueda continua para terminar con los vestigios del colonialismo en el Atlántico Sur".


En tiempo real

Aún con la censura (y la autocensura) funcionando a pleno en los medios masivos, los humoristas se la fueron arreglando para hacer algún chiste que, en segundas lecturas, hablara sobre los comportamientos de civiles y militares durante el conflicto. En medio de este clima, al guionista Jorge Morhain se le ocurrió trasladar la guerra al papel, en una historieta que fuera relatando el enfrentamiento a medida que el mismo se desarrollaba. Convocó a su hermano, Mario Morhain, y entre los dos le dieron forma a la tira diaria 2 de abril, incorporando el trasfondo histórico como contrapunto de la actualidad. "Para los sucesos de 1982 -escribió Jorge- se tomó (como en todo el relato) un punto de vista unipersonal y, con orgullo, puedo decir que no hay nada fuera de lugar, no hay apología de la guerra ni exageraciones triunfalistas. Es un relato crudo de una invasión, que tuvo un primer mártir: Giachino. Para la parte histórica, se hace un relato ponderado y documentadísimo de todo lo que pasó, los sucesivos descubrimientos, poblamientos y usurpaciones. Queda como anécdota, acaso cómica, el cartelito del pie de las tiras, donde se aclara que 'los hechos relatados se basan en fuentes documentales no secretas. Nombres y acontecimientos no oficiales son imaginarios'".

Si confeccionar una tira de esta naturaleza fue tarea difícil, colocarla en los medios fue casi imposible. "Salí a recorrer los diarios pensando que me sacarían la historia de las manos. Pero lo que había en los diarios era mucho miedo y nadie la quiso", sostiene Jorge Claudio. El único periódico que se animó fue El Litoral, de la provincia de Santa Fe, que la publicó entre el 1º de junio y el 26 de julio de 1982 y la canceló más de un mes después de la derrota final de las tropas argentinas. "La verdad se iba abriendo paso -declaró el guionista- y las miserias e inmundicias cometidas quitaban todo lo que de épico pudiera tener: nuestra bandera había sido atada, finalmente, al carro triunfal de un vencedor de la Tierra. Así que dejamos de publicarla. La terminación coincidió, en la historieta, con la toma final de las Malvinas, aquel 2 de abril. Y el racconto histórico, con el fracaso de la patriada del (personaje del) Gaucho Rivero. Sin quererlo, la historia quedó redonda. Épica. Epopéyica"...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Fernando García